Cine actualidad/ "MISIÓN IMPOSIBLE: Sentencia mortal"

 


La última misión

Entre los muchos personajes que aparecían en la recordada serie televisiva “Misión: Imposible”, que estuvo en antena entre 1966 y 1973, todos ellos espías y agentes secretos, nunca existió un Ethan Hunt.  Hunt vio la luz en 1996, cuando Paramount Pictures pensó en trasladar la vieja serie de la pequeña a la gran pantalla y le ofreció a un joven Tom Cruise de 33 años la posibilidad no sólo de protagonizarla sino también de co-producirla.  Cruise, que ya llevaba más de diez años en la élite, se dio cuenta de que no podía dejar escapar esta oportunidad de asentar su carrera y consolidar su poder en la industria del entretenimiento, y aceptó con una condición irrenunciable: él mismo realizaría la práctica totalidad de sus escenas de acción.

 

Misión imposible: Sentencia final” continúa allí donde lo dejó su predecesora, “Sentencia mortal”, con Ethan Hunt obligado a impedir que una todopoderosa inteligencia artificial, conocida como La Entidad, se haga con el control de la Tierra y aniquile a la Humanidad.  A pesar de que sus peculiares métodos le han situado al borde de la ilegalidad, el Gobierno de los Estados Unidos confía en Hunt y en su fuerza Misión Imposible para llevar a cabo esta última y peligrosísima misión…

 

Aunque hay que reconocer que su presencia siempre vale la pena, en esta última entrega de “Misión: Imposible” me ha resultado un pelín irritante la omnipotencia y omnipresencia del señor Tom Cruise, tanto delante como detrás de las cámaras.  Que sí, que no es mal actor (a pesar de tener un repertorio limitado de gestos) y hay que aplaudirle su forma física, conseguida a base de interminables y sacrificadas horas de gimnasio, pero tanto y tanto lucimiento llega un momento que te satura un poco.  En “Misión imposible: Sentencia final” hay muchos, muchísimos diálogos, y gran parte de ellos están dedicados a hacernos recordar la magnificencia de Cruise, reflejado en su alter ego Ethan Hunt: “Sólo tú puedes hacerlo”, “Tan sólo tú puedes lograrlo”, “Todos dependemos de ti” o “La Humanidad entera está en tus manos” son algunas frases que se repiten una y otra vez, en boca de todos los personajes secundarios que le apoyan y, más aún, le veneran.  Vale que Cruise no aparece acreditado como guionista, pero, siendo productor y, por tanto, el principal mandamás, es evidente que alguna idea debe dar el señorito a los escribidores de turno.  También se acaba haciendo un pelín cargante la obligatoriedad de que todas las escenas de acción espectacular tengan que ser cada vez más complejas y más largas, para dar lugar a un mayor brillo de la estrella; en concreto, en este capítulo final hay dos secuencias de esas que quitan el hipo, una submarina y la otra aérea, las cuales, con todo, hubiesen resultado aún mejores si hubiesen durado un poquito menos.

 

Todo parece indicar que la saga cinematográfica de “Misión: Imposible” se acaba con esta octava parte, y lo hace, todo hay que decirlo, rayando a un nivel inferior de lo que nos había acostumbrado, y eso que vuelve a sentarse en la silla de director, por cuarta vez, Christopher McQuarrie.  Supongo que, después de casi treinta años, es normal que se haya instalado cierto agotamiento en la franquicia, aunque, contraviniendo las leyes de la lógica, y de la Cienciológica, nuestro amigo Cruise diríase inmune a cualquier deterioro posible o imposible.


Luis Campoy

Calificación: 6 (sobre 10)

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