Oscars 2015
Los
reporteros se llevan la piel del oso
Hace ya 33 que adquirí la insana
costumbre de trasnochar como un noctámbulo impenitente cuando llegaba la noche
mágica de los Oscar. Creo que la primera
vez que acometí tal locura fue en 1983, cuando la mastodóntica “GANDHI” de
Richard Attenborough se alzó con los galardones principales, “E.T., EL
EXTRATERRESTRE” de Steven Spielberg obtuvo los premios técnicos y la española “VOLVER
A EMPEZAR” de José Luis Garci fue elegida como Mejor Película de Habla No
Inglesa.
Desde entonces hasta ahora, mucho
ha llovido y la retransmisión televisiva de la Gala del cine ya no tiene lugar
en la Primera Cadena de Televisión Española, y ni siquiera en Antena 3, que
adquirió posteriormente sus derechos, sino en Canal +, bofetada en la cara a
todos los cinéfilos que no podíamos costearnos la cuota mensual de aquella
compañía. Pero este año, tras muchos
lustros de tener que conformarme con tirar de la radio y, más adelante, de
internet, por fin he podido presenciar una ceremonia de Oscars de principio a
fin, cómodamente y con la mejor calidad de imagen y sonido.
Los Oscar de 2015 (entregados en
2016) pasarán a la Historia porque por fin se ha hecho justicia o porque se ha
cometido una injusticia; porque, como
siempre, se han cumplido muchos pronósticos y porque, sin embargo, a última
hora se han incumplido otros. Eran las
2.30 de la madrugada, hora española, cuando el cómico Chris Rock (el yerno de
Danny Glover en “Arma Letal 4”) se erigía en impersonal maestro de ceremonias,
y centraba casi todos sus chistes en la polémica por la ausencia de
nominaciones para intérpretes de color.
También algunos presentadores aludieron a este espinoso asunto, pero al
menos (y no como aquí en nuestros Goya) no sólo se limitaban a leer un sobre
como si fueran autómatas, sino que intercambiaban algunos diálogos o se les
veía durante la entrega previa de algún galardón. Los primeros de la noche fueron para los que
suelen ser los iniciadores del proceso de producción de una película: los escritores. “Spotlight” obtuvo el Oscar al mejor guión
original, y “La gran apuesta” el de adaptado.
Enseguida empezó la lluvia de estatuíllas a favor de “Mad Max, Furia en
la Carretera” (seis en total, todas en categorías técnicas), mientras que
Alicia Vikander por “La chica danesa” y Mark Rylance por “El Puente de los
espías” (destrozando los pronósticos que aupaban al ya casi setentón Sylvester Stallone
por repetir por séptima vez su papel icónico de Rocky Balboa. Como era de esperar, Emmanuel “El Chivo”
Lubezki recibió el galardón a la Mejor Fotografía por “El Renacido”, “Del revés”
lo petó en el apartado de mejor film de animación y la película húngara “El
hijo de Saúl” fue la mejor en lengua extranjera. El histérico Sam Smith casi nos deja sordos
con sus grititos al entonar la canción ganadora de “Spectre” y un encorvado y
venerable Ennio Morricone levantó por fin su Oscar merced a “Los odiosos ocho”,
al tiempo que “Ex Machina” se llevaba el trofeo a los Efectos Visuales, que
todos suponíamos que era un reducto reservado a “Star Wars”, la cual al final
se fue de vacío. La joven Brie Larson
(26 años) llegó y besó el Santo gracias a su trabajo en “La Habitación”, y un
grito de alivio recorrió el mundo mundial cuando Leonardo DiCaprio recibía el
reconocimiento de la Academia después de cinco intentos baldíos. El Oscar (segundo consecutivo) a Alejandro
González Iñárritu como Mejor Director parecía abonar el terreno para que “El
renacido” se llevase el premio gordo, pero aún quedaba una sorpresa de última
hora y Morgan Freeman leyó que la Mejor Película del año era la correcta pero
excesivamente fría “Spotlight”.
Como cada año, la lluvia de
guerreros dorados no complació las expectativas de todos, y en los medios de
comunicación he podido leer las más variopintas valoraciones. Eso sí, a los que se limitan a tachar la
ceremonia de este año de “larga, previsible y aburrida” les diría que dejen de
reutilizar cada temporada las mismas frases hechas, ya que precisamente esta
noche lo que más me han llamado la atención han sido las veces en las que la
Academia se ha salido vilmente del guión previsto (Stallone, “El renacido”),
que por cierto era lo que yo esperaba y a lo que había apostado…
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