Cine actualidad/ "PRISCILLA"
Priscilla Beaulieu tenía apenas
14 años cuando conoció al superfamoso Elvis Presley en Bad Nauheim, Alemania,
donde el padrastro de ella estaba destinado y el cantante se hallaba realizando
el servicio militar. Por alguna razón,
Elvis se encaprichó perdidamente de ella, y ella, lógicamente, de él,
iniciándose una extraña relación que les haría pasar por el altar en 1967 y
divorciarse en 1973, ya con una hija en común…
En 1985, Priscilla Presley publicó
un libro autobiográfico, “Elvis and me”,
en colaboración con Sandra Harmon, en el que narraba sus memorias vividas en
torno al “Rey del Rock”. En base a ese relato,
Sofia Coppola (sí, la hijísima del
mítico director de “El Padrino”) ha
construido su décima película como realizadora, de cuyo título ha sido
convenientemente expulsado el artista, dejando de llamarse “Elvis y yo” para convertirse simplemente
en “Priscilla”. Este cambio de enfoque no es casual en
absoluto, porque, al fin y al cabo, se trata de una obra adscrita a una
corriente, cada vez más extendida, en la que los personajes femeninos adquieren
mayor relevancia y los masculinos, por muy brillante que haya sido su aportación
al mundo de la música y la cultura, son puestos en entredicho, denigrados y
desprestigiados por causa de sus errores en el terreno privado. Nadie pone en duda que Elvis, un joven
expuesto a una popularidad apabullante, que tenía a todo el mundo a sus pies
(especialmente a las fans del sexo opuesto), que llevaba un ritmo de vida
frenético y tuvo que recurrir desde muy pronto al consumo de tranquilizantes y
que, por si fuera poco, se veía obligado a desplegar su carrera según los
designios de su ambicioso mánager, el coronel Tom Parker, acabó desarrollando
un comportamiento obsesivo y compulsivo que, por ende, afectó negativamente a
su jovencísima novia y posteriormente esposa.
Según nos cuenta la película, Presley dejaba todo el tiempo sola a
Priscilla en su lujosa mansión Graceland, pues enlazaba el rodaje de una
película con otra (Parker se empeñaba en que, además de cantar, también debía
actuar) y las revistas del corazón aireaban a los cuatro vientos sus supuestas
infidelidades con todas sus compañeras de reparto, mientras que mantenía en el
anonimato a su pareja “oficial” y a ésta última le exigía una actitud sumisa y
le negaba cualquier contacto sexual en tanto en cuanto no contrajesen
matrimonio, cosa que no sucedería hasta que la muchacha cumpliese los 21
años. El film está primorosamente
recreado en cuanto a estética se refiere, calcando los vestuarios y los
peinados de todos los intérpretes, con una fotografía exquisita debida al
parisino Philippe Le Sourd y una
banda sonora en la que no faltan los éxitos musicales de la época… a excepción de los del mismísimo Elvis
Presley, que, no lo olvidemos, es el villano de la función. En resumen, “Priscilla” me parece una película bonita, maravillosamente
fotografiada y dignamente interpretada, pero no deja de ser fruto de una venganza
tardía de una ex–esposa mal tratada (y maltratada) por un marido rico y famoso,
del que, no lo olvidemos, aun después de divorciada, nunca dejó de conservar su
apellido, la llave que tantas puertas le abrió…
Luis Campoy
Calificación: 6,5 (sobre 10)
Nota: Este artículo lo publiqué inicialmente en el número de Marzo de 2024 de la revista "La Placeta de Lorca"
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