Españoles
por el mundo
2014 fue un año espectacular para
el cine español. Dos comedias (“Ocho
apellidos vascos” y “Torrente 5”) y dos thrillers policíacos (“La isla mínima”
y “El Niño”) no sólo reventaron las taquillas como hacía tiempo que no se
recordaba, sino que también convencieron a la crítica y arrasaron en todas las
entregas de premios. No es de extrañar
que, un año más tarde, se continúe intentando rentabilizar el filón, al manos
en lo que al género cómico se refiere...
Dos jóvenes universitarios
españoles, desesperados al no poder encontrar trabajo ni oportunidades en
España, deciden emigrar a la poderosa Alemania de Angela Merkel… sólo para comprobar que, en realidad, el “sueño
alemán” se diferencia bien poco de la “pesadilla española”…
Al guionista y director Nacho
García Velilla se le recuerda sobre todo por ser uno de los creadores de series
como “Médico de familia”, “7 vidas” y su spin-off “Aida”, aunque también tiene
en su haber películas para cine del estilo de “Que se mueran los feos”, “No lo
llames amor, llámalo X” y la que es mi favorita de su filmografía, “Fuera de
carta”. Una de sus costumbres es la de
rodearse (ya sea como protagonistas o como secundarios) de un elenco de actores
fijos, con quienes ha probado fortuna tanto en televisión como en cine: Javier Cámara, Carmen Machi, Julián López,
Mariano Peña o Kira Miró suelen aparecer en casi todas sus producciones,
configurando una especie de gran familia a la que da gusto reencontrar de vez
en cuando. En el título que hoy nos ocupa,
“Perdiendo el Norte”, aparecen de nuevo Cámara, Machi y López, y se les unen
nuevos rostros como los de Yon González, Blanca Suárez, Miki Esparbé o el
veterano José Sacristán.
Precisamente José Sacristán ya
fue en los años 70 (concretamente en 1971) el coprotagonista, junto al omnipresente
Alfredo Landa, de la olvidable comedieta “¡Vente a Alemania, Pepe!”, en la que
se narraba una historia no del todo diferente, prueba de que la Historia se
repite en ciclos sucesivos. En el fondo,
los universitarios de hoy en día se hallan en una tesitura demasiado similar a
la que vivieron sus abuelos, a pesar de que el amigo Rajoy no para de proclamar
a diestro y siniestro el final de la malhadada crisis. Pero volvamos a lo estrictamente
cinematográfico, y, en ese sentido y sin precipitarnos a lanzar las campanas al
vuelo, hay que admitir que nos hallamos ante una digna sucesora de la “cosecha del
14”, una producción muy cuidada en la que, indisimuladamente, se han metido a
embute varios de los rasgos definitorios de “Ocho apellidos vascos”: pareja atractiva, secundarios de lujo,
revelaciones robaescenas, una chica que corre y, sobre todo, la explotación
sistemática de los tópicos de nuestra idiosincrasia. Así, podríamos decir que funcionan la mayoría
de los chistes, que los actores de reparto se comen a los protagonistas y que
en ningún momento te da tiempo a aburrirte, pero también se debe destacar la
prestancia y buena dicción de Yon González (a ver si aprende Mario Casas), la
vis cómica de Julián López y la frescura del para mí desconocido Miki Esparbé,
así como la enésima demostración de la majestuosidad de ese monstruo de voz
vibrante llamado José Sacristán. Por
otro lado, se hubiera agradecido un guión sin menos situaciones tan trilladas,
actrices igual de guapas (o no) pero que supieran interpretar mejor… y, aunque parezca un contrasentido, menos
familiaridad con los actores de siempre, que a veces da la sensación de que,
por muy buenos que sean, no hay más secundarios que Carmen Machi y Javier
Cámara, que están hasta en la sopa y a menudo dan ganas de variar…
Luis Campoy
Lo mejor: los secundarios,
con Julián López y Miki Esparbé a la cabeza
Lo peor: la sensación de ya
visto, la falta de originalidad
El cruce: “Ocho apellidos
vascos” + “¡Vente a Alemania, Pepe” + “Que se mueran los feos”
Calificación: 7 (sobre 10)
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