Cine/ "Las Crónicas de Narnia: EL PRÍNCIPE CASPIAN"


Al menos, no es casposa


Al celebérrimo dicho acerca de que “Nunca segundas partes fueron buenas” sólo cabe oponer, cinematográficamente hablando, unos pocos ejemplos de secuelas que han logrado superar a sus originales: “La Novia de Frankenstein”, “Desde Rusia con Amor”, “El Padrino 2”, “El Imperio Contraataca”, “X-Men 2”, “Spiderman 2” y, muy probablemente, la aún no estrenada aquí “El Caballero Oscuro”. Era previsible, por tanto, que “Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspìan” no mejorase los réditos de “Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario”, aunque, afortunadamente, tampoco los desluce demasiado.

Como ya dijimos en el momento del estreno de la primera película basada en la saga de C.S. Lewis, “Las Crónicas de Narnia” se concibió de modo contemporáneo y casi paralelo a “El Señor de los Anillos”, dado que los autores de ambas obras eran amigos. Al igual que mucha gente, opino que J.R.R. Tolkien supo dotar de más enjundia mitológica y mayores dosis de dramatismo y aventura a sus relatos llenos de hobbits, elfos y orcos, mientras que Lewis pareció concentrarse más en elaborar metáforas religiosas a partir de las cuales narrar las peripecias de los cuatro hermanos Pevensie, que, cuales modernos Mesías, deben cumplir su destino de liberar a la hermosa tierra de Narnia de la opresión de la malvada Reina Blanca. “El Príncipe Caspian” no aporta absolutamente ninguna novedad a lo ya visto en “El León, la Bruja y el Armario”, aunque sí adolece de una preocupante infantilización y esquematismo, como si los recientes fracasos de “Stardust” y “La Brújula Dorada” hubieran impulsado a los productores a concentrarse en multiplicar los efectos especiales y de maquillaje y las secuencias de batalla, en detrimento de una mayor profundización en la psicología de los personajes.

Si alguien esperaba encontrar en este retorno a Narnia diálogos inteligentes, situaciones realmente dramáticas o un análisis introspectivo de los héroes ya conocidos o de sus nuevos compañeros de armas y antagonistas, se va a quedar con las ganas. Como mucho, cabe celebrar la presencia del joven actor Ben Barnes (que incorpora al Príncipe Caspian del título, el cual debió haberse traducido “Caspio”, como se traduce del inglés el nombre de dicho Mar, y que, en cualquier caso, supera la prueba HS al no poder confirmarse que sobre sus hombros pese la lacra de la caspa), un indudable acierto de casting con el que se pretende forzar un improbable romance entre él y la antaño prometedora Anna Poplewell (“Susan”), quien debería hacerse algo en esos labios que casi no caben en la pantalla. El italiano Sergio Castellito incorpora al malo de la función en un registro de lo más tópico, y la española Alicia Borrachero (“Periodistas”, “Hospital Central”) deambula haciendo de esposa de este último. Incluso se ha traído de vuelta (sin ton ni son, por cierto), a la Reina Blanca a cargo de la reciente ganadora del Oscar Tilda Swinton y al majestuoso león Aslan, nuevamente doblado en inglés por el gran Liam Neeson.

Película familiar que ni se avergüenza de serlo ni aspira a ser otra cosa, hay que reconocerle al “Príncipe Caspian” la apabullante belleza de su fotografía y la espectacularidad de sus combates y batallas, cuya visualización y ejecución rozan la perfección.

Lo mejor: los efectos especiales y las secuencias de batalla
Lo peor: su casi vergonzante infantilismo
El cruce: “Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario” + “El Señor de los Anillos: Las Dos Torres”
Calificación: 6,5 (sobre 10)

Luis Campoy

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