Cine actualidad/ "LA SIRENITA"


Este humilde Navegante debe confesar que ya se ha sumergido en las aguas caribeñas del remake de acción real de “La Sirenita”.  La película, como todo el mundo sabe, ha venido precedida de una furibunda polémica debido al color de la piel de la nueva Ariel, que en la versión original de dibujos animados era blanca y pelirroja y ahora es pelirroja… y negra.  Lo que está haciendo Disney en los últimos años demuestra, en primer lugar, una preocupante falta de imaginación:  en lugar de crear historias nuevas, se está limitando a reutilizar personajes ya existentes y, lo que es peor, a rehacer sus maravillosos clásicos animados que, hasta ahora, habían maravillado a varias generaciones.  En segundo lugar, la productora de Mickey Mouse se ha convertido en la mayor abanderada del wokismo y la corrección política, lo que, de alguna manera, tiñe de ideología a todos sus productos.  ¿Es racismo pretender que en la nueva (e innecesaria) versión de un clásico, la protagonista tenga el mismo aspecto que en la versión original?  Y por el contrario, ¿es una muestra de igualdad darle ahora a una actriz negra un papel que en principio se concibió como blanco?  ¿Es esa la igualdad a la que aspiran los intérpretes negros, recibir, como si fueran plato de segunda mesa, papeles que fueron creados para actores blancos?  Yo creo que no;  yo creo que igualdad sería que hubiese alguien con el suficiente talento y decisión como para crear de la nada personajes completamente nuevos cuya piel, con todo el derecho del mundo, fuese negra y hermosa como el ébano.  Personajes nuevos y buenos, no refritos de personajes ya existentes.  La pobre Halle Bailey, la “sinegrita” como algunos la llaman, demuestra ser una chica preciosa que, además de actuar bien, canta estupendamente, y hay que condenar con rotundidad cualquier comentario racista dirigido contra su persona, pero, desgraciadamente, en este mundo en que vivimos, no hay que extrañarse de que, a través de las redes sociales, donde el anonimato les ampara, tanto energúmeno como hay suelto por ahí se explaye a sus anchas indignado por esa oleada de inclusión forzada con la que la corriente ideológica pujante pretende hacerles comulgar con ruedas de molino.  Que sí, que negros y blancos son y deben ser iguales, pero, si en lugar de rehacer “La Sirenita” de 1989 con una Ariel con un look totalmente alejado del que tenía hace 34 años, se le hubiese otorgado a la señorita Bailey la oportunidad de interpretar a otra sirena nueva y original, seguramente nos hubiéramos ahorrado un montón de polémicas.

 

Por cierto, que no lo había dicho, el remake de “La Sirenita” no está mal, aunque no deja de ser eso, una relectura, una revisión de una fantasía animada que, como tantísimas otras grandes películas, no necesitaba que nadie la rehiciera ni la revisara para tener la suficiente entidad propia.

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