Campeones... también de Europa


Con muchísimos más apuros de los previstos, el Barça nuevamente se proclamó Campeón de algo, en esta ocasión de la Champions League (la antaño conocida simplemente como “Copa de Europa”). Si queréis saber la verdad, yo estaba convencido de que al final del día me iría a la cama con la satisfacción de una merecida victoria, pero ignoraba que íbamos a sufrir tanto para conseguirla. Mientras me encaramaba al altillo del armario para desempolvar la bufanda azulgrana que mi abuela Dolores me tejió hace unos 30 años, imaginaba que íbamos a vivir una noche eufórica plena de goles o al menos de un fútbol vistoso y espectacular. Sin embargo, el amigo Frank Rijkaard debió levantarse ayer con el pie izquierdo, y planteó una alineación de ésas que recuerdan sus primeros meses en el club, cuando estuvo probando todas las combinaciones posibles hasta dar con el sistema de juego que le encumbró como uno de los mejores técnicos del mundo balompédico. Para empezar, dejó en el banquillo al joven (22 añitos recién cumplidos) Andrés Iniesta, el jugador con la mente más en forma del equipo, y en su lugar colocó al madurito Mark Van Bommel (holandés, por cierto, como el propio Rijkaard), que no ha brillado precisamente durante esta temporada y, desde luego, no atraviesa su mejor momento de ¿creación? de juego; pero es que, además, Ronaldinho salió como delantero centro de corte clásico, anclado en el centro del ataque blaugrana, y el casi siempre devastador Samuel Eto’o quedó relegado a la banda, donde su oportunismo y olfato podían hacer menos daño al equipo rival, un Arsenal ante el que hay que descubrirse. Considero justa la expulsión del guardameta Lehmann, que derribó a Eto’o tras agarrarle por el pie, pero no fue lógica la anulación del gol de Ludovic Giuly con el que concluyó la misma jugada. Allí el árbitro debió aplicar la ley de la ventaja, o, en su defecto, pitar penalty y no falta, pues el derribo del delantero camerunés tuvo lugar sobre la mismísima línea que limita el área pequeña. De todas formas, en ningún momento el equipo inglés se derrumbó ni tiró la toalla, sino todo lo contrario. Si ya desde el principio quedó demostrado que el Arsenal estaba más lúcido que el Barça, con un par de acciones peligrosísimas con la rúbrica del pretendido Thierry Henry (que, si hacemos caso al diario sensacionalista “Sport”, es desde hace al menos un año jugador azulgrana), lo que sucedió al quedarse con un hombre menos fue simplemente que su hambre de triunfo estalló con voracidad, y, como consecuencia de esta ansia devoradora, llegó el gol inglés a cargo del corpulento Sol Campbell. El Barcelona intentó empatar el partido antes de irse al descanso, pero la disposición táctica de Rijkaard seguía sin funcionar, y ni Ronaldinho ni Eto’o ni mucho menos Van Bommel tenían su noche, siendo el pobre Giuly, uno de los jugadores más bajitos sobre el terreno, el único que lo intentó todo, a pesar de que sus compañeros le ponían los balones más inverosímiles. En el segundo tiempo y, tras el receso, pareció que Rijkaard recuperaba la cordura. Xavi continúa sin estar al cien por cien, así que era obvio que el único centrocampista inspirado y creativo era Iniesta, que nada más saltar al campo demostró que toda la primera parte había sido un borrón que había que limpiar urgentemente. Los dos cambios siguientes acabaron por recomponer al Barça ganador que todos (o casi todos) estábamos deseando recuperar. Larsson salió por un poco afortunado Van Bommel, y de su bota brotó el pase de gol que materializó Eto’o, que ya ocupaba su demarcación natural, intercambiando su posición con un bastante desconocido Ronaldinho, que no cuajó una buena actuación. El empate estaba logrado, pero fue la segunda sustitución (Belletti por Oleguer) la que determinó el destino del encuentro. Un providencial Juliano Belletti, nuevamente a pase de Larsson, mandó a la red un esférico que, al igual que hoy se recuerda a Koeman como “el héroe de Wembley”, seguramente le convertirá en “el héroe de Saint-Denis”. Todavía quedaban minutos, pero todo estaba consumado. El Arsenal se había vaciado sobre el campo tras una actuación inmejorable y un sobreesfuerzo que, quizás no del todo justamente, no les reportó el premio que merecían. Pero claro, a nadie la amarga un dulce, y, como reconocido culé, me entusiasmó poder presenciar cómo un emocionado Carles Puyol levantada la segunda Copa de Europa para el palmarés del F.C. Barcelona. El proyecto de Laporta cosecha un nuevo fruto maduro, y en agosto se vivirá una SuperCopa de Europa totalmente inédita, ya que los dos contendientes serán, por primera vez, dos equipos del mismo país: el Sevilla, triunfador de la UEFA, y el Barça, flamante campeón de la Champions. La noche también tuvo su regusto melancólico, por cuanto constituyó prácticamente el adiós de dos personajes que han contribuído meritoriamente a que los azulgrana hayan llegado donde han llegado: Henrik Larsson, que regresa a su Suecia natal para terminar su carrera futbolística, y el menos nombrado Henk Ten Cate, hasta ahora segundo de a bordo de Frank Rijkaard, que la temporada próxima se convertirá en nuevo entrenador del Ajax de Amsterdam. A pesar de que a algunos, que suelen mezclar demasiado frecuentemente el deporte con la política, no les acabe de gustar que un club catalán conquiste el Viejo Continente, lo cierto es que el Fútbol Club Barcelona se ha proclamado, por segunda vez en su historia, ganador de la Liga de Campeones. Y ése es un hecho innegable.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
...Pues no me gusta nada que huela a los catalanes.
En cualquier caso también podrías escribir algo sobre el premio príncipe de Asturias a Almodóvar, que está bastante pasado, lo digo por lo de "premio príncipe de Asturias de las artes", porque por cuatro mariconadas que hace, es demasiado incluirlo en el epígrafe de artes.
Bueno sólo era para dar pie a que tu pluma se deslice por el sufrido papel, engrasada por ese líquido azul que con sus trazos nos permite expresarnos. Un abrazo
Anónimo ha dicho que…
Tiene que ganar el Mejor... y en este caso se cumple.

Felicidades, ya te lo he dicho.

un abrazo.
maite ha dicho que…
Biennnnnnnnnnnnn, si ayer vibramos, sufrimos mucho, eso sí pero al final..., como hubieses disfrutado si hubieses podido vivir el ambiente que teniamos en Barcelona.!!!!!!!!!
Hubo algunos energumenos que aprovecharon para hacer el bestia, pero el resto disfrutamos del ambiente, la ciudad era una fiesta.
Por cierto no estaría mal que los anónimos dejasen de serlo, pero bueno cada uno tiene su opción y hay que respetarla.
Yo soy catalana, soy española, no odio a nadie, pienso que todo es cuestión de viajar y conocer a la gente, tengo amigos y conocidos en diferentes lugares y jamás he tenido ningún problema.
Un besote
maite
Anónimo ha dicho que…
Yo tampoco odio a nadie y mi opcion en este blogger es ser anonima...

Todas las posturas son respetables... hasta esa ¡Creo!

un besito
Maite.
maite ha dicho que…
Por supuesto,ya dije que todas las opiniones son respetables.
Desde luego que no guste lo catalán no significa que se odie, no es lo mismo no gustar que odiar, solo es una predisposición,me
disparé con el tema, pero me siento profundamente catalana, amo a mi tierra como amo a la de mis antepasados que no eran nacidos en cataluña y me duele el que no se nos comprenda y algunos ( no tienes pq ser tu anónimo) nos estigmaticen como
lo percibimos desde aqui,no lo entendemos y nos duele.
Perdona la parrafada.
Y perdona Luis que me lie con esto en tu blog, supongo que ahora estarás en otras cosas. Un beso
maite

Aqui cierro el tema, no voy a usar este espacio para esto.
Un saludo a anónimo.
En la red hay temas que no son discutiles, hay que mirar a los ojos y conocerse de verdad. Si es que eso es posible.
Anónimo ha dicho que…
La esencia y la magia de la Democracia es que cualquiera puede expresar lo que siente o lo que piensa, siempre y cuando no sea realmente agresivo o irrespetuoso. Por lo que yo escucho en mi día a día desde Murcia, lo que molesta a la gente es que una gran cantidad de catalanes SÓLO deséen ser catalanes y pretendan borrar cualquier huella o referencia a su (simultánea) españolidad.
P@P@LLoN@ GRoG@ ha dicho que…
Desde mi perspectiva de catalana 'hasta las trancas' solamente decir a aquellas personas a las que no les gustamos, que deberían conocernos mejor. Somos tan buenos como cualquiera. La mayoría de los catalanes es gente estupenda y quien no lo sepa es que 'nos ha probado poco' Además, visca'l Barça! ¡Qué caramba!
Un beso desde esa Catalunya tan desconocida: acogedora, alegre y abierta.
mila ha dicho que…
¿A qué huelen las nubes? ¿A qué olemos los catalanes?
Anónimo ha dicho que…
No soy nada futbolera pero doy mi enhorabuena en primer lugar a los culés, y en segundo lugar a todos aquéllos españoles, que sin ser del Barça se alegran (como yo) de que el fútbol español quede en tan buen lugar.
Tristemente la victoria de un equipo de fútbol es considerada por una gran mayoría como un arma arrojadiza para hablar de cuestiones nada deportivas como el nacionalismo. De un lado y del otro, ¿eh? Que igual que muchos barcelonistas acérrimos se cortarían una mano antes de reconocer que son españoles como yo (murciano-alicantina), también otros muchos anti-catalanistas estaban deseando que el Barça perdiera.

Me entristece a veces pensar que la sociedad está tan radicalizada.

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