Cine actualidad/ “OBJETIVO: LONDRES”
Hace tres años, se estrenó entre
nosotros un film norteamericano llamado “Olympus Has Fallen” que, como suele
suceder, nos llegó bajo un título bastante diferente. “Objetivo: La Casa Blanca” parecía más bien
una crónica de las elecciones a la presidencia del Real Madrid, pero en realidad
se trataba de la enésima revisitación de la memorable “Jungla de Cristal” willisiana, sólo que trasladando su
escenario a la residencia del Presidente de los Estados Unidos. El caso es que el film, dirigido por el efectivo
y efectista Antoine Fuqua, gozó de un apreciable triunfo en taquilla y, como
suele suceder en estos casos, los dólares recaudados impulsaron a sus
productores a poner en marcha la inevitable secuela.
Durante el funeral de estado del
Primer Ministro de Gran Bretaña, muerto en extrañas circunstancias, los
dirigentes mundiales reunidos en la capital británica son objeto de un
espectacular atentado terrorista que pretende descabezar a toda la sociedad occidental. Tan sólo el Presidente de los Estados Unidos
de América, custodiado por su heroico jefe de seguridad, logrará sobrevivir y
plantar cara a los pérfidos atacantes…
Si “Objetivo: La Casa Blanca” me
sorprendió muy gratamente fue porque plasmaba una acción trepidante y una
violencia indisimulada desde una situación límite desarrollada espectacularmente
por su realizador, autor también de “Día de entrenamiento” o “The Equalizer”. Pero en “Objetivo: Londres”, Fuqua ya no está al mando, y en su
lugar se incorpora el irano-sueco Babak Najafi, quien, a costa de asegurar un
nivel medio de entretenimiento, deja de lado cualquier mínimo atisbo de
verosimilitud. Najafi se limita a
repetir el mismo esquema del film precedente, minimizando los elementos
dramáticos y potenciando el tono de violento actioner. El papel de Gerard
Butler podrían haberlo desempeñado perfectamente tipos duros como Lee Marvin,
Jean-Claude Van Damme o un Arnold Schwarzenegger en horas bajas, pues sus
actitudes y las tópicas frasecitas pretendidamente graciosas nos recuerdan sin
pudor aquel cine ochentero que nos sabe a palomitas y Coca Cola embellecidas en
nuestra memoria.
Evidentemente, resulta casi
imposible aburrirse durante la proyección de un film como “Objetivo: Londres”.
Carece de todo tipo de pretensiones, no pretende ser trascendente (¿alguien
dijo “Batman v Superman”?) y sólo quiere distraer a costa de explosiones y
tiroteos aceptablemente filmados.
Tampoco es mal bagaje. Y, si nos
conformamos con ésto, el precio de la entrada habrá valido la pena. Cualquier otro tipo de análisis cinematográfico
(el guión es una mera concatenación de secuencias de acción hilvanadas por un
hilo argumental irrisorio), interpretativo (todos los actores, desde Aaron
Eckhart hasta Morgan Freeman, se limitan a gesticular un poco para poder cobrar
el cheque), político (los estadounidenses son los únicos capaces de tomar el
control de la situación, incluso hallándose en suelo británico) o sociológico
(los terroristas, malísimos ellos, son de origen musulmán y su objetivo es
putear lo más posible a los perros infieles de Occidente) sería totalmente
baldío y estéril.
Luis Campoy
Lo mejor:
el ritmo trepidante, las escenas de acción
Lo peor:
el guión, los diálogos, la caracterización de personajes, la carencia de
verosimilitud
El cruce:
“Jungla de cristal” + “The Purge:
Anarchy” + “1997: rescate en
Nueva York”
Calificación: 6 (sobre 10)
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