Es bien sabido que
en la infancia y la adolescencia se forjan no sólo el alma de las personas,
sino también buena parte de las relaciones, amistades y enemistades, que
condicionarán su existencia posterior. En
“Enemigos”, Chimo y El Rubio son dos
jóvenes alicantinos que, desde siempre, han tenido una mala, pésima,
relación. Chimo es y ha sido la eterna
víctima de los abusos y malos tratos de El Rubio, quien, desde que ambos iban
al colegio, ha ejercido un implacable bullying
sobre él. Cuando a Chimo le regalan una
moto y sale a celebrarlo con su novia, el Rubio y su banda le están esperando
y, en apenas un momento, le dejan sin moto y también sin novia. Sin embargo, el día que el acosado descubre
que su acosador se ha quedado tetrapléjico al sufrir un accidente, la reacción
de Chimo no será exactamente devolverle todo el mal que le ha venido causando…
Presentada en el
último festival de cine de Málaga, “Enemigos”
ha sido dirigida y co-escrita por el joven cineasta alicantino David Valero, natural de San Vicente
del Raspeig. La película cuenta con
distribución de Amazon y MGM Studios y la protagonizan actores
no demasiado conocidos como Christian
Checa y Hugo Welzel (chapeau para este último, que está
impresionante) en los papeles principales, acompañados de Estefanía de los Santos, Laura
Pamiés o José Manuel Poga.
Más allá del retrato
social de una marginalidad deprimida, que la emparenta claramente con aquel
viejo cine quinqui de “Deprisa, deprisa”
o “Perros callejeros”, sólo que
sustituyendo la música flamenca por el rap, el trap y el hip hop, “Enemigos” no tarda en variar su rumbo en
pos de dos conceptos como el perdón y la redención. Lo que empezó siendo un retrato dramático
pero realista de un caso clamoroso de bullying
acaba resultando una apología casi religiosa de la humanidad y la bondad
llevadas al límite. Cuando Chimo, que ha
venido siendo el chimo, perdón, el chivo
expiatorio de las maldades de su eterno agresor, podría fácilmente aplicar la
táctica del “ojo por ojo”, no sólo opta por “poner la otra mejilla” sino por
“devolver bien por mal”. Esta
transubstanciación de lo negativo en positivo, de las sombras en luz, no sólo
ayuda a que el malvado sea menos malo, sino a que el bueno sea aún mejor, más
comprensivo, más empático y más altruista.
La venganza es un plato que se sirve frío, pero, si se la convierte en
absolución, su sabor puede ser muchísimo más delicioso. Otra cosa es que, en pleno siglo XXI, entre
pandemias y volcanes, entre DANAS y apagones, entre escándalos y corrupción, un
argumento así nos pueda resultar creíble, pero hay que reconocer que “Enemigos” es una película realmente
BONITA (lo escribo con mayúsculas) que utiliza con desparpajo la preciosa
fotografía y la banda sonora rapera y trapera para intentar convencernos de
que, aun hoy, sin necesidad de gozar de místicos superpoderes, el BIEN puede
triunfar sobre el MAL.
Luis Campoy
Calificación: 7 (sobre 10)
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