Cine actualidad/ "ROBIN HOOD"
¿Arquero o gladiador?
En 1991, cuando se hallaba en la cúspide de su fama, Kevin Costner protagonizó una versión más realista y sucia de la inmaculada historia del arquero del bosque de Sherwood que en los años 30 inmortalizó al apolíneo Errol Flynn, quien a su vez lo había heredado del saltimbanqui Douglas Fairbanks. Aquel "Robin Hood, Príncipe de los Ladrones" constituye un claro precedente de esta nueva versión que nos presenta el gran Ridley Scott, en el que el realismo y el drama le ganan claramente la partida a la comedia y la aventura infantil. Se ha comparado mucho y desde el principio a este film con "Gladiator", y no sólo porque comparten director y protagonista, Russell Crowe, sino por su visión adulta y pretensiones historicistas y, obviamente, por su puesta en escena.
La historia que se nos cuenta comienza cuando el legítimo Rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de León, regresa a casa tras haber ido a combatir en las Cruzadas. No contento con enfrentarse a los moros, el belicoso Ricardo continúa luchando con cuantos enemigos se encuentra al paso, de modo que, durante el asedio a un castillo francés, muere con las botas puestas. Su muerte permite que uno de sus caballeros, Robin Longstride, castigado por haber tenido el valor de decirle el Rey las verdades que éste no deseaba escuchar, recupere la libertad y emprenda el rumbo hacia Inglaterra, no sin antes cruzarse en el camino de Sir Robert Loxley, el encargado de trasladar el cadáver del monarca y la corona sin dueño, quien ha caído en una emboscada urdida por el pérfido Sir Godfrey, una especie de agente doble que conspira secretamente con el Rey francés. Longstride no sólo entrega la corona al hermano de Ricardo, Juan Sin Tierra, sino que accede a comunicar personalmente al padre de Loxley el fallecimiento de su hijo. Una vez en las propiedades de éste, en el condado de Nottingham, se ve obligado a asumir la identidad del muerto, con lo que Robin Longstride se convierte en Robert/Robin Loxley, que enseguida pasará a ser conocido como... Robin Hood.
Como puede verse, en realidad el argumento se asemeja a grandes rasgos a lo que desde siempre hemos conocido, si bien la pretensión de Ridley Scott y sus guionistas Brian Helgeland y Tom Stoppard, éste sin acreditar, es la de ajustarse mucho más a la realidad histórica de la época, por lo que la mayor parte del metraje se recrea en diálogos eruditos sobre el Estado y el poder y en escenas que hasta ahora habíamos dado por supuestas, no siendo hasta el mismísimo epílogo cuando Robin Hood se convierte en ese forajido justiciero que roba a los poderosos para repartir el botín entre los más necesitados. Mal que me pese y aún tratándose de una película al servicio de mi actor favorito, Russell Crowe, tengo que admitir que esperaba más de este nuevo "Robin Hood", lo cual equivale a tener que reconocer que me decepcionó un poco. La verdad es que, mirándolo bien, en líneas generales me gustó bastante más la citada versión de Kevin Costner, a pesar de que éste último y su imposible peinado chirriaban bastante. Por lo menos, había mucha más acción, se respetaba la imagen icónica y la trama que todos conocíamos, e incluso aparecía un villano (encarnado por Alan Rickman) realmente memorable. En esta ocasión, existen, por desgracia, demasiados momentos en los que uno siente deseos de bostezar, casi como si Scott considerase que la comedia (que se expende con cuentagotas) y un exceso de aventura fuesen enemigas acérrimas del rigor histórico. Con todo, la fotografía de John Mathieson es simplemente maravillosa, la música (ay, qué añoranza de aquella banda sonora de Michael Kamen y de la canción que cantaba Bryan Adams) de Marc Streitenfeld es más que correcta y posée un motivo principal definido, y la encantadora Cate Blanchett, que da vida a Lady Marian, le da sopas con honda tanto a Olivia De Havilland como a Mary Elizabeth Mastrantonio, sus ilustres precursoras (el resto de secundarios, desde el eterno villano Mark Strong hasta el “agorero” Oscar Isaac, pasando por el venerable Max Von Sydow, no se esfuerzan demasiado en hacer sombra a la pareja protagonista). Quizás si se hubiese respetado más el libreto original, titulado simplemente “Nottingham” y en el que Robin Hood y su némesis el Sheriff de Nottingham (finalmente reducido a ridícula comparsa) eran tan parecidos el uno al otro que había de interpretarlos el mismo actor, nos hallaríamos ante una valoración algo diferente, pero mi percepción es que este “Robin Hood”, con todos sus valores, no logra definir su “tono” y no consigue atrapar a su público potencial, ni al adolescente ávido de acción ni al sector más maduro y deseoso de recibir una lección de Historia.
Luis Campoy
Lo mejor: la fotografía, Russell Crowe, Cate Blanchett
Lo peor: la escasez de acción y el exceso de diálogos, el barrigón de Russell Crowe
El cruce: “Robin Hood, Príncipe de los ladrones” + “Braveheart” + “Gladiator”
Calificación: 7,5 (sobre 10)
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