
Lo peor de la Navidad es que se termina. Se pasa, se va, y no vuelve hasta el año siguiente. En una de esas cajas, a veces (mal) llamadas “cestas” y que contuvieron botellas de vino y turrones, no caben las sonrisas, los villancicos y las pequeñas o grandes nostalgias acaecidas durante tantas fechas entrañables. A veces, ni siquiera caben las figuritas del Belén o las guirnaldas del árbol que las ocupaban antes de las Pascuas y que un día reemplazaron a los turrones y los vinos originales. Esta mañana, en el bar donde desayuno, aún seguía luciendo, altivo en su intermitencia, el abeto que custodia su entrada, y sobre la vitrina expositora seguía estando el Belén de cartulina recortado y coloreado por los hijos del propietario. Pero ¿de qué me quejo? En mi oficina las navidades siguen vigentes, en forma de enormes figuras policromadas que yo mismo, a instancias de mi querido encargado, distribuí sobre un lienzo de terciopelo encarnado, y que están condenadas a mantenerse en tal lugar en tanto en cuanto mi encargado no me ordene lo contrario. Por mi parte, el mismísimo día siete, en cuanto llegué de trabajar, me puse manos a la obra, y entre mi padre y yo desbaratamos todas las alegorías del Nacimiento que con tanta ilusión y algarabía mis niños colocaron o jalearon un mes atrás. Esa es otra razón para que el final de las Fiestas me ponga tan triste: cuando se instala el Belén tengo ayudantes infantiles y suenan de fondo los villancicos, mas, a la hora de retirarlo, mi único colaborador tiene ochenta y tres años y ni canta ni apenas oye (el pobre) las melodías navideñas… ni casi ninguna otra.
4 comentarios:
A mí también me da penica cuando se acaba la Navidad, siempre han sido unas fechas que me han gustado mucho... Creí que con el paso de los años y las diferentes circunstancias dejarían de tener ese encanto y aunque he de admitir que ya no son lo que eran, siguen pareciéndome unas fechas un poco mágicas, aunque esté tan de moda decir lo contrario y criticarlas...
Es ley de vida,
todo lo que empieza, acaba,
pero hasta dentro de doce meses,
en el que estaremos esperándola
otra vez, así es la vida...
Para Azusa: Es cierta una cosa que dices, que, al ir creciendo, o madurando, o ¿qué diablos?, envejeciendo, las Navidades ya no son lo mismo... pero, aún así, son unos días especiales, sobre todo cuando los iluminan las sonrisas de los niños.
Para Mulder/Expediente X: Sí, la vida es un ciclo, un principio sin final... C'est la vie !!
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