Carpenters, el cielo y el infierno
Para aquéllos a quienes nos gusta
la música melódica, quizás con un toque excesivo de azúcar no del agrado de
cualquiera, los Carpenters fueron los reyes indiscutibles del género durante
los años setenta.
Los hermanos Richard (nacido en
1946) y Karen Carpenter (nacida en 1950) habían tenido desde niños una
inequívoca inclinación hacia la música.
Fue Richard el más precoz, y desde muy niño se pasaba las horas muertas
escuchando la amplísima colección de discos de su padre, cuando no las
múltiples emisoras de radio a las que tenía acceso. Ya a los 8 años, el pequeño Richard comenzó a
tocar diversos instrumentos, comenzando por el acordeón y recalando en el que
le dio la fama: el piano. Por su parte, su hermana Karen, una muchacha con
cierta tendencia al sobrepeso, vio en la música la posibilidad de liberarse de
las clases de gimnasia, y se decantó por un instrumento muy poco usual
tratándose de una señorita: la
batería. La primera formación musical
que ambos fundaron fue el “Richard Carpenter Trio” en 1965, donde Richard
tocaba el piano, Karen la batería y un tal Wes Jacobs, amigo de Richard, se
ocupaba del contrabajo. El grupo duró
poco más de un año, pero en 1966 los hermanos Carpenter ya tenían un nuevo
proyecto: “Spectrum”, otro trío en el
que les acompañaría nada menos que John Bettis, destinado a ser uno de los letristas
más famosos de la segunda mitad del siglo XX.
El caso es que también Spectrum se disolvió demasiado pronto, y fue más
o menos por aquel entonces cuando Richard convenció a su hermana de que lo que
tenía que hacer era dejar la batería a un lado y explotar el instrumento más
hermoso al que tenía acceso: su preciosa
voz. Bajo el sello Magic Lamp, lograron
publicar un single firmado por “Karen Carpenter” (con Richard como teclista),
que contenía las canciones “Looking For Love” y “”I’ll Be Yours”. La aventura tampoco funcionó, pero ellos no
se rindieron. Karen empezó a tratarse
su preobesidad e inició un régimen bastante restrictivo, al tiempo que Richard se
dedicaba a enviar “demos” (maquetas) de sus canciones a múltiples compañías
discográficas. A&M Records,
propiedad del famoso trompetista Herb Alpert, fue la que más fuerte apostó por ellos,
y les propuso lanzarles como dúo bajo la denominación “The Carpenters”. Su primer LP “Offering” salió a la venta en
1969 y tuvo una repercusión más bien discreta, llegando sólo hasta el puesto 54
del Billboard. Pero ni ellos ni Alpert
se desanimaron, e hicieron bien: su
segundo LP “Close To You” (1970) entró directamente al número uno, y permaneció
allí durante varias semanas. El público
estadounidense alucinaba con aquellos muchachos que hacían un tipo de música
tan a contracorriente, con aquellas composiciones tan melódicas y de arreglos
virtuosos, y aquella voz tan dulce pero tan potente.
Durante 5 años, los Carpenters
parecían poseer el “toque de Midas”:
todo lo que hacían se convertía en oro, todos los LP’s y todos los
singles (“Rainy Days and Mondays”, “Goodbye To Love”, “Superstar”, “Only Yesterday”…)
triunfaban… hasta que en 1975 el globo
empieza a desinflarse. Quizás fue la
saturación, quizás la gente comenzaba a empalagarse de tanto dulzor... o tal vez los visibles problemas de salud de
Karen resultaban cada vez más preocupantes.
Su dieta tan estricta le pasaba factura, y el ajetreo de los conciertos
y las giras le provocó stress y agotamiento.
Comenzaron a correr rumores de que parecía alguna enfermedad de extrema
gravedad, como cáncer. La discográfica
lo desmintió, pero aconsejaron a la cantante que ingresara en una clínica de
reposo durante algún tiempo. Sólo
lograron retenerla durante dos meses.
Cambiaron de manager y enseguida volvieron al trabajo, aunque,
sorprendentemente, la fortuna ya no les sonreía. Ahora fue Richard quien necesitó ayuda
médica, pues había empezado a tomar somníferos a los que acabó enganchado, y
anunció que se tomaría un año sabático para desintoxicarse. Fue en aquel momento (año 1979) cuando Karen,
quien hasta entonces era la voz solista en los discos pero la comparsa de
Richard en materia de decisiones, pensó grabar su propio álbum en
solitario. Marchó a Nueva York y grabó
todos los temas de un LP que nunca vería la luz, a pesar de contar con la
producción del prestigioso Phil Ramone y la colaboración de los músicos de
acompañamiento de Billy Joel. Llegó a
rumorearse que fue su propio hermano Richard quien boicoteó la publicación del
vinilo, por miedo a que el triunfo de Karen supusiera la puntilla definitiva a
los Carpenters como dúo, pero nadie pudo probar esta (¿absurda?) teoría…
Es 1980 y los Carpenters tratan
nuevamente de saborear las mieles del éxito.
Editan un nuevo trabajo y su sencillo de presentación (“Touch Me When We’re
Dancing”) asciende rápidamente al número 20 del Billboard. Karen, no obstante, aparece cada día más
desmejorada, y su anorexia es patente.
Sin embargo, se casa por sorpresa con el empresario Tom Burris. Karen
deseaba una familia propia pero Burris le confesó que se había sometido a una
vasectomía. Cuando se enteró de esto,
Karen quiso suspender la boda, pero su posesiva madre se negó, porque ya las
invitaciones estaban enviadas, los medios habían sido convocados y el escándalo
sería apocalíptico si el compromiso se cancelaba. El matrimonio duraría apenas un año. Desolada, Karen decide acudir a una
clínica especializada en el tratamiento de la anorexia nerviosa. Le obligan a dejar de lado las casi ¡90!
píldoras laxantes que tomaba cada día, cuando ya su cuerpo era poco más que un
pellejo del que el despiadado Burris se burlaba.
Era demasiado tarde. Un día, Karen nota que su corazón late de
manera anormal, y, como consecuencia de ello, es ingresada en el Hospital
Lennox Hill de Nueva York, donde la mantienen durante más de un mes mediante
alimentación intravenosa. Al salir del
hospital, decide regresar a Los Angeles, donde residen sus padres. El 3 de Febrero de 1983 se queda a dormir en
el hogar materno, y por la mañana su madre la encuentra inconsciente en su cuarto. Llaman a la ambulancia y la ingresan de
urgencia en el Downey Community
Hospital, donde fallece aquel fatídico 4 de Febrero. En el informe del forense, se certifica que
la muerte se debió a “irregularidades
en los latidos causados por desequilibrios químicos asociados con la anorexia
nerviosa”. La voz más
extraordinaria del pop se apagaba para siempre a los 32 años, víctima de su
imposibilidad para aceptar su propia naturaleza. Sus fans nunca dejaremos de emocionarnos al
escucharla.
Comentarios