Idílica emigración
Fue una de las candidatas
sorpresa a los últimos Oscar, una “tapada” a la que finalmente el Tío Oscar no
destapó. En su momento no pude verla en
pantalla grande, pero he tenido la suerte de que el único (multi) cine de mi
ciudad la acaba de traer, así que, como suele decirse, más vale recibirla tarde
que no haberla visto nunca…
A principios de los años 50 del
siglo pasado, una joven irlandesa llamada Ellis Lacey decide partir en busca
del sueño americano, al igual que muchos compatriotas que pensaron que
Norteamérica podría proporcionarles la libertad y la prosperidad que Irlanda no
les otorgaba. Recién llegada a Brooklyn,
Nueva York, intenta abrirse camino en un entorno desconocido, en el que descubrirá
el dolor de la nostalgia y el aliento del amor…
Basándose en una novela de Colm
Toibin, el conocido novelista Nick Hornby (autor de “Un gran chico” o “Alta
fidelidad”) ha escrito el guión de una película que ha llevado al cine John
Crowley, irlandés de pura cepa y deseoso de narrar una bella historia sobre la
emigración de sus compatriotas. Para
protagonizar la cinta, su primera elección fue Rooney Mara, pero
(afortunadamente) la actriz de “Carol” tuvo un problema de agenda y el papel
recayó finalmente en la joven Saoirse Ronan (“Expiación”, “Hanna”), de 22 años,
que, para más INRI, tenía auténticos ancestros irlandeses.
Desde el primer fotograma,
disfruté “Brooklyn” con una sensación que mezclaba el gozo con la
incredulidad. Porque ¿quién era ese tal
John Crowley para brindar un espectáculo de tal preciosismo estético, de tal
profundidad sentimental? La conjunción
de todos los elementos que conforman la cinematografía (historia, guión,
fotografía, música, decoración, vestuario, interpretación) se aúnan durante no
pocos minutos para crear un clima que te envuelve en la oscuridad de la sala,
que te transporta primero a la verde Irlanda y a continuación a la imponente
Nueva York. Pequeños detalles como la
claridad del sonido y, sobre todo, el exquisito mimo en la composición de la
paleta de colores, me enamoraron. Eso sin
contar la maravillosa interpretación de Saoirse Ronan, de esas tan magníficas e
inolvidables que marcan una carrera.
A pesar de alguna leve concesión
a una no demasiado molesta sensiblería, “Brooklyn” es de esas películas que yo
hubiera querido disfrutar con mi madre, amante del cine romántico de calidad, y
que, dado que eso ya no puede ser, estoy recomendando a aquéllas personas cuya
sensibilidad estoy convencido de que les permitiría gozarla. Sus comentadas cualidades estéticas, el “buenismo”
que destila (es lo que los anglosajones denominan una “feelin’ good movie”) y,
sobre todo, las acertadas composiciones de Saoirse Ronan, Emory Cohen (el novio
italiano), Domhnall Gleeson (el pretendiente irlandés), Julie Walters (la dueña
de la pensión) y Jim Broadbent (el simpático cura) aseguran un buen
entretenimiento cinéfilo, una gozada para espíritus predispuestos.
Luis Campoy
Lo mejor:
Saoirse Ronan, el color, la fotografía, la música
Lo peor:
alguna pequeña laguna argumental durante su segunda hora
El cruce:
“El Padrino II” + “La hija de Ryan” + “Una cuestión de tiempo”
Calificación: 8,5 (sobre 10)
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