Haciendo amigos


A pocas fechas del primer cara a cara entre Zapatero y su homónimo estadounidense, el ultramediático Barack Obama, el Gobierno de España ha vuelto a meter la pata… hasta el muslo. Si antaño fue el desprecio a la bandera de las barras y estrellas durante un desfile militar, nuevamente el Ejército vuelve a ser el foco de los problemas. Durante una visita teóricamente rutinaria a las tropas destacadas en Kosovo, la superministra Carme Chacón anunció sorpresivamente que antes del final del verano los chicos regresarían a casa. El precedente estaba claro: cuando accedió al gobierno hace cinco años, Zapatero se apresuró a cumplir una de sus promesas electorales, cual fue la retirada de las tropas de Iraq, a donde nos había metido José María Aznar a rebufo del imperialismo de su mentor George W. Bush. La razón para devolver a España aquel contingente militar tenía su origen en la “ilegalidad e inmoralidad” de la invasión norteamericana, y, como formaba parte del programa electoral, la comunidad nacional e incluso la internacional no tuvo más remedio que tragar (durante los años posteriores, todavía había quien se preguntaba por qué Bush no quería ni oir hablar de España). En cuanto a Kosovo, el origen de todo está en la llamada Guerra de los Balcanes que se desató hace diez años, y que tuvo un tardío epílogo más o menos inesperado. Cuando estalló el conflicto, España, miembro aliado de la OTAN para lo bueno y para lo malo, tuvo que enviar tropas como hicieron los demás países de la Alianza (quienes acordaron “entrar juntos y salir juntos” de los Balcanes en cuanto se considerara que el peligro potencial había pasado), pero la posterior declaración de independencia de los kosovares obligó a España a inventarse sobre la marcha un posicionamiento político ante un caso que mimetizaba nuestro conflicto vasco: un territorio que casi de la noche a la mañana decidía independizarse y que, casi contra pronóstico, recibía el respaldo de casi todo el mundo. El gobierno español se negó a reconocer la legitimidad de la nueva república kosovar, pero, obligado por su compromiso con sus socios en el Tratado del Atlántico Norte, no tuvo otro remedio que mantener un destacamento que ahora, un año después, pretende retirar. Argumentó la ministra que “el peligro había pasado”, y puede ser verdad, pero, una vez más, hay que tirarle de las orejas a Zapatero por el modo en que hace las cosas. Que sí, que España no es militarista y que puede que en Kosovo ya no haya una mecha a punto de prenderse, pero ¿qué menos que advertir oportunamente, aunque sea por mera cortesía, a los partidos políticos nacionales, al Congreso de los Diputados, a la Alianza Atlántica e incluso al propio Obama, del que todo el mundo quiere ser el muy mejor amigo? Por Dios, si resulta que ni siquiera el ministro español de Asuntos Exteriores, el simpar Moratinos, estaba informado del asunto… Conste que no estoy cuestionando la soberanía patria ni la libertad de iniciativa de Zapatero, que es aliado de la OTAN y Obama pero no tiene por qué ser su esclavo ni su perro faldero, pero actuar de esta manera unilateral perjudica claramente a todas las partes implicadas. Si retiras a las tropas españolas de Kosovo, estás obligando a la OTAN a pedirle a otro país aliado que arrime el hombro reponiendo idéntico número de soldados; si te “rajas” de una misión sin avisar, estás dándole a entender a tus socios que no eres muy de fiar, pues puedes volver a jugársela en cualquier momento; y, si, en cualquier caso, eres español, demócrata y un poco liberal, ya tienes motivos para preguntarte por qué narices le has regalado el voto por segunda vez a un Zapatero que no termina de salir de una para meterse en otra. Porque no olvidemos que ésto viene poco después del frenético acoso al PP (con polémica cacería incluída), de la derrota en las elecciones gallegas, de la creciente soledad parlamentaria del grupo socialista que impide aprobar nuevas medidas contra la crisis económica y, sobre todo, del anuncio de la reforma de la Ley del Aborto, que no sólo ha hecho levantarse en armas (es un decir) a la Iglesia sino que ha irritado profundamente a los creyentes y amenaza incluso con colapsar las procesiones de Semana Santa. Mal asunto, muy mal asunto, cuando se solivianta, simultáneamente, al estamento eclesiástico y al militar. Y mejor me callo para no parecer demasiado… tremendista.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Lo de Zapatero y su "equipo" es una pena...

ESPAÑA NO MERECE TENER UN GOBIERNO ASI.

y lo peor esque ves y oyes a Zapatero y debe creerse todo lo que dice, pero claro solo debe creerselo él porque te quedas asombrada la cantidad de cosas que él dice que se arreglan o que se van arreglando o que se arreglaran y lo verdaderamente indignante es que no hace nada por arreglar nada.
pero nada de nada aunque todo su "equipo y él" estén siempre tan sonrientes.

un abrazo

MARISA

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