Cine actualidad/ "MADRES E HIJAS"

Maternidad y responsabilidad




Una mujer madura de difícil carácter, que acaba de perder a su madre anciana y se plantea intentar localizar a la hija que tuvo siendo adolescente y entregó en adopción... Una abogada treintañera que presume de su independencia y que, cuando queda sorpresivamente embarazada, pretende encontrar a la madre que nunca conoció... Una muchacha negra que no puede tener hijos propios y que decide adoptar uno, incluso a pesar de las reticencias de su marido... Estas tres son las historias sobre las que se vertebra el guión de la nueva película de Rodrigo García, que no es un "García" cualquiera sino nada más y nada menos que el hijo del genial escritor Gabriel García Márquez. García, que anteriormente había rodado “Cosas que diría con sólo mirarla” o “Nueve vidas”, se consagra con esta nueva obra como uno de los más cualificados sucesores del gran George Cukor, especialista en realizar películas sobre mujeres. Pero no sólo de Cukor bebe García, sino también del no menos aclamado Robert Altman, maestro en construir libretos corales en los que un sinfín de personajes y sus respectivas trayectorias vitales, aparentemente inconexas, acaban cruzándose en un final que pretende ser original. En el caso de "Madres e hijas", la originalidad del desenlace brilla por su ausencia, lo cual no es malo ni es bueno para una obra de ritmo sosegado que, evidentemente, no será plato de gusto para adolescentes adictos a la adrenalina, la violencia y las emociones fuertes. Las emociones que nos describe García están destinadas a conmover a un público maduro en general y femenino en particular, y nos hacen reflexionar sobre lo que significa ser hijo (hija), ser madre, ser libre y ser consecuente con las decisiones tomadas.



El ascendente latino de Rodrigo García le hace no ser del todo imparcial ni objetivo con los personajes que describe, y por éso, mientras que las mujeres típicamente norteamericanas tienen comportamientos en algún caso censurable y su temperamento agreste les juega no pocas malas pasadas, los caracteres afroamericanos (ésto es, de raza negra) o directamente sudamericanos son quienes salen mejor parados, desde el jefe del bufete de abogados capaz tanto de enamorarse de su joven empleada como de alejarse de ella para no sufrir, sin por ello desentenderse de su paternidad cuando sospecha que el hijo que espera es suyo, hasta la joven ansiosa de ser madre a toda costa, que no dudará en aceptar a la hija de una mujer blanca de la que no sabe absolutamente nada, pasando por el simpático enfermero al que no arredran los continuos desprecios de la mujer de la que se ha enamorado.



En el ecléctico reparto de "Madres e hijas" podemos encontrar a una a ratos irreconocible Annette Bening, que actúa muy bien pero que parece que ha recurrido al peor cirujano plástico de Hollywood, uno que utiliza bótox comprado en el mercadillo. Naomi Watts interpreta convincentemente a la abogada, un fondón Samuel L. Jackson hace de su jefe y un campechano Jimmy Smits se viste de enfermero. Desde luego que no se trata de una película especialmente entretenida, en el sentido palomitero del término, pero está llena de momentos que tocan la fibra sensible y a buen seguro que nos hará reflexionar a todos quienes nos hacemos múltiples preguntas sobre nuestro origen y nuestra trascendencia, sobre la familia y sobre nosotros mismos.



Luis Campoy



Lo mejor: las actrices


Lo peor: los retoques faciales de Annette Bening


El cruce: "Vidas cruzadas" (nunca mejor dicho) + "Armas de mujer" + "American beauty"


Calificación: 8 (sobre 10)

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