El Día del Demonio
Según la tradición apocalíptica, el de hoy debería haber sido uno de esos días en que el mundo podría haberse acabado (claro que, si me estáis leyendo ahora, ello significa que tal hora final aún no ha llegado). Hoy, día seis de Junio de dos mil seis, es, según los agoreros, el Día del Demonio, aquél en el que confluyen las cifras que designan al número cabalístico de la Bestia: día 6 del mes 6 del año 6, 6-6-6. Personalmente, al menos hasta el instante en que redacto estas líneas, doy fe de que para mí ha sido un día tan bueno o tan malo como cualquier otro, y, desde luego, de cualquier desventura que me haya sucedido o vaya a sucederme antes de las 23:59 hrs., no pienso echarle la culpa a ese ente maligno que constituye la contrapartida de Dios, y su vástago, el Antricristo, la némesis del Jesucristo de la teología crsitiana. Se trata de la teoría de los opuestos, la necesidad de equilibrio en la propia Naturaleza. El otro día se lo explicaba a mi hijo de siete años, cuando me preguntaba “Papá, ¿por qué en las películas los malos son tan… malos?”. “Es muy sencillo”, le contesté yo. “son así de malos para que los buenos sean o parezcan aún más buenos”. El poder del Bien difícilmente tendría razón de ser si no tuviera que medirse a diario con la fuerza del Mal, como tampoco el Mal tendría sentido si no fuese para poner a prueba la luminosidad y la pureza del Bien. Claro que hay multitud de fanáticos dispuestos a creerse que el mundo se acabará debido al advenimiento de Satán, también llamado Lucifer o Belcebú (y de muchas otras maneras que sobrepasan la levedad de este artículo). Pero me temo que se equivocan: por supuesto que el mundo se acabará, antes o después, pero estoy convencido de que, o nos volvemos todos (todos) rematadamente locos, o no llegaremos vivos, ni nosotros ni nuestros hijos, a presenciar tan fatídico momento. Lo que sí se terminará será la porción de mundo, de vida, en el que se desarrolla nuestra ínfima existencia, coincidiendo con el mismo momento de nuestra muerte física. Y de éso no hay que echarle la culpa a un tipo con la piel roja, dos cuernos asomando desafiantes y un rabo desproporcionadamente largo.
Comentarios
¡A ver si es verdad y existe ese del rabo y de rojo!
Bueno esto me sirve para saludarte, y que sepas que te sigo leyendo...
un beso
Marisa
Todo eso me parece una chorrada. El calendario árabe lleva otro ritmo. ¿Qué pasa? ¿Que se acabaría el mundo sólo para Occidente?
El mundo se acabaría en todo caso el día seis del sexto mes de 6666, pero me tiene sin cuidado ;)