Cine actualidad/ “ETERNAL”
Recuerdos
letales
En mi artículo de ayer, advertía
de los “peligros” de las críticas excesivamente positivas, que normalmente lo
único que consiguen es provocarnos una decepción una vez disfrutada la película
supuestamente hipermegamaravillosa. Hoy,
empiezo este nuevo comentario hablando justamente de lo contrario: los efectos beneficiosos de las glosas airadamente
negativas, las cuales frecuentemente nos deparan agradables sorpresas.
La que constituye “Eternal”, la
película que hoy comentamos, no es precisamente la más halagüeña de las sorpresas
posibles, pero sí que hace buena mi teoría acerca de que basta con pretender
abochornar algo para que ese algo nos resulte agradable… y, lógicamente, también para que suceda lo
contrario. El caso es que, tan mal ponen
los señores críticos profesionales al nuevo film del indio Tarsem Singh, que su
visionado constituye una especie de placer prohibido, cuando no directamente
una agradable conmoción.
Un rico arquitecto aquejado de
cáncer terminal acude a los servicios de una empresa científica que le
garantiza que su mente, una vez defenestrado su viejo cuerpo, será ubicada en el
de uno joven y sano cultivado genéticamente.
Naturalmente, algo se torcerá y las cosas no saldrán exactamente como se
prometían…
Las historias de intercambio de
mentes y cuerpos no son nada novedosas, como tampoco sus primas hermanas, las
que tienen que ver con la súbita recuperación de recuerdos pretendidamente
borrados. Ejemplos que se me ocurren
ahora: “El corazón del ángel”, “Desafío
total”, “Memoria letal”, “Cara a cara”…
En todos estos casos, el protagonista descubre repentinamente que no es
quien cree o pretende ser, y halla en sí mismo la posibilidad de desarrollar
una serie de capacidades impensadas hasta entonces. “Eternal” (más bien ridículo título español
del original “Self/less”, palabra compuesta que, junta, quiere decir “generoso”
o “desprendido”, pero que, separadas sus sílabas, podría traducirse como “Sin
uno mismo”) se inscribe de lleno en este subgénero, pero lo que se intuía una
historia de ciencia ficción deviene más bien pronto en un thriller plagado de
tópicos, y que, por tanto, acaba por perder su interés inicial. La odisea del joven Mark, que de repente
descubre que es el viejo Damian (¿o la de Damian, que cree ser Mark?) transita
los manidos caminos del género policíaco más televisivo (dicho poco
halagüeñamente), y de su desarrollo cada vez más mortecino sólo la rescatan dos
o tres persecuciones y tiroteos, que tampoco son nada del otro mundo.
¿Qué es pues, lo que resulta
mínimamente atractivo? En primer lugar,
la identidad del actor que encarna al enfermo Damian, y que no es otro que el
gran Ben Kingsley, inolvidable Gandhi cinematográfico. Ryan Reynolds es quien da vida al nuevo
receptáculo de la mente de Damian, pero sorprende lo poco que se esfuerza en intentar
emular los gestos del anterior. Victor Garber
(el constructor del Titanic en la peli de Cameron) interpreta al mejor amigo
del difunto arquitecto, y se hace querer por su bondad y lealtad. En la piel del villano tenemos al británico
Matthew Goode, especializado en ese tipo de papeles digamos ”ambiguos”, y en
cuanto a la elección de la “familia” del antiguo Mark, mejor correr un tupido velo
ante tan evidentes errores de casting. Lo
cierto es que, sin ser ni pretender ser una obra maestra o siquiera importante,
“Eternal” resulta simpática y entretenida, y eso es lo mínimo a lo que aspira
uno en una bochornosa tarde veraniega, ¿no?.
Luis Campoy
Lo mejor:
Ben Kingsley (¿alguien lo dudaba?)
Lo peor:
lo desaprovechado que está el componente científico
El cruce:
“El cielo puede esperar” + “Desafío total” + “Memoria letal”
Calificación: 6 (sobre 10)
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