Cine actualidad/ “INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO”
La ¿última? aventura del Doctor Jones
El mismísimo día del estreno y en el primer pase disponible, este
humilde Navegante se caló el sombrero Fedora e hizo restallar el látigo de “Indiana Jones y el dial del destino”, la
quinta y no sé si última película de la saga de aventuras liderada por el ya
venerable Harrison Ford.
Cuando hace quince años fui a ver “Indiana Jones y el reino de la calavera de Cristal”, salí tan
entusiasmado del cine (hay que recordar que habían pasado casi dos décadas sin
ver a Indy de nuevo en acción) que esa misma noche escribí un artículo tan
positivo para este blog… que al día siguiente ya me estaba
arrepintiendo de lo que había dicho, conforme se iba pasando la sensación
inicial de euforia.
Después de ver “Indiana
Jones y el dial del destino”, no me siento entusiasmado y mucho menos
eufórico. La película me ha causado la
misma sensación que cuando un cantante ya maduro (nuestro Harrison Ford está a
punto de cumplir ochenta y un años) intenta volver al candelero y lo hace
regrabando una colección de sus viejos grandes éxitos, pero con nuevos y
jóvenes músicos de estudio, todos ellos fans suyos, que tocan, nota por nota,
las mismas canciones tratando de que la música suene como en los viejos
tiempos… pero el resultado no deja de
ser lo que es: una obra tan nostálgica
como crepuscular.
El arranque de la película es espectacular y prometedor: Harrison Ford, bastante bien rejuvenecido
gracias al deepfake, vuelve a ser el
mismo Indy de nuestra niñez, en busca de una reliquia perdida y pateando culos
de perversos y torpes nazis. Incluso
cuando la realidad se impone y Ford, ya con su aspecto actual, se encuentra en
la Nueva York de finales de los sesenta con su ahijada Phoebe Waller-Bridge y luego se reúnen en Marruecos, seguidos de
cerca por el elegante villano a cargo de Mads
Mikkelsen, todavía parece que las cosas pueden salir bien y que las
numerosas críticas negativas estaban todas equivocadas. Pero, más o menos a partir de que aparece el
personaje de nuestro Antonio Banderas, el film entra en un declive en el que la
sensación que comentaba anteriormente, la de estar presenciando un “greatest
hits”, un recopilatorio de los mejores momentos de las primeras tres películas
de la saga, metidos aquí y allá con calzador, ya no me abandonó en ningún
momento. James Mangold, sucesor de Steven Spielberg y nuevo director al
mando, licenciado en “últimas aventuras crepusculares” con su notable “Logan”, es perfectamente consciente de
que Harrison Ford ya no está para muchos trotes, y el protagonismo pasa a
ostentarlo su ahijada Helena, que no es que sea desagradable o lo haga mal…
pero no es “nuestro” Indy. Es como si,
en la primera película, quien ejerciera las labores heroicas hubiera sido
Marion, y, mientras tanto, Indiana se hubiese quedado al margen y reservándose
apenas algún comentario jocoso o gruñón.
Está claro que, toda vez que, cuando, en “El Reino de la Calavera de Cristal”, el público dictó sentencia acerca
del evidente error que había supuesto la contratación del “transformista” Shia LaBeouf, ahora existía mucho temor
con respecto a que tampoco Waller-Bridge fuese bendecida por los fans, si bien,
aunque ésta parece haber cosechado una mayor aceptación, me parece un poco
prematuro sustentar sobre sus espaldas una nueva saga que esté a la altura de
las 5 películas protagonizadas por Indiana-Ford.
“Indiana Jones y el
dial del destino” es, por supuesto, una digna película de esta querida
franquicia, para mi superando a “El reino
de la calavera de cristal”, pero, por mucho que el nonagenario John Williams se esfuerza por que la
música suene como hace cuarenta años, la trilogía original se queda a años luz
de distancia… como, por otra parte, era
previsible. Los fans de Indy la
disfrutarán, claro que sí, pero su concepto de cine de aventuras clásico rodado
a la manera clásica me temo que no va a capturar a los espectadores más jóvenes,
lo cual puede ser (ojalá me equivoque) nefasto para su paso por las taquillas.
Luis Campoy
Lo mejor: Harrison Ford, Mads Mikkelsen, la veneración
con la que James Mangold mima el material primigenio
Lo peor:
la sensación de estar asistiendo a un constante “greatest hits” con
sabor a refrito de la trilogía original
Calificación: 6,5 (sobre 10)
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