Cine: mi crítica de "TRANSFORMERS"
Hace un par de años, en algún lugar de la televisión, ví un anuncio en el que un coche de cuya marca y modelo no puedo acordarme se transformaba en robot gigantesco que, ni corto ni perezoso, se ponía a bailar. Este último invierno, aquel afortunado spot era objeto de una secuela en la que el susodicho vehículo se atrevía a patinar sobre hielo. Ambos anuncios estaban claramente basados en el concepto de la gama de juguetes “Transformers” desarrollado por la multinacional Hasbro, los cuales dieron origen a varias series de animación y a alguna que otra colección de comics, ninguna de las cuales, por cierto, cayó nunca en mis manos.
Animado, según se dice, por el hecho de que sus hijos juegan o jugaban con algunos de aquellos robots capaces de transformarse en todo tipo de vehículos, el llamado Rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg, tuvo la brillante idea de orquestar una película de largo metraje basada en la popular línea de juguetes Como quiera que el proyecto no parecía lo bastante “serio” como para merecer su atracción total y absoluta, recuperó su faceta de productor (ya exhibida desde hace veinticinco años en títulos como “Poltergeist”, “Gremlins”, “Los Goonies” o “La Máscara del Zorro”) y contrató a Michael Bay, un director cuya carrera se ha cimentado sobre films de gran presupuesto cuya única pretensión es apabullar al espectador a golpe de acción trepidante y exhibición de cegadores efectos especiales.
Bay, habitualmente asociado al productor Jerry Bruckheimer (“Piratas del Caribe”), ha firmado, entre otras, “Dos policías rebeldes” y su secuela, “Armageddon” y “Pearl Harbor”, las cuales obtuvieron tan elevados taquillajes como rechazo por parte de la crítica. Paradójicamente, su obra más afortunada, cinematográficamente hablando, “La Isla”, fue la que obtuvo menores beneficios, por lo que el muchacho ha tomado la decisión de regresar al terreno que mejor conoce, y nada mejor que hacerlo poniendo en imágenes las andanzas de estas dos razas de robots alienígenas, los bondadosos Autobots y los pérfidos Decepticons, capaces de ocultarse bajo la apariencia de simples coches, todoterrenos, aviones, helicópteros o incluso radiocassettes.
Lo primero que hay que alabar de “Transformers”, la película, es su generosidad. Gracias a ella, “Spiderman 3” parece una obra maestra del drama y la introspección psicológica, “Piratas del Caribe 3” se antoja el súmmum de la diversión y el entretenimiento y “Shrek 3” se convierte en paradigma de la originalidad. Dicho de otra manera: “Transformers” posée uno de los guiones más estúpidos que soy capaz de recordar, sus diálogos deben ser los mismos que el hijo de Spielberg improvisaba cuando jugaba con sus robotijos a la edad de tres años, sus actores humanos (con una única excepción) merecerían ser aniquilados de la faz de la tierra y su mastodóntica duración debería haber sido aligerada como mínimo en cuarenta y cinco minutos, más o menos el tiempo que suman las escenas en las que no aparecen en pantalla los robots protagonistas.
¿Por qué en un film de las características de “Transformers”, basado única y exclusivamente en sus maravillosos, alucinantes, fascinantes y magistrales efectos especiales (lo digo en serio), se pierde tanto tiempo en presentar a una serie de personajes humanos carentes del más mínimo interés? ¿Por qué nadie se dio cuenta de que sólo las secuencias en las que los robots copan la pantalla tienen garra, tienen enjundia, merecen la atención del público? ¿Por qué actores consagrados como Jon Voight o John Turturro se rebajan a hacer el imbécil a cambio de embolsarse unos cuantos milloncejos de dólares? Espera… ¿he dicho “dólares”? ¿Será ésta la razón por la cual Turturro, Voight o el propio Spielberg renuncian a la calidad tan sólo para que sus cuentas corrientes engorden voluminosamente? Tal vez haya otra explicación, otra razón por la que “Transformers” será recordada. Esta razón se llama Shia LaBeouf y es un joven actor que aquí encarna a Sam, el protagonista, y que desde hace un mes está interpretando, a las órdenes del propio Steven Spielberg, al hijo de Harrison Ford en “Indiana Jones IV”, que empezó a rodarse en Junio. LaBeouf tiene un físico anodino y carece de sex appeal, pero se sale de la pantalla cada vez que tiene ocasión. Un chico talentoso con grandes dotes para la improvisación, que, si elige mejor sus proyectos, puede llegar muy alto.
Meted en una cocktelera “Godzilla”, “Armageddon”, “Mars Attacks” y “Terminator”: éso es “Transformers”. Su look visual, su acabado técnico y su diseño de producción son de matrícula de honor, pero la utilización estrictamente cinematográfica que hace de estos factores merece un suspenso. Pretende resultar graciosa, pero se queda en ridícula, y su pueril retrato de la familia y las instituciones norteamericanas (¿desde cuándo el “Secretario de Defensa” se convierte, a la usanza española, en “Ministro de Defensa”) parecería estúpido si no fuese tan intrascendente. Si sus apoteósicos efectos especiales no necesitasen a gritos la pantalla grande del cine, os recomendaría que os esperáseis a que salga editada en DVD, para poder saltaros todas y cada una de las secuencias en las que los robots no acaparan toda la atención.
Calificación: 4 (sobre 10)
Luis Campoy
Animado, según se dice, por el hecho de que sus hijos juegan o jugaban con algunos de aquellos robots capaces de transformarse en todo tipo de vehículos, el llamado Rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg, tuvo la brillante idea de orquestar una película de largo metraje basada en la popular línea de juguetes Como quiera que el proyecto no parecía lo bastante “serio” como para merecer su atracción total y absoluta, recuperó su faceta de productor (ya exhibida desde hace veinticinco años en títulos como “Poltergeist”, “Gremlins”, “Los Goonies” o “La Máscara del Zorro”) y contrató a Michael Bay, un director cuya carrera se ha cimentado sobre films de gran presupuesto cuya única pretensión es apabullar al espectador a golpe de acción trepidante y exhibición de cegadores efectos especiales.
Bay, habitualmente asociado al productor Jerry Bruckheimer (“Piratas del Caribe”), ha firmado, entre otras, “Dos policías rebeldes” y su secuela, “Armageddon” y “Pearl Harbor”, las cuales obtuvieron tan elevados taquillajes como rechazo por parte de la crítica. Paradójicamente, su obra más afortunada, cinematográficamente hablando, “La Isla”, fue la que obtuvo menores beneficios, por lo que el muchacho ha tomado la decisión de regresar al terreno que mejor conoce, y nada mejor que hacerlo poniendo en imágenes las andanzas de estas dos razas de robots alienígenas, los bondadosos Autobots y los pérfidos Decepticons, capaces de ocultarse bajo la apariencia de simples coches, todoterrenos, aviones, helicópteros o incluso radiocassettes.
Lo primero que hay que alabar de “Transformers”, la película, es su generosidad. Gracias a ella, “Spiderman 3” parece una obra maestra del drama y la introspección psicológica, “Piratas del Caribe 3” se antoja el súmmum de la diversión y el entretenimiento y “Shrek 3” se convierte en paradigma de la originalidad. Dicho de otra manera: “Transformers” posée uno de los guiones más estúpidos que soy capaz de recordar, sus diálogos deben ser los mismos que el hijo de Spielberg improvisaba cuando jugaba con sus robotijos a la edad de tres años, sus actores humanos (con una única excepción) merecerían ser aniquilados de la faz de la tierra y su mastodóntica duración debería haber sido aligerada como mínimo en cuarenta y cinco minutos, más o menos el tiempo que suman las escenas en las que no aparecen en pantalla los robots protagonistas.
¿Por qué en un film de las características de “Transformers”, basado única y exclusivamente en sus maravillosos, alucinantes, fascinantes y magistrales efectos especiales (lo digo en serio), se pierde tanto tiempo en presentar a una serie de personajes humanos carentes del más mínimo interés? ¿Por qué nadie se dio cuenta de que sólo las secuencias en las que los robots copan la pantalla tienen garra, tienen enjundia, merecen la atención del público? ¿Por qué actores consagrados como Jon Voight o John Turturro se rebajan a hacer el imbécil a cambio de embolsarse unos cuantos milloncejos de dólares? Espera… ¿he dicho “dólares”? ¿Será ésta la razón por la cual Turturro, Voight o el propio Spielberg renuncian a la calidad tan sólo para que sus cuentas corrientes engorden voluminosamente? Tal vez haya otra explicación, otra razón por la que “Transformers” será recordada. Esta razón se llama Shia LaBeouf y es un joven actor que aquí encarna a Sam, el protagonista, y que desde hace un mes está interpretando, a las órdenes del propio Steven Spielberg, al hijo de Harrison Ford en “Indiana Jones IV”, que empezó a rodarse en Junio. LaBeouf tiene un físico anodino y carece de sex appeal, pero se sale de la pantalla cada vez que tiene ocasión. Un chico talentoso con grandes dotes para la improvisación, que, si elige mejor sus proyectos, puede llegar muy alto.
Meted en una cocktelera “Godzilla”, “Armageddon”, “Mars Attacks” y “Terminator”: éso es “Transformers”. Su look visual, su acabado técnico y su diseño de producción son de matrícula de honor, pero la utilización estrictamente cinematográfica que hace de estos factores merece un suspenso. Pretende resultar graciosa, pero se queda en ridícula, y su pueril retrato de la familia y las instituciones norteamericanas (¿desde cuándo el “Secretario de Defensa” se convierte, a la usanza española, en “Ministro de Defensa”) parecería estúpido si no fuese tan intrascendente. Si sus apoteósicos efectos especiales no necesitasen a gritos la pantalla grande del cine, os recomendaría que os esperáseis a que salga editada en DVD, para poder saltaros todas y cada una de las secuencias en las que los robots no acaparan toda la atención.
Calificación: 4 (sobre 10)
Luis Campoy
Comentarios
No olvidar el nombre de este director desastre Michael Bay, un trabajo sin pena ni gloria.
Desinflado homenaje a Joe Dante. Entretiene, pero más bien por los fuegos de artificio de una industria de lo digital que apabulla y deja con la boca abierta, haciendo real lo increíble. Por lo demás, ligera, muy ligera. Y no buscaba una de Bergman, está claro. El guión tiene la inteligencia del empresario que busca un potencial público medio adolescente en estos tiempos estivales.
Shia LaBeouf está natural y digno. Y Megan está… en fin.
Aquí os dejo más sobre mi aportación:
http://elhilodepenelope.blogspot.com/2007/07/transformers.html
Un saludo y mucho cine desde OjO de buey.
Pues no lo necesita esa pelicula es buena del principio al fin sin nombrar los efectos especiales y la produccion que son algo realmente nunca visto
La guion de adaptacion de la serie al cine es de lo mas cuidado muy superior a esas basuras de spiderman el increible hulk los 4 fantasticos superman y podemos seguir!
10 sobre 10 y me quedo corto