Cine/ "GRAN TORINO"
“Karate Kid” al revés
Que no, mamá, que “Gran Torino” no es el nombre de ningún periodista televisivo italoamericano emparentado con el hispánico Gran Wyoming… Se trata, más bien, de un modelo de coche Ford que el mecánico jubilado Walt Kowalski (Clint Eastwood) conserva con mimo a pesar de que nunca lo conduce. Años atrás, Kowalski, veterano de la Guerra de Corea, formó parte de la cadena de montaje de su preciado vehículo, y dedica gran parte de su (abundante) tiempo libre a lavarlo y sacarle brillo. Hasta que un adolescente oriental que acaba de instalarse en la casa de al lado intenta robárselo, como parte de un ritual de iniciación para su ingreso en una peligrosa banda de delincuentes asiáticos. Kowalski no sólo perdona al muchacho, sino que se encariña con su familia más de lo que nunca lo ha estado con la suya propia, y, merced a ello, finalmente tomará una decisión de importancia trascendental. Este sería, en líneas generales, el argumento de esta segunda película que Clint Eastwood ha rodado y estrenado tras “El Intercambio”. Vaya tipo. Historia viva del Cine, genio y figura, la arruga es bella, la mojama es enjuta y el trabajo es más adictivo que el bourbon. A los 78 añazos, Eastwood piensa en cualquier cosa menos en dejar de dirigir películas, cuantas más y más seguidas, mejor. Afirma, no obstante, que “Gran Torino” será su última intervención como actor, lo cual no deja de ser una lástima. Yo, como cualquier hijo de vecino, me descubro ante el talento de este hombre, y ante su perseverancia, y ante su encomiable cruzada por recuperar y/o mantener el clasicismo en el Séptimo Arte. Ahora bien, ¿cualquier película dirigida por el abuelo Clint ha de ser considerada una obra maestra? Durante los últimos años, nuestro hombre ha filmado títulos excelentes como “Sin perdón”, “Los puentes de Madison”, “Million Dollar Baby”, “Cartas de Iwo Jima” o la propia “El intercambio”, pero también productos más bien mediocres como “El principiante”, “Space Cowboys”, “Ejecución inminente” o “Banderas de nuestros padres”. Personalmente, incluyo a “Gran Torino” en este último grupo, y me importa un… Torino que, al igual que sucedió alrededor de “Wall-E” o incluso “El caballero oscuro”, la mayoría de la crítica se haya confabulado para tildarla de súmmum del arte cinematográfico. El planteamiento de la película, el poco brío de su puesta en escena y su modesto acabado técnico se quedan a años luz de las ambiciones y logros de “El intercambio”, como si el hecho de tener que desdoblarse en director y actor hubiera impedido a Eastwood mantener el mismo nivel de concentración. Tampoco su actuación pasará a la historia, por mucho que su curriculum y su personalidad nos predispongan permanentemente a favor suyo; demasiadas muecas y gruñidos a cámara, demasiados escupitajos heredados de su pistolero Josey Wales de “El fuera de la Ley”. El triunfo en taquilla de “Gran Torino” hay que buscarlo no en sus valores puramente cinematográficos (recordemos que “Un chihuahua en Beverly Hills” también ha amasado un taquillaje sensacional y nadie ha pretendido encumbrarla al Olimpo del celuloide) sino en su manipuladora mezcla de géneros, en la que los referentes no son “Harry el sucio” y “Bienvenidos al Paraíso”, sino “El justiciero de la ciudad” y, sobre todo, “Karate Kid”. La comparación con este popular film de John G. Avildsen no es nada casual ni gratuita, y, a poco que nos esforcemos, nos daremos cuenta de que lo que Eastwood ha hecho no es sino una especie de remake en sentido inverso, en el que, en lugar de un anciano (asiático) ayudando a un muchacho (americano) a enfrentarse a sus enemigos (americanos) según un estilo de lucha oriental, encontramos a un anciano (americano) intentando que un chico (asiático) resuelva sus problemas con unos pandilleros (asiáticos) según el “modo americano”. Confieso que la primera mitad del film, un pelín aburrida, da paso a un segundo acto en el que el humor, los valores humanos y un poco de acción consiguen que el espectador llegue a emocionarse y a participar del juego sabiamente urdido por el realizador. Sin embargo, el final elegido por Eastwood no sólo es una patada alevosa en los mismísimos, sino que nos retrotrae a los lejanos tiempos de “La vida es bella”, con lo que su supuesto mensaje de tolerancia se convierte en una vacua apología de la eutanasia, sospechosamente similar a la que ya se apuntaba en “Million Dollar Baby”. Y no cuento más por no destrozar de todo la “sorpresa” final. En cualquier caso, sí diré que el modo en que culmina “Gran Torino” te deja el mismo sabor de boca que si, por poner un ejemplo, cuando Meryl Streep está cantando “The winner takes it all” hacia el desenlace de “Mamma Mia”, un tifón se desatara en la paradisíaca isla griega en la que se había desarrollado tan risueño canto al optimismo, y, de resultas del mismo, todos los protagonistas perecieran entre escombros y árboles arrancados. En fin, ya sabéis que yo no debo entender mucho de cine, puesto que “Cortocircuito” me entretuvo más que “Wall-E” y “Batman begins” me gustó más que “El caballero oscuro”, por lo que me permitiréis que me atreva a afirmar que, si tengo que elegir, prefiero “Karate Kid” a “Gran Torino”.
Luis Campoy
Lo mejor: Clint Eastwood (cuando no gruñe a cámara), el tramo central de la película
Lo peor: el inicio renqueante, el traumático desenlace
El cruce: “Karate Kid” + “El justiciero de la ciudad” + “Mentes peligrosas”
Calificación: 7 (sobre 10)
Comentarios
Alburkerke
Sobre “Gran Torino”: Tendrías que leer el grueso de las críticas que circulan por ahí; parece que, tan sólo por haber sido dirigida por Clint, ya se merece todos los parabienes y todos los elogios.
Alburkerke
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