Televisión/ "BABYLON SHOW"
Espectáculo
babilónico
Aunque no soy excesivamente fanático de “El Hormiguero”, he visto el programa de Pablo Motos muchísimas veces durante sus dieciocho primeras temporadas, y me declaro admirador de su equipo creativo y de producción (7 y acción es la productora a cargo de este espacio, detrás de la cual están el propio Motos, su socio Jorge Salvador y el imprescindible Jorge Ventosa). Si yo tuviera que hacer un espacio televisivo de entretenimiento, sin duda “El Hormiguero” sería mi principal referente. Claro que no todo el mundo admira “El Hormiguero”, y a algunos incluso les toca planificar una respuesta a un espacio que se antoja invencible. No hace mucho que Jorge Javier Vázquez se estrelló con sus “Cuentos chinos”, David Broncano está a punto de empezar su continuación de “La Resistencia” para RTVE (en una clara maniobra ideológica por parte del Gobierno para tratar de combatir los posicionamientos “antisanchistas” de las hormigas) y, anoche, el humorista e imitador Carlos Latre estrenaba en Telecinco su “Babylon Show”, con el que aspira a ser el “tercero en discordia” en cuanto Broncano y Motos abran oficialmente la veda.
Carlos Latre es un señor al que
admiro, me cae estupendamente y considero un fantástico sér humano, pero lo que
vi anoche me produjo tanta perplejidad como pena. “Babylon
Show”, además de ser una copia demasiado evidente de “El Hormiguero”, tiene un decorado que parece de baratillo, una
iluminación chillona y un tono tristemente casposo. Incluso Latre, en sí mismo, me pareció una
equivocación: sumamente nervioso, chillando todo el tiempo y bastante mal
vestido, con un vestuario tan poco favorecedor que, en lugar de disimular,
potenciaba sus “redondeces”. Tampoco sus
colaboradores se lucieron especialmente: una anodina Marta Torné, un demasiado fugaz Javier Sardá (su descubridor en “Crónicas marcianas”) o un sobreactuado Josie no mejoraron el panorama sino que contribuyeron a empeorarlo. Mención especial se merecieron Raúl Maro como la “señorita” Mari
Carmen (¿de verdad hace falta que a un personaje femenino lo interprete un
travesti?) y el desatado Walter
Capdevila que pretende ser heredero de Santiago Urrialde o Torito pero con
un punto de histrionismo de lo más irritante.
El primer invitado de “Babylon Show” fue el seleccionador
nacional de fútbol Luis de la Fuente,
en torno al cual orbitó el contenido principal del programa: la primera
entrevista (apenas una excusa para proyectar una serie de videos a cada cual
más insulso e irrelevante), un decorado cutre que representaba la Gabarra en la
que el joven De la Fuente se subió cuando el Athletic de Bilbao, equipo en el
que militaba como jugador, ganó la Copa del Rey de 1983, e incluso la comitiva
organizadora de la fiesta de Haro, la localidad de La Rioja en la que el actual
seleccionador nació hace 63 años. En
conjunto, todo lo que presencié anoche me pareció no sólo decepcionante (bueno,
decepcionante no, porque para eso hubiera necesitado tener altas expectativas,
algo que no sucedió) sino también lastimoso y más bien triste. La palabra “vergüenza ajena” repiqueteó en mi
cerebro más de una vez. Como dije
anteriormente, Latre me cae bien, pero mi pregunta no es si su “Babylon Show” acabará fracasado y siendo
cancelado, sino simplemente… ¿cuándo sucederá?.
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