Cine/ "APPALOOSA"



Dos pistoleros y un western

“Appaloosa” es la segunda película como director del (estupendo) actor Ed Harris, uno de esos calvos cinematográficos que hace de su alopecia un motivo de orgullo del que prácticamente nunca reniega. Tras la dramática “Pollock”, en la que Harris se dirigía a sí mismo para dar vida al controvertido pintor Justin Pollock, ahora prueba fortuna en el género más inequívocamente norteamericano: el western. Si el sheriff que interpreta el Harris actor resulta peligroso y temible por su sangre fría y casi infalible manejo del revólver, el Harris director de “Appaloosa” tiene un peligro todavía mayor: si te lo dejas de lado un minuto, se pone a rodar y rodar y rodar y no para. “Appaloosa” tiene cosas muy buenas, pero está llena de secuencias demasiado largas, de situaciones superfluas, de personajes innecesarios. Personalmente, me encanta el western, y siempre procuro ver en cine todos aquéllos que consiguen hacerse un hueco en las pantallas españolas. Disfruté mucho con la reciente ”El Tren de las 3:10”, no me perdí “Sin Perdón”, “El Jinete Pálido”, “Arma Joven”, “Tombstone” o “Rápida y Mortal” y “Silverado” sigue siendo aún una de mis películas favoritas. Lamentablemente, “Appaloosa” da la razón a quienes sostienen que el western es, en sí mismo, un género reiterativo, un espectáculo ya visto, un divertimento sólo disfrutable por los más acérrimos admiradores del folklore norteamericano. En este caso, Appaloosa no es una raza de caballo, sino el nombre de una polvorienta ciudad a la que el todopoderoso hacendado Randall Bragg (Jeremy Irons) ha dejado sin sheriff y, por lo tanto, sin ley. Para ocupar el cargo vacante llegan dos pistoleros llamados Virgil Cole (Ed Harris) y su socio Everett Hitch (Viggo Mortensen), quienes, a cambio de asumir el control casi total del pueblo y la imposición incontestable de sus propias leyes, se proponen hacer cumplir éstas para proteger aquél. Las cosas parecen bien encaminadas para los dos justicieros con estrella hasta que hace su aparición una pianista (Renee Zellweger) que desequilibrará la balanza. Como dije anteriormente, las intenciones del director Ed Harris son buenas y su dominio del género, en su vertiente más clásica, es ciertamente estimable. Pero para crear un buen western, como para crear, en general, cualquier buena película, no basta con tener dos héroes atractivos, un villano interesante y tres grandes actores para darles vida. Harris pretende crear una obra minimalista basada en una poderosa puesta en escena, una fotografía naturalista y la precisa caracterización de sus cuatro protagonistas, pero no se da cuenta de que lo auténticamente minimalista es el hilo argumental del que dispone, alrededor de cuyo esqueleto intenta vanamente tejer una red de pequeñas anécdotas servidas por personajes demasiado episódicos o que, si adquieren relevancia, es sin venir a cuento, todo ello narrado con un ritmo pausado, que pesa tanto más cuanto se trata, como solía suceder en el Lejano Oeste, de hombres poco o nada habladores, celosos de su intimidad o parcos a la hora de exteriorizarla. A este film le sobran 15 ó 20 minutos, sin los cuales estoy seguro de que estaría hablando de manera bastante diferente de una obra que, por otra parte, contiene elementos muy elogiables, como la actuación de Harris, Irons y Mortensen o la espléndida fotografía. Claro que a las deficiencias de ritmo y duración también hay que añadir un par más: la música es bastante pegadiza, quizás demasiado, pero no deja de constituir un plagio de “El Virginiano”; y, sobre todo, la contratación de Renee Zellweger para interpretar a la heroína es un error irreparable que no se puede justificar. De hecho, me temo que, de un tiempo a esta parte, Zellwegger ha sido el lastre de todas aquellas películas en las que la he visto. No sólo está cada día más fea, lo cual tal vez no sea culpa suya, sino que sus tics y sus mohínes resultan especialmente indigestos. Hacernos creer que un hombretón como Ed Harris pueda sentirse atraído por una mujer así resulta tan difícil de aceptar que toda la credibilidad del film acaba seriamente mermada.

Luis Campoy

Lo mejor: Ed Harris, Jeremy Irons, el tiroteo en el que el primero queda cojo
Lo peor: Renee Zellwegger, la excesiva e injustificada duración de la mayoría de las secuencias, la absurda participación de los indios
El cruce: “Silverado” + “Río Bravo” + “El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”
Calificación: 6,75 (sobre 10)

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