Me gusta este Barça, sí… pero no me gustan nada, nada sus dirigentes
Ayer se produjo un nuevo y lamentable episodio dentro de la eterna confusión que impera entre Deporte y Política, en su vertiente “separatismo/antiespañolismo”. Justo después de redactar el anterior artículo, en el que alababa el buen juego del equipo y la buena gestión del vestuario que está esbozando Pep Guardiola, resulta que al impresentable Joan Laporta se le ocurre organizar un cacao de padre y muy señor mío a cuenta de su muy respetable pero cada vez más indigesto sentimiento catalanista. Me parece muy bien que uno sea lo que sea y piense lo que piense a nivel privado e individual, pero es una abominación institucional lo que hizo Laporta: con todos los jugadores y técnicos a punto de subir al avión que debía transportarlos de Italia a Estados Unidos, rehusó volar con la compañía Air Berlin tan sólo porque la tripulación “no potenciaba el idioma catalán”. El todavía Presidente (espero que por poco tiempo) del Barça prefirió perder los dineros invertidos en la contratación del aeroplano y buscarse sobre la marcha otro de una compañía más políglota. Exigirle a una empresa alemana que, además de hablar alemán, inglés, francés, italiano y español, tenga también que hablar la lengua de Joanot Martorell, Lluis Llach y Carod Rovira me parece un disparate, una estupidez, una aberración, una vergüenza. Lo que consiguen estos independentistas fanáticos, estos tiranos de la alienación, es única y exclusivamente separar antes que unir, enfrentar antes que hermanar, provocar el rechazo y aun el odio generalizado hacia esa Patria a la que tanto dicen amar. Ojalá la inminente asamblea de compromisarios ponga las cosas en su sitio y le dé a Laporta una buena patada en su culo catalanista que tanta mierda está vertiendo encima de quienes pensamos que el Barça es el mejor club… de fútbol.
Comentarios