Titanes frente a frente
Hay películas condenadas desde su
misma génesis a convertirse en algo más que en películas: acontecimientos. El penúltimo ejemplo de ésto lo tuvimos hace
apenas tres meses, con el estreno masivo (y muchimillonario) del séptimo
episodio de “Star Wars”, y el último lo llevamos experimentando desde el pasado
miércoles. Como aficionado al cómic o
como simple observador de la evolución de la cultura popular de los siglos XX y
XXI, no es de extrañar que el enfrentamiento entre dos de los personajes de
historieta más famosos de todos los tiempos, que al mismo tiempo son iconos y
referentes universales, haya creado un inmenso “hype”, una expectación tan
difícil de contener como de cuantificar.
Batman y Superman son aliados en
los comics de la editorial DC, pero en el devenir de su larga historia conjunta
han pasado por todo tipo de fases, incluyendo la de intercambiar sopapos
desenfrenadamente. El Hombre de Acero de
Metrópolis y el Murciélago de Gotham han generado litros y litros de tinta
desde que el primero debutó allá por 1933 y el segundo inició su andadura seis
años después, y entre ambos reúnen a una millonaria legión de fans. No es de extrañar, pues, que Warner Bros.,
propietaria de los derechos cinematográficos de los personajes de DC, decidiera
antes o después que había llegado la hora de levantar una película en torno a
estos dos titanes, otorgándole un presupuesto elevadísimo y depositando en ella
esperanzas casi ilimitadas.
Batman ha pasado varios años
retirado y alejado del mundanal ruido, pero el devastador combate entre el
alienígena volador al que la prensa llama “Superman” y su némesis kryptoniana,
el General Zod, que ha provocado la destrucción de Metrópolis y la pérdida de
un gran número de vidas humanas, le hacen salir de su enclaustramiento. Un ser tan poderoso no puede campar
libremente por el mundo, y hay que hallar la forma de contenerle e incluso de
neutralizarle si es necesario…
Vivimos una época convulsa en la que
las salas de cine se vacían y las películas se ven en televisores, ordenadores,
tabletas o incluso en las minúsculas pantallitas de los teléfonos móviles. Los fenómenos cinematográficos escasean, ni
siquiera los Oscar auguran el respaldo comercial y los mandamases de los
grandes estudios se aferran como lapas a un último recurso que, también, está
en peligro de agotarse: los tebeos, el
Noveno Arte. Basta que una de las dos
grandes editoriales norteamericanas (Marvel) haya llevado a la pantalla a lo
más selecto de su panteón con resultados más que alentadores, para que su
Distinguida Competencia haya decidido hacer lo propio. Después del beneplácito otorgado a la excelente
trilogía de Christopher Nolan sobre el Hombre Murciélago, del sonoro batacazo
que se pegó “Green Lantern” y del agridulce sabor de boca que dejó (al menos a
mí) “El Hombre de Acero”, los capitostes de DC han encargado al realizador de
esta última, Zack Snyder, la elaboración de una secuela que no sólo continuase allá
donde acababa la anterior aventura del nuevo Superman, sino que asentase las
bases de lo que, en muy poco tiempo (dos entregas programadas para 2017 y 2019),
se pretende que sea el equivalente de la muy exitosa “Los Vengadores” de Marvel: “La Liga de la Justicia”.
Es Zack Snyder un director
irregular, de ésos que poséen un incuestionable talento visual, pero que, para
desarrollarlo satisfactoriamente, necesitan un soporte literario escrito con
una férrea caligrafía. “Amanecer de los
muertos” contaba con un buen texto a cargo de James Gunn, “300” reconstruía (y
a veces hasta fotocopiaba) la novela gráfica de Frank Miller y “Watchmen”,
irregular e imperfecta, fascinaba por su clasicismo de fan apasionado. Pero, ay, cuando presentó su reconstrucción
de Superman en “El Hombre de Acero”, quedaron de manifiesto sus tres grandes
defectos: conformarse con un guión más
bien simple y trufado de diálogos insulsos;
exponer un nivel de destrucción tan superlativo como gratuito e innecesario,
y confiarse a una tecnología digital que, creyendo que hace posible lo
imposible, lo único que logra es que todo parezca artificioso e irreal. Como era lógico y de esperar, “Batman v
Superman” vuelve a incidir en estos mismos errores, con la única salvedad de
que los diálogos parecen algo más trabajados.
Con todo, la necesidad de conferir entidad y dramatismo a las diversas
subtramas planteadas, hace que surja un nuevo hándicap: la duración.
Al parecer, la primera versión del film rondaba las tres horas, pero
finalmente Snyder ha aceptado recortarla en unos treinta minutos, lo cual sigue
siendo a todas luces excesivo para una película de superhéroes.
Ahora bien, ¿es “Batman v
Superman” una simple película de superhéroes?
Viéndola, es evidente que, desde el mismísimo inicio, se aspira a más,
mucho más. Yo diría que las intenciones
de Snyder y su equipo eran las de haber facturado un “Superciudadano Kane”, un
espectáculo magno y solemne que sólo contuviese acción en su parte final. La ocasión, de algún modo, se prestaba a
ello: Superman y Batman, por fin juntos… ¿podría existir un acontecimiento más
necesitado de solemnidad? La verdad es
que, desde luego, era preciso que tal emparejamiento no se tomase a la ligera,
pero la película se resiente de un exceso de trascendencia, de un derroche de
oscuridad. Es evidente que, sobre todo a
raíz del fracaso de la citada “Green Lantern”, se ha decidido que lo dramático,
lo oscuro, y lo tenebroso sean los rasgos de la DC cinematográfica, obviamente para
distinguirla de la ligereza y el humor de algunos de los éxitos de Marvel. Yo no lo niego: prefiero “Los Vengadores” (e incluso su
mediocre secuela, “La Era de Ultrón”) a “Batman v Superman”, y no sólo por ser
lector habitual de los comics marvelitas y sólo muy ocasional de las
historietas de DC. También prefiero (un
millón de veces) el “Superman” de Christopher Reeve a “El Hombre de Acero”,
pero es que también me gustan mil veces más “Batman Begins” y “El Caballero Oscuro”
que, por ejemplo, “Thor” y “Ant Man”.
Quiero decir que, en líneas generales, soy más partidario de las
adaptaciones comiqueras dotadas de algo de humor, pero si éste no tiene razón de
ser, puedo perfectamente prescindir de él, con tal de que el tono del film sea
el que tiene que imperar, y no se carguen las tintas donde no procede. Excederse en el drama, la destrucción, la
oscuridad y la mal entendida solemnidad me parecen errores cuando de lo que
estamos hablando, al fin y al cabo, es de la traslación de un tebeo.
Dicen que, en cualquier obra en
la que destaca un héroe, debe haber un villano digno de él. En este caso, vuelve a no cumplirse esta
máxima, por cuanto el enemigo que enfrenta a Batman y a Superman no es otro que
Lex Luthor, el archirrival de este último, sólo que absurdamente rejuvenecido
para adecuarlo a los rasgos (y los histrionismos) de un nefasto Jesse
Eisenberg. Lo de Luthor, para mí, es lo
peor de la función: sus gestos, sus
ademanes y, encima, su pésimo doblaje le convierten en el más evidente punto
flaco del film. En el lado contrario,
tenemos la vuelta de Henry Cavill como Superman, y el (polémico) debut de Ben
Affleck como Batman. Parece que se ha
creado la corriente de opinión de que Affleck, contra todo pronóstico, es el
mejor Batman de la Historia; a mí, desde
luego, no me parece mejor que el encarnado por Christian Bale en la trilogía de
Nolan, pero tampoco peor. Yo les
otorgaría un empate técnico, valorando positivamente la virulencia y mala leche
que destila Affleck. Eso sí, en la pugna
por ser el mejor Bruce Wayne, colocaría a Bale e incluso a Michael Keaton (el
Batman de Tim Burton) por delante de Ben Affleck, quien abusa en su composición
del millonario de una expresión avinagrada y chulesca no siempre
justificada. Henry Cavill hace lo que
puede como Superman, y vuelve a naufragar como Clark Kent, que adolece de escenas
sin garra y parlamentos insípidos. Da pena
lo desperdiciados que están Laurence Fishburne y Holly Hunter, pero es
agradable contemplar al Alfred activo y colaborador que encarna Jeremy Irons.
No creo que “Batman v Superman”
sea la gran película que los fans más acérrimos pretenden, pero tampoco la
basura infecta que algunos están describiendo.
No creo que cualquier film de estas características tenga como obligación
erigirse en el mejor o en el definitivo en su género, sino simplemente resultar
entretenido y atraer al público a las salas.
Creo que siendo más humilde, menos larga y algo más divertida le habría
ido mejor a “Batman v Superman”, pero aun así, si obviamos a sus villanos (si
Luthor se hace intragable, el Doomsday digital no resulta mucho más
interesante) y si pasamos por alto el pequeño detalle de que, para presenciar
sus mayúsculas escenas de combate, hay que tragarse más de una hora de
introducción más bien tediosa, tengo que reconocer que la película merece la
pena.
Luis Campoy
Lo mejor:
Batman/Affleck, Cavill/Superman y Gal Gadot/Wonder Woman… la génesis de la Liga de la Justicia
Lo peor:
el exceso de grandilocuencia, el exceso de oscuridad, el exceso de
destrucción… y sobre todo, el exceso de
Lex Luthor
El cruce:
“El Hombre de Acero” + “El Caballero Oscuro” + “El Increíble Hulk”
Calificación: 7 (sobre 10)
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