Cine actualidad/ "La sustancia"

 


Impactante pero extraordinaria

El mundo en que vivimos es cada vez más frío y deshumanizado, y en demasiados casos se juzga a las personas únicamente por el exterior, por su apariencia física.  Pero el físico de hoy, por muy hermoso y atractivo que sea, está condenado a declinar y marchitarse mañana, y, ante esa realidad, sólo existen dos opciones: o asumirlo con dignidad o vender tu alma a cualquier diablo que te garantice la pervivencia de la belleza, sin importar el precio a pagar.  Este argumento, que tan bien desarrolló Robert Louis Stevenson en “El retrato de Dorian Grey”, es también la base de la nueva película de Demi Moore, aquella hermosa muchacha que, con el paso del tiempo, ha quedado un poco relegada a ser simplemente la ex–mujer de Bruce Willis.  Después de su éxito personal en “Ghost”, Moore vivió una serie de fracasos consecutivos con “La teniente O’Neil” y, sobre todo, “Striptease” que mermaron seriamente su atractivo comercial, habiendo limitado en los últimos tiempos su carrera, que no la llevaba al primer plano de la actualidad desde hacía dos décadas.  “La sustancia”, la película que en esta ocasión nos ocupa, la ha vuelto a poner en el candelero, si bien, todo hay que decirlo, no es el único aliciente de la cinta recién estrenada.

 

La sustancia” ha sido escrita y dirigida por la francesa Coralie Fargeat, de 45 años, que sólo era conocida por la película “Venganza” y algún episodio de la serie “Sandman”.  Resulta sorprendente, por tanto, la manera en la que Fargeat ha sido capaz de sacar adelante este proyecto, producido por la británica Working Title, habiendo tenido que convencer a una estrella (puede que algo apagada, pero estrella al fin y al cabo) como Demi Moore para que, a los 61 años, muestre todas sus emociones y, lo que es casi más comprometido, todos los rincones de su cuerpo.  Moore no es la única en exhibirse generosamente, ya que, según la trama de la película, se le brinda la posibilidad de inyectarse una misteriosa sustancia que puede sacar “lo mejor de ella”, y, así, de su interior emerge una nueva mujer, más joven pero igualmente atractiva, a la que personifica Margaret Qualley.

 

La experiencia de ver “La sustancia” se me antojó única e inolvidable.  Por diferentes motivos.  En primer lugar, me descubro ante el talento de la (para mi) desconocida Coralie Fargeat, que sabe crear unas imágenes y unos sonidos que te atrapan y te fascinan y te dejan boquiabierto.  Los homenajes, super evidentes, a “El resplandor”, “Vertigo” o “Carrie”, todas ellas joyas del cine fantástico, no molestan sino que se aceptan con agrado y hasta dan ganas de aplaudirlos.  Pero muy pronto va surgiendo de las entrañas de “La sustancia”, como esa nueva mujer que surge del interior de la protagonista, otro tipo de film que ya no se basa en la estética sino en la provocación insoportable y la náusea más agresiva.  Desde el momento en que “La sustancia” opta por parecerse a “La mosca”, “Re-Sonator” o “Titane” y se adscribe al subgénero llamado “body horror” u “horror corporal”, se pone a prueba el estómago más resistente.  En su denuncia de la despiadada dictadura de la belleza, se complace en resultar mucho más que simplemente gore: nauseabunda, vomitiva, repugnante, asquerosa…  Me arrepentí, y mucho, de haber comprado palomitas en la cantina del cine.

 

A pesar de que, como digo, “La sustancia” no es apta para todos los paladares y todas las sensibilidades, creo que se trata de una de las mejores películas vistas en los últimos tiempos, necesaria en su condena de la obligatoriedad de la hermosura y muy valiente en su apuesta por una clase de terror que te horroriza, y mucho, durante y después de la proyección.


 Luis Campoy

Calificación: 8 (sobre 10)


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