
Comúnmente, al pezón de los
hombres (de los machos en general) no se le llama “pezón”, sino “tetilla”,
pero, eufemismos aparte, es bien cierto que nosotros también poseemos esas
protuberancias, ya sea cubiertas de vello o bien totalmente visibles, si es que
hemos llevado a rajatabla los criterios de la metrosexualidad. Pero tener pezones a veces implica correr
también determinados riesgos, y un día quizás te das cuenta de que uno de los
dos se ha puesto más claro que el otro, y al principio no le das
importancia. Pero pasan los días y aquello
no vuelve a su color habitual, y finalmente, no sin cierta vergüenza, acudes al
médico para otra cosa y, como de pasada, le comentas tu pequeño problema, y la
doctora te lo mira y te lo palpa y te dije que puede no ser nada… o puede ser el síntoma de un cáncer de mama.
Lo primero que piensas es que eso
no puede ser, que los hombres, que no pueden ser mamás, tampoco pueden tener
ese tipo de afecciones en las mamas. Pero
investigas un poco y acabas leyendo historias verídicas y viendo fotos
horrendas y, por si sí o por si no, empiezas a desear que te llamen de la
unidad de Cirugía Mamaria lo antes posible, para que cualquier atisbo de esa
duda antes impensada quede rápidamente despejado. Mientras tanto, te haces a la idea de que de
la noche a la mañana puedes haberte convertido en una persona enferma, y
poseedora de una enfermedad que, siendo macho y no hembra, te va a costar
explicar a la gente, que por supuesto es tan inculta y tan escéptica como tú
mismo eras hace apenas unos días.
Y todo ello, paradójicamente,
apenas unos días antes de ver esa otra película llamada “Ma Ma”, en la que una
mujer (Penélope Cruz) descubre que padece un cáncer de mama. Qué cosas asombrosas tiene la vida, y mira
que todas ellas se pueden ver reflejadas en alguna película…
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