Triple corona



Tricampeones:  del mundo y, doblemente, de Europa.  ¿Os lo podéis creer?  La Selección española ha hecho historia, o mejor, Historia, con mayúsculas, pues nadie nunca antes había obtenido tales éxitos consecutivos.  Parece que todos los que criticábamos algunos aspectos del juego diseñado por Vicente Del Bosque no teníamos, al fin y al cabo, ni puta idea de fútbol.  Porque empatarle a Italia en el partido inicial, ganarle a Irlanda cuando nos iba la vida en ello e incluso dormir a propios y extraños con aquel extraño amodorramiento ante Croacia no fue nada comparado al altísimo nivel desplegado ante Francia y, sobre todo, la Italia de Balotelli (el choque contra Portugal estuvo tan igualado y los penalties fueron tan taquicárdicos que mejor lo dejamos al margen).

Precisamente fue Balotelli quien más miedo podía habernos dado, sobre todo tras su musculosa exhibición ante una ruinosa Alemania, pero otro de los méritos de esta España nuestra es la solidez defensiva, y el bueno de "Super Mario" estuvo casi todo el tiempo desaparecido, alicaída su antaño desafiante cresta rubia.  Pero es que también Pirlo o Cassano fueron sombras de sí mismos, secados por Ramos, Piqué, Alonso y Busquets.  Incluso Xavi volvió a ser el del mejor Barça, el mismo que fue nombrado Mejor Jugador de la Eurocopa de 2008.  En esta oportunidad, su compañero culé Iniesta le ha sucedido en el palmarés, demostrando que el estilo Barça sigue siendo predominante, mal que les pese a algunos.  Yo, que en estos análisis trato de ser objetivo, tengo que reconocer las providenciales actuaciones de Casillas y el poderoso despliegue desarrollado por Sergio Ramos, a quien le ha sentado de fábula haberse desprendido de esas melenas de indio.  También Arbeloa se erigió en amo de la banda derecha en detrimento de Juanfran, aunque el lateral con más proyección ha sido sin duda el ya azulgrana Jordi Alba, que incluso se permitió el lujo de meterle el segundo gol al venerado Buffon.  Creo que pocas veces en una Final se ha podido presenciar no sólo una superioridad tan evidente, sino una goleada tan clamorosa y contundente.  El propio Balotelli metió la pata hasta el muslo cuando vaticinó que ellos iban a ganarnos por cuatro a cero, y tal fue su cabreo que, nada más concluir el encuentro con tan inverso marcador, se retiró al vestuario enfurruñado, rumiando su mal perder. El resto del mundo sí que ha tenido que reconocer la deslumbrante dictadura del balompié español, al menos en partidos oficiales (en no pocos bolos amistosos hemos hecho un estrepitoso ridículo, como con Argentina o Portugal).  ¿Cómo no pensar ya en la cita mundialista de Brasil 2014?  Neymar, Messi, Ronaldo e Iniesta serán, probablemente, las estrellas de entonces, pero, hoy por hoy, los chistes de Pepe Reina y esa marea de patriotismo que a algunos nos ha llevado a engalanar nuestros balcones con la bandera rojigualda son nuestro presente, la realidad de un país que por fin ha aprendido a jugar al fútbol.

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