Cine actualidad/ "STEVE JOBS"
La soledad del genio
No me gusta usar ese refrán que reza
“No se hizo la miel para la boca del asno”, porque generalmente suele utilizarlo alguien
que piensa que su gusto es mejor que el de los demás, lo cual me suena a presunción
y prepotencia. Eso sí, es cierto que no
todas las manifestaciones artísticas pueden ser degustadas y apreciadas por
todos los paladares, sencillamente porque todas las personas somos diferentes y
todos buscamos (y encontramos) cosas distintas que nos llenen de formas
diversas.
Sirva lo anterior para expresar
que una película como “Steve Jobs” no es apta para cualquier tipo de
público. Es decir, cualquiera puede
verla, por supuesto, pero comprenderla, asimilarla y encontrar sus claves es algo que no hará
todo el mundo. Aunque su duración no es
de las más disuasorias (2 horas y 2 minutos), el hecho de que no se trate de un
film de acción ni aventuras hará que a algunos se les antoje larga y
aburrida. Por otra parte, ha sido rodada
casi totalmente en interiores, lo cual puede llegar a causar una sensación
(premeditada) de cierta claustrofobia (el modo en que el director trata de
transgredir la unidad de espacio, lo expondremos más adelante).
Además, el protagonista no es precisamente simpático, no existe una
historia de amor que lo humanice y la mayoría de quienes comparten la pantalla
con él opinan que se trata de un tipo despreciable. Por si fuera poco, los (excelentísimos) diálogos
se suceden atropelladamente y sin descanso, y en ellos se utilizan multitud de términos
de la tecnología informática que no serán entendibles para todo hijo de vecino.
Hasta ahora, he hablado de las
circunstancias “negativas” que pueden interponerse entre “Steve Jobs”, la
película, y la apreciación de determinadas personas. A partir de aquí, hablaré de las que para mí
son las virtudes de la cinta. Para
empezar, los poderosos y portentosos diálogos de Aaron Sorkin (también
guionista de otra película sobre un mago de la informática, “La red social”); la construcción y el ritmo de las frases, la
agudeza de cada intervención de Steve Jobs y lo gratificante de comprender
siquiera un pequeño porcentaje de los conceptos que se manejan, me predispuso
enseguida hacia la admiración, cuando no la fascinación. El arte de escribir buenos diálogos, que
suenen inteligentes pero no rimbombantes, se me antoja cada vez más una rara
avis dentro de la escritura de guiones, terreno que ciertas superproducciones
de taquillajes megamillonarios (¿alguien dijo “Star Wars”?) descuidan
despreciativamente. En segundo lugar, la
puesta en escena de Danny Boyle, que sabe combinar todos los recursos a su
alcance (tavellings, steadycams, flashbacks…) para zafarse de la posible
monotonía que entraña un film que se estructura únicamente en base a tres
presentaciones de tres productos que fueron clave para la progresión
profesional y humana de Steve Jobs; el
virtuosismo de Boyle, y el espléndido trabajo de su director de fotografía y su
montador me hicieron recordar a ratos la magia de su anterior “Slumdog
Millionaire”, no en balde una de mis películas favoritas. Finalmente, el trabajo de los cuatro actores
principales merece una buena colección de premios: la sinceridad y la campechanía de Seth Rogen,
el paternalismo y comprensión de Jeff Daniels y la inteligencia y precisión de
Kate Winslet complementan, arropan, el portentoso derroche interpretativo de Michael
Fassbender. Es cierto que físicamente Fassbender
no se parece demasiado al malogrado Jobs, pero eso sólo se percibe al
principio. A medida que va desgranándose
la película, uno deja de pensar en la apariencia física y progresivamente va
cayendo rendido ante una de esas actuaciones esplendorosas que rezuman aroma a
Oscar.
Luis Campoy
Lo mejor:
Michael Fassbender, el guión y los diálogos de Aaron Sorkin y la
dirección de Danny Boyle
Lo peor:
no es una película apta para cualquier tipo de público
El cruce:
“Jobs” + “La red social” +”Descrifrando Enigma”
Calificación: 9 (sobre 10)
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