Elizabeth “Lee” Miller
(1907-1977) es una de esas personalidades sobre las que merece la pena
escribir. Nacida en Nueva York, su padre
era de ascendencia alemana y un gran aficionado a la fotografía. Desde niña, la pequeña Lee ejerció de modelo
infantil para papá, quien no dudó en retratarla desnuda. A los siete años, fue violada por un amigo de
la familia, que le contagió la gonorrea y eso hizo explotar la rebeldía que
llevaba dentro. A los 18, se marchó a
vivir y estudiar a París, pero regresó al año siguiente y se hizo actriz
teatral en Manhattan. Tras estar a punto
de ser atropellada por Condé Montrose Nast, el poderoso editor de la revista de
moda Vogue, Lee se convirtió en la
modelo más famosa y aclamada, tanto que la marca de tampones Kotex la utilizó como reclamo para sus
productos, lo cual constituyó un escándalo.
En 1929 viajó de nuevo a París, donde fue no sólo musa sino también
aprendiz del fotógrafo más famoso del mundo, Man Ray. Modeló para Harper’s Bazaar y Vanity Fair,
se codeó con Jean Cocteau y exploró el estilo fotográfico surrealista y las
técnicas de solarización. En 1934 se
casó con el millonario egipcio Aziz Eloui Bey, junto al que apenas permaneció
tres años, y en 1939 se instaló en Londres junto a otro fotógrafo surrealista,
Roland Penrose, al que había conocido en Francia al mismo tiempo que a Paul
Eluard o Pablo Picasso. Con el estallido
de la II Guerra Mundial, Lee suplicó a la directora de la revista Vogue que la permitiera ser corresponsal
de guerra, tarea en la que fue pionera.
Vivió bombardeos en Londres y París y viajó a Europa, asistiendo a la
liberación de los campos de concentración nazis de Buchenwald y Dachau y haciéndose
tomar una famosa foto bañándose en la bañera del mismísimo Adolf Hitler, quien
acababa de suicidarse. De su matrimonio
con Penrose nació su único hijo, Antony, quien en 1985 publicó la biografía
definitiva sobre su madre, titulada “Las
vidas de Lee Miller” (Editorial Blume). La transformación del libro en película no
fue en absoluto una tarea fácil. La idea
partió de la que acabaría siendo su realizadora, Ellen Kuras, que debutó en la industria como directora de
fotografía y que afirma haber visto en una librería un libro de retratos de Lee
Miller en los que creyó detectar un cierto parecido con la actriz Kate Winslet, con la que había
trabajado en la película “Olvídate de mi”. Winslet recibió con agrado la propuesta,
tanto que decidió implicarse hasta el punto de asumir también tareas de
producción, y no tardó en contactar con Antony Penrose, quien no sólo concedió
los derechos sobre su obra, sino que facilitó el acceso a todos los archivos de
su madre. Aunque el proyecto se anunció
en 2015, con Ellen Kuras debutando como directora, no sería hasta 2022 cuando
la maquinaria comenzaría a rodar.
Durante esos siete años, Kate Winslet, mucho más que la simple
protagonista, no dudó en poner de su bolsillo el sueldo de los empleados que
estaban a cargo de la preproducción, pues no resultó nada sencillo concretar la
financiación. La película resultante se
acabó estrenando en 2023 y ha tardado casi dos años en llegar a España, pero
hay que reconocer que la espera ha merecido la pena. Es una mezcla apasionante de arte,
fotoperiodismo y cine bélico, con ese toque feminista tan de actualidad y otra
actuación memorable de Winslet.
Luis Campoy
Calificación: 6,5 (sobre 10)
Nota: este artículo lo publiqué originalmente en el número de Abril de 2025 de la revista "La Placeta de Lorca"
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