Escatología danesa

 


Esta es una (maloliente) historia de tiempos pasados.  Bueno, yo la viví en primera persona, luego no sucedió hace veinte generaciones, pero sí hace más de veinte años, aunque todavía retengo en la memoria la huella olfativa de aquel lamentable suceso….

 

Vivía yo entonces con la que sería la madre de mis hijos, aunque ellos no habían nacido aún.  El fin de semana en que ocurrió todo, coincidió que mis padres habían venido a visitarnos desde Alicante, algo que hacían no muy a menudo por no resultar molestos, pues cuando venían se hospedaban en nuestra casa, en la habitación que años después sería de mi hija pero que entonces no era sino el cuarto de los huéspedes.  Mi entonces esposa, que había sido y volvería a ser actriz, le comentaba a mi madre alguna de sus inquietudes teatrales, centradas en la obra del llamado “Bardo de Avon”, el genial William Shakespeare.  Mi padre, algo más mundano él, había entrado al baño, como hacía religiosamente cada mañana a la misma hora.

 

Pues “Hamlet” tiene alguna de las mejores frases de la Historia del Teatro, como la famosa “Ser o no ser, esa es la cuestión”, o esa otra que dice…

 

En aquel momento, mi padre, ajeno a la conversación, salió del baño sin saber de lo que se estaba hablando, cuando su nuera prosiguió:

―…“Algo huele a podrido en Dinamarca

 

Ya por aquel entonces, mi padre comenzaba a experimentar algunos problemas auditivos, pero aquélla frase la captó al vuelo, y, rojo como un tomate de la huerta, saltó inmediatamente para defenderse:

―¡Pues yo he echado ambientador!

 

Todos (menos mi padre) nos reímos ante aquel cómico equívoco, que demostraba que a veces las casualidades conspiran para que nos huela a rosas aquel famoso refrán que reza: “Comerás gloria, pero…”


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