Cine actualidad/ "TRON LEGACY"

Cuerpo digital, alma ausente




Hace pocas semanas volví a ver “Tron”, de Steven Lisberger, un director que, no por casualidad, tenía un nombre y un apellido que parecían constituir una especie de cacofonía de los del famosísimo Rey Midas de Hollywood. La primera vez que la ví, allá por 1982, me resultó una experiencia ciertamente deslumbrante en lo visual, pero bastante decepcionante en lo argumental. A quien sí debió entusiasmarle fue a un tal Joseph Kosinski, quien, 28 años después, y con el beneplácito de Lisberger, ha firmado esta secuela que no es sino más de lo mismo. Tanto la primera entrega como esta tardía continuación pretenden revolucionar la técnica cinematográfica, pero es evidente que los méritos de la una y de la otra no pueden ser evaluados según el mismo baremo. El primer “Tron”, con todos sus defectos, fue uno de los primeros films en incorporar efectos infográficos, muy pedestres si se quiere, pero sorprendentes y revolucionarios para aquellos incipientes años 80. La secuela, sin embargo, es una más en una cascada de cien mil películas diseñadas gracias a un potentísimo ordenador, irreprochable en su factura técnica, tan fría como la original pero ya desprovista de su singularidad. Si la historia de Kevin Flynn (Jeff Bridges), quien se introducía en el peligroso juego de ordenador que él mismo había creado y se convertía en una especie de gladiador cibernético, ya resultaba infantil y repetitiva, este “Tron Legacy” (“El Legado de Tron”, para los no anglófilos) no es sino una rutilante y deslumbrante pirotecnia en la que no sólo Flynn sino también su hijo Sam (Garrett Hedlund) se zambullen en un universo de bits y pixels y se hartan de pilotar motos y coches de luz y de lanzar frisbees de colorines. Supongo que si hubiera podido verla en 3-D estaría siendo algo más benévolo (la tridimensionalidad era, precisamente, lo que le confería a la no tan magistral “Avatar” esa calidad suplementaria), pero este nuevo juguete de Disney me parece tanto o más aburrido que el original, igual de pueril pero muchísimo menos revolucionario. Un Jeff Bridges (último ganador del Oscar por “Corazón Rebelde”) ya sexagenario se encarga no sólo de interpretar al envejecido Kevin Flynn sino también a su pérfida y juvenil copia digital, Clu, y me temo que en ambos registros resulta poco creíble. Garrett Hedlund no es sino uno más de los cachorros guapos y saludables de la última cantera del cine yanqui, y, en todo caso, quienes más destacan son los secundarios, con un divertido Michael Sheen, una aguerrida Olicia Wilde y un resultón Bruce Boxleitner, del que casi nadie habla pero que, al igual que Bridges, repite papel 28 años después. Irreprochable en lo visual, “Tron Legacy” es una maquinaria rutilante pero fría, un cuerpo hermoso desprovisto de alma, una copia actualizada y quizás mejorada pero huérfana de originalidad.



Luis Campoy



Lo mejor: los efectos especiales


Lo peor: el exceso de efectos especiales, la poca entidad de los personajes humanos


El cruce: “Tron” + “Matrix” + “Gladiator”


Calificación: 5 (sobre 10)

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