Cine actualidad/ "127 HORAS"
Cuando hace dos años ví "Slumdog Millionaire", quedé tan deslumbrado y fascinado por aquella maravillosa obra de arte cinematográfica, que, conociendo la carrera anterior de su director, recuerdo haber escrito que "seguramente a Danny Boyle le había sonado la flauta por casualidad". Después de ver anoche el nuevo trabajo de Boyle, "127 horas", no me queda otro remedio que afirmar que sí, que parece que los colores de la India y los efluvios del Ganges debieron aportar una inspiración irrepetible al director inglés, inspiración que ha expirado al retornar a Occidente...
"127 horas" narra la historia real de Aron Ralston, un joven aficionado al montañismo que, explorando en solitario un accidentado cañón rocoso en Utah, permaneció atrapado por una roca en una recóndita gruta durante 5 días, tomando finalmente la decisión de amputarse él mismo el brazo que tenía aprisionado, con el fin de escapar y sobrevivir... El auténtico Ralston logró superar su traumática experiencia, recuperó su vida normal, se casó, tuvo hijos e incluso publicó su autobiografía, “Between a rock and a hard place” (título que hace referencia a la dramática elección que tuvo que tomar para subsistir), la cual le convirtió en un personaje relativamente popular.
"127 horas", la película, no era un proyecto fácil de abordar. No sólo se contaba con el hándicap de que, durante la inmensa mayoría del metraje, el protagonista iba a aparecer solo en escena, sino que todo el mundo conocía el desenlace (la amputación del brazo aprisionado), y ésto había que plasmarlo en imágenes de modo que tuviese las dosis justas de realismo y de crudeza, pero sin resultar excesivamente morboso... Las decisiones creativas de Boyle, personalmente, me repatearon de principio a fin. Para empezar, esas primeras imágenes en las que la pantalla se fragmenta, me recordaron lo peor de la estética de los setenta. Enseguida, la música de A.R. Rahman (el compositor hindú cuyo estilo y sonoridad magnificó las bellísimas imágenes de "Slumdog Millionaire") se revela como el peor enemigo del film, con un sonido discotequero y delirante que no le pega ni con cola a la tensión que se va a vivir. Eso sí, el joven James Franco (el mejor amigo de Peter Parker en los tres "Spiderman” de Sam Raimi) realiza una excelente interpretación del protagonista, que pasa de darse unos ciertos aires de superioridad al principio a tener que solicitar desesperadamente la ayuda de cualquier semejante (ayuda que no llegó) durante los momentos más duros de su odisea. Ralston/Franco constituye un ejemplo prototípico de entereza y supervivencia, y su aplomo y determinación son dignos de todo elogio. ¿Qué haríais vosotros en una situación así, prisioneros en un agujero en el que nadie podría hallaros, sin comida y sin apenas bebida...? Quizá alguno, o muchos, simplemente se hubieran resignado a lo fatalista, pero nuestro héroe fue capaz de reunir fuerzas de donde no las tenía y no dudó en utilizar una pequeña navaja (no mucho mayor que la que yo llevo en mi llavero) para amputarse el brazo que se interponía entre él y el resto de su existencia. La escenita de marras es ciertamente impactante, y quizás Boyle pudo habernos ahorrado algo de sangre y de crudeza, pero creo que era poco menos que necesario que un shock como ése tuviese lugar para que las penalidades anteriores y la explosión de libertad posterior tuviesen auténtico sentido.
Sobre la factura técnica de la película (que incluye desde la equivocada banda sonora hasta los epilépticos movimientos de cámara, pasando por una fotografía sobresaturada y un montaje sincopado), ya he argumentado anteriormente que constituyen aspectos estéticos que a un servidor no le convencieron en absoluto, lo cual no quita para que el drama sí esté representado con adecuada propiedad. Está claro que no siempre se puede dar en el clavo y que no todo lo que hacemos puede complacer a todo el mundo, así que lo mejor es quedarnos, en cualquier caso, con ese mensaje de valentía, superación y esperanza que tan bien transmite "127 horas".
Luis Campoy
Lo mejor: James Franco
Lo peor: la música, el absurdo cameo de Treat Williams haciendo de padre del protagonista
El cruce: “Máximo riesgo” + “Náufrago” + “Camino a la libertad”
Calificación: 7 (sobre 10)
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