Cuarenta años de dictadura y
represión dan para muchísimas historias, bastantes novelas y un buen montón de
películas. La Guerra Civil y la
Posguerra españolas son foco de la imaginación e inspiración de no pocos
autores que, desde que la Libertad llegó, no dudan en revivir recuerdos propios
o ajenos o enmarcar tramas no del todo ficticias en aquel período triste y
oscuro.
España, 1942. Pepita, una joven cordobesa temerosa e
inocente, llega a Madrid con la intención de estar cerca de su hermana
Hortensia, encarcelada junto a otras mujeres republicanas en la cárcel de Las
Ventas. Sin comerlo ni beberlo, Pepita
se verá inmersa de golpe en una durísima realidad de odio y castigo, pero
también de dignidad y esperanza, y los sucesos que vivirán tanto ella como su
hermana, embarazada, marcarán su vida para siempre…
“La voz dormida”, la novela,
escrita por la ya fallecida Dulce Chacón, se publicó en 2002 y casi de
inmediato se convirtió en un gran éxito de ventas. Enganchó al público, sobre todo, la relativa
originalidad del punto de vista, ya que plasmaba la contienda y sus
consecuencias desde la óptica de su nutrido elenco de protagonistas
femeninas. A la hora de poner en imágenes
la obra de Chacón, a alguien se le ocurrió la idea de que el realizador más
idóneo era uno cuya ópera prima tenía también mucho que ver con el universo de
la Mujer, y por ello el elegido fue Benito Zambrano, cuya sensibilidad y las
soberbias interpretaciones de María Galiana y Ana Fernández en “Solas” sobrecogieron
al público en 1999.
A Benito Zambrano “La voz
dormida” le ha venido un poco grande, o eso podemos suponer por el exceso de
parafernalia archisabida y clichés mil veces vistos de los que adolece la
película. Mientras la veía,
innegablemente emocionado por la apabullante calidad interpretativa de las
actrices, me preguntaba qué fallos podría imputar al film en un posterior
artículo, y el principal inconveniente es el mismo del que suelen adolecer casi
todas las ficciones recientes que recrean los años treinta, cuarenta y
cincuenta de nuestro pasado siglo. La
perspectiva que adoptan es, casi siempre, la de los perdedores, los
republicanos, los rojos, y éso quiere decir que la objetividad brilla por su
ausencia, llegando a convertirse todo este subgénero en una especie de fantasía
que roza el infantilismo. Infantilismo,
sí, porque, sin ser ni remotamente infantiles, se convierten en simplistas
cuentos de hadas en los que aguerridos héroes y hermosas heroínas de izquierdas
sufren el odio y la maldad de perversos fascistas y horrendas carceleras y
religiosas. La caracterización de los
personajes de "La voz dormida" responde fielmente a este canon de
infidelidad histórica. No he leído la
novela de Dulce Chacón, pero estoy seguro de que no puede ser tan tendenciosa,
partidista y manipuladora como su hija cinematográfica. Casi estoy deseando que llegue a España un
nuevo gobierno de derechas para ver si se deciden a producir películas que
expliquen la misma guerra y sus mismas repercusiones pero desde el espejo del
bando triunfador.
Pero no seamos tan duros con un
film que por momentos deslumbra y emociona, especialmente merced al trabajo
espléndido de sus dos protagonistas, en particular una que para mí fue todo un
descubrimiento: María León. Esta joven de 27 años hasta ahora era
conocida por ser hermana del protagonista de "Aida", Paco León, alias
"Luisma", y por haber realizado pequeños papeles en series como
"Hospital Central" o "SMS" y películas como la no tan denostable
"Fuga de cerebros". Gracias a
su Pepita de “La voz dormida”, María León se convierte en la revelación del
año, no, mejor aún, de la década, un animal cinematográfico dotado de una
expresividad mágica y unos ojos inmensos que transmiten todas las sensaciones y
todas las emociones sin necesidad de plasmarlas en palabras. Una gozada, un portento, un Goya a la Mejor
Actriz Revelación. Junto a ella, Inma
Cuesta, popular por su papel de "Margarita" en "Aguila
Roja", da vida a la valerosa Hortensia, una madre coraje que pare a su
hija en medio de la barbarie carcelaria y se niega a ver su espíritu e
idealismo doblegados. Jamás pensé que
Cuesta fuese tan buena actriz. Por si
faltaba alguien, también aparecen Myriam Gallego (la “Marquesa” asímismo de
"Aguila Roja"), Anna Wagener (inolvidable en "La Señora") o
Berta Ojea ("Ofelia" en "Mortadelo y Filemón"), que sin
duda eclipsan con sus papeles secundarios a actores algo más deslucidos como
Marc Clotet, Daniel Holguín, Emilio Linder o el ubicuo Antonio Dechent.
Película de mujeres que pretende
ser accesible a todo tipo de públicos, "La voz dormida" triunfa en el plano emocional pero naufraga
en cuanto a vehículo narrativo de una historia constatable. No obstante, mis propias impresiones
subjetivas me inducen a emitir un juicio positivo, pues a veces (no siempre) el
peso de los sentimientos decanta una balanza en la que el lastre del
maniqueísmo no debería emborronar la calidad intrínseca del alma del producto.
Luis Campoy
Lo mejor:
Inma Cuesta y, muy especialmente, la fabulosa María León
Lo peor:
el maniqueísmo que ya molesta, la caracterización de los pérfidos
villanos fascistas
El cruce:
"La lengua de las mariposas" + "Los girasoles
ciegos" + "El crimen de Cuenca"
Calificación: 8 (sobre 10)
Comentarios
Parece que la originalidad del cine español está a la par con la norteamericana, ellos rescatan películas de los 50 y héroes de comics, y nosotros erre que erre con la guerra civil.
Un saludo, Luis!