Cine actualidad/ "HOMBRE LOBO"

 


Vello y colmillos


La existencia de hombres lobo, o, por extensión, de criaturas que mutan de hombre a bestia (o viceversa) ha sido recogida mediante leyendas y tradiciones varias desde el principio de los tiempos.  En concreto, los Werewolf o Wolfmen (términos anglosajones para referirse a estos seres), llevan apareciendo en películas y series de televisión desde hace ya casi un siglo, alcanzando su momento de mayor gloria cuando Universal Pictures incluyó a este personaje en su nómina de monstruos favoritos, junto con Dracula, Frankenstein, la Momia o el Hombre Invisible.  Después de algún que otro intento frustrado por revitalizar esa clásica franquicia, en el año 2020 la productora Blumhouse y el guionista de las series “Saw” e “Insidious”, Leigh Wannell, unieron fuerzas para producir un exitoso remake de “El hombre invisible”, y un lustro después ya tenemos aquí el siguiente eslabón de la cadena, nada menos que “Hombre lobo”, que ha vuelto a dirigir el propio Whannell.

 

La última película más o menos importante sobre el Hombre Lobo se había estrenado en 2010, siendo entonces los protagonistas Benicio del Toro como el licántropo y Anthony Hopkins como su padre.  Ya por aquel entonces se remarcaban los lazos paterno-filiales y la importancia de la herencia biológica o el relevo generacional, y en esta re-lectura que nos presenta Leigh Whannell el tema sigue por esos mismos derroteros.  La nueva película se toma su tiempo (demasiado tiempo) para explicar cómo influyen los padres en los hijos, no siempre para bien, y de qué manera la maldición bestial se transmite de una persona a otra.  Como ya hiciese en “El hombre invisible”, Whannell, ante todo, guionista, ha tratado de desmarcarse de la tradición cinematográfica preexistente y, de este modo, en esta versión ya no son relevantes el influjo de la luna llena ni las balas de plata.  De hecho, la transformación del protagonista tiene poco que ver con las que vimos en “Aullidos” o “Un hombre lobo americano en Londres” pero sí con las del doctor chiflado de “La mosca”.  Tampoco es que el realizador apueste claramente por el terror en sí, pues son pocos los sustos y el tono es más de melodrama que de film de horror.  Como aspectos positivos, destacaría la música de Benjamin Wallfish y las interpretaciones de Julia Garner y Christopher Abbott, este último sustituyendo al inicialmente previsto Ryan Gosling.

 

No quedé muy conforme con esta última encarnación del “Hombre lobo”.  Me disgustó ese propósito más que evidente de apartarse de los postulados icónicos del género, no me satisfizo la apariencia del monstruo y la escena cumbre, la pelea entre los dos lobos humanos, me pareció igual de ridícula que la que se producía en la versión de hace quince años.  Para realizar una adaptación de un mito del terror en clave psicológica, hay que hacerlo con verdadero talento y no insinuando que vas a echar mano de unos tópicos que a continuación desprecias.


Luis Campoy

Calificación: 6 (sobre 10)


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