Cine actualidad/ "SUITE FRANCESA"
Música
para enamorarse
La Segunda Guerra Mundial es un
foco constante de historias… no sólo
estrictamente bélicas. Hay algunas que
apenas tienen que ver con tanques, ametralladores y aviones, sino que se
circunscriben al día a día de quienes no combatieron en las trincheras,
ocupados en continuar sus vidas mientras Europa sufría los pisotones de las
botas de hierro nazis.
Tras la caída de Francia en manos
de los alemanes en 1940, se instauró en Vichy una caricatura de gobierno presidido
por el denostado mariscal Petain. En
aquel tiempo, los soldados germanos campaban a sus anchas por los territorios
sometidos, instalando a sus oficiales en las mansiones más lujosas de la zona,
en tanto que sus propietarios se veían obligados a callar y otorgar. Al pequeño pueblo de Bussy llega un
destacamento de soldados alemanes, y el teniente Von Falk se hospeda en la
casona en la que viven la joven Lucille y su rígida suegra. Son las peores circunstancias para que
afloren sentimientos amorosos, pero ¿quién sabe…?
Publicada en el año 2004, “Suite
francesa” era, como su propio nombre indica, una suite o conjunto de varios
relatos sobre la Francia ocupada por los nazis.
Su autora, Irene Nemirovsky, tenía planeada una saga de la que el relato
que nos ocupa, “Dulce”, no era sino el segundo capítulo, quedando el cuarto y
quinto eternamente en el limbo al ser la escritora detenida y posteriormente
internada en el campo de concentración de Auschwitz, donde falleció en
1942. El manuscrito durmió el sueño de
los justos durante casi 60 años, hasta que su hija lo leyó y decidió
publicarlo, con un éxito extraordinario.
Es por todo ésto que el film comienza con la evacuación de París tras la
ocupación nazi (el argumento de “Tormenta en Junio”, la primera parte de la
trilogía) y finaliza cuando va a comenzar el tercer y último libro, “Cautividad”.
A la hora de llevar al cine esta
sentida historia con todos los ingredientes para llegar a convertirse en una
bonita película, los celebérrimos Hermanos Weinstein no dudaron en ofrecer el
proyecto al británico Saul Dibb, famoso por “La Duquesa”, la cual también
adaptaba una famosa novela de Amanda Foreman.
Dibb no tardó en rodearse de un equipo técnico de primer nivel,
destacando el catalán Eduard Grau en la fotografía y sobre todo el londinense
Rael Jones a cargo de la banda sonora, deudora de las pautas de Alexandre Desplat
pero de ésas que, sin molestar, se escuchan con gozo y fácilmente se recuerdan.
Al frente del reparto, tenemos a
esa muñequita llamada Michelle Williams (la poco creíble Marilyn Monroe de “Mi
semana con Marilyn”), que aquí resulta muchísimo más entonada. La acompañan la siempre excelente Kristin
Scott-Thomas (que ha anunciado su retirada de las pantallas), un recuperado
Lambert Wilson, una (demasiado) bellísima Margot Robbie (quien no acaba de dar
el tipo como andrajosa campesina) y un sorprendentemente adecuado Matthias
Schoenaerts (actor belga que no para de trabajar en el cine americano y que sin
duda despegará con esta película) que borda su personaje de oficial que por
encima de todo es artista y es intelectual (algo que difícilmente se podía ser
vistiendo el uniforme de la Wehrmacht).
Por encima de una historia de
amor que no acaba de despegar y bebe de mil un tópicos, lo realmente
interesante de “Suite Francesa” es el modo en que retrata la vida en una
aparentemente tranquila comunidad casi idílica, en la que se empiezan a
levantar las alfombras en cuanto se produce la invasión. Son las pequeñas historias de los diversos
personajes secundarios las que engrandecen a la película, trascendiendo una love
story pelín ñoña y culminando un fascinante fresco costumbrista de una época
que el mundo jamás olvidará.
Luis Campoy
Lo mejor:
la música, la fotografía, el trío protagonista
Lo peor:
el ridículo flequillo de Benoit/Sam Riley (¿no existían los peines en
1940?)
El cruce:
“Malditos Bastardos” + “Corazones de hierro” + “La ladrona de libros”
Calificación: 7,5 (sobre 10)
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