Las películas de mi vida/ "LOS CAZAFANTASMAS"
Ghostbusters
USA, 1984
Director: Ivan Reitman
Productores: Ivan Reitman, Bernie Brillstein
Guión: Dan Aykroyd & Harold Ramis
Música: Elmer Bernstein
Fotografía: Laszlo Kovacs
Efectos
Especiales: Richard
Edlund
Diseño de
producción: John De Cuir
Reparto: Bill Murray (Peter Venkman), Dan Aykroyd
(Ray Stantz), Harold Ramis (Egon Spengler), Sigourney Weaver (Dana Barrett),
Rick Moranis (Louis Tully), Ernie Hudson (Winston Zeddemore), Annie Potts
(Janine Melnitz), William Atherton (Walter Peck)
Duración: 105 min.
El mítico “Saturday
Night Life” (posiblemente, el más famoso de los shows televisivos de
variedades de todos los tiempos) constituyó el punto de partida de las carreras
profesionales de muchos de los más reconocidos humoristas norteamericanos de
finales del siglo pasado. En sus
inicios, el elenco estable lo conformaban cómicos como Chevy Chase, George Coe,
Jane Curtin, John Belushi y Dan Aykroyd.
Estos dos últimos trabaron una gran amistad fuera de los platós y
decidieron enlazar sus respectivas carreras profesionales con nuevos proyectos
comunes. De este modo, surgieron The
Blues Brothers (nacidos en el citado SNL y cuya puesta de largo
cinematográfica vio la luz en 1980 con “Granujas a todo ritmo”) y
participaciones conjuntas en películas como “1941” de Steven Spielberg o
“Los vecinos” de John G. Avildsen.
Pensando en cuál podría ser su siguiente vehículo junto a John Belushi,
Dan Aykroyd recordó una vieja serie producida por Filmation y titulada “The
Ghost Busters”, en la que dos hermanos (Forrest Tucker y Larry Storch) y un
gorila (Bob Burns) investigaban fenómenos paranormales. Aykroyd tomó “prestados” el título y la
temática de aquel serial (lo cual, años después, originó una demanda por plagio
que se acabaría resolviendo en los tribunales) e imaginó un equipo de
“revientafantasmas” compuesto por él mismo, John Belushi, Eddie Murphy (que
había sido su partenaire en “Entre pillos anda el juego” y aún no había eclosionado
gracias a “Superdetective en Hollywood”) y John Candy (viejo conocido de
“Granujas a todo ritmo”). El
fallecimiento por sobredosis de Belushi en marzo de 1982 le obligó a modificar
sus planes, aunque no le hizo desistir de la escritura de un guión que estaba
convencido de que tenía muchas posibilidades…
Cuando los supuestos
científicos Peter Venkman, Egon Spengler y Ray Stantz son expulsados de las
instalaciones de la Universidad de Columbia en las que hasta ese momento habían
venido realizando sus chapuceras investigaciones sobre lo paranormal, deciden
instalarse por su cuenta y crear su propia agencia de captura y eliminación de
entes sobrenaturales perturbadores, a la que denominan “Los
Cazafantasmas”. Una de sus primeras
clientes es una atribulada violonchelista llamada Dana Barrett, que está
convencida de que en el frigorífico de su lujoso apartamento de Central Park
habita Zuul, un malévolo demonio babilónico.
Dana contacta con los Cazafantasmas sin estar segura de que serán
capaces de resolver su problema, pero ellos se tomarán muy en serio su misión
de salvar a Nueva York y, por ende, al mundo entero, de la invasión de los
perversos seres de ultratumba que los amenazan…
Tras la muerte de John
Belushi, Dan Aykroyd decidió seguir adelante con su historia de “Los Cazafantasmas”
y contactó con el realizador de origen checoslovaco Ivan Reitman,
especializado en comedia (suyas eran “Desmadre
a la americana” con John Belushi, y “Los incorregibles albóndigas”)
y que acababa de lograr un gran éxito en taquilla con “El pelotón chiflado”
(1981). Reitman leyó el borrador que
Aykroyd le presentó, y le sugirió que hablara con el guionista y también actor
de “El pelotón…”, Harold Ramis.
Ramis, Aykroyd y el propio Reitman trabajaron durante meses en el que
sería el libreto definitivo, hasta que los ejecutivos de Columbia Pictures
dieron por fin luz verde al proyecto.
Para protagonizar la
película, Dan Aykroyd y Harold Ramis se reservaron para sí mismos los
personajes de, respectivamente, Ray Stantz y Egon Spengler, mientras que fue la
propia Columbia la que exigió a Bill Murray (viejo conocido de Ivan
Reitman, visto en “Los incorregibles albóndigas”, “El club de los
chalados” o “Tootsie”, y protagonista de “El pelotón chiflado”)
para realizar el rol principal de Peter Venkman. Murray aceptó a regañadientes, ya que por
aquel entonces estaba tratando de dar un giro a su carrera con papeles más
dramáticos como el del remake de “El filo de la navaja”, pero no pudo
resistirse al conocer que Reitman y Ramis estaban a bordo. Con los tres cazafantasmas seleccionados,
quedó claro que Ray (Aykroyd) representaría el corazón del equipo, Egon (Ramis)
el cerebro y Peter (Murray) la boca o, mejor dicho, la bocaza. El resto del reparto lo conformaron Sigourney
Weaver (la intrépida teniente Ripley de “Alien”) como Dana
Barrett; Rick Moranis (visto en “Calles
de fuego”) como el neurótico Louis Tully, en un personaje tan similar al
que solía desempeñar Woody Allen en sus films, que en la versión española le
puso la voz el doblador habitual de éste, Miguel Angel Valdivieso; Ernie Hudson (secundario en cientos de
programas de TV) como el cuarto cazafantasmas Winston Zeddemore, personaje
antipático al ser descrito como eminentemente materialista y pretender
desvincularse de sus compañeros en cuanto surgen los problemas); Annie Potts (también televisiva) como
Janine, la escéptica secretaria; y William
Atherton (“Hindenburg”, “Buscando al señor Goodbar”) como el
inspector de la Agencia de Protección Medioambiental Walter Peck, en un
registro muy semejante al que el actor exhibiría poco después en “Jungla
de cristal”.
Con un presupuesto fijado
en 25 millones de dólares, el rodaje principal de “Los Cazafantasmas”
comenzó en octubre de 1983 en localizaciones de Nueva York (la Biblioteca
Pública de la Quinta Avenida, la auténtica Universidad de Columbia, el cuartel
de bomberos Hook & Ladder del 14 Norte de la calle Moore, Central
Park, el Lincoln Center…) para después trasladarse a Los Angeles. Después de 15 semanas de grabación, entraron
en juego los técnicos de efectos visuales comandados por el maestro Richard
Edlund (el artífice de la magia de las sagas de Star Wars e Indiana Jones y
“Poltergeist”), que durante el mes siguiente se dedicaron a dar vida al
pandemónium urdido por Dan Aykroyd, entre cuyos miembros destacaban Gozer la
Gozeriana, sus perros cornudos (la forma cánida de la Guardiana de la Puerta y
el Maestro de las Llaves, o, lo que es lo mismo, Dana y Louis una vez
poseídos), el gigantesco muñeco de los Marshmallows o el verdoso Slimer o
Moquete que se haría tan popular. El
gran Elmer Bernstein (mítico compositor de “Los diez mandamientos”,
“Los siete magníficos” o “La gran evasión”) aceptó hacerse cargo
de la música instrumental, mientras que el cantante de rhythm & blues Ray
Parker Jr. sería el autor de la super celebérrima canción “Ghostbusters”,
que se escuchaba y se bailaba en todas las dimensiones conocidas y por conocer
(“Si hay algo extraño / en tu vecindario / ¿a quién vas a llamar? / ¡A los
Cazafantasmas!”). John de Cuir
fue el Director Artístico, Steven Dane diseñó el famoso vehículos de los
Cazafantasmas, el Ectomóvil o Ecto-1, y Michael C. Gross
creó el famosísimo logotipo del fantasma atrapado en una señal de prohibido,
tantas veces imitado desde entonces.
Estrenada en Estados
Unidos el 7 de Junio de 1984 (a España no llegaría hasta el 5 de Diciembre), “Los
Cazafantasmas” fue número uno en taquilla
durante siete semanas consecutivas, amasando durante su exhibición comercial un
total de 229,2 millones de dólares. Un
éxito descomunal que, no obstante, no se formalizó en una secuela hasta cinco
años después (la muy inferior “Cazafantasmas 2”, 1989), siendo en la
televisión donde continuarían las aventuras de Venkman, Spengler y Stantz,
mediante una serie de animación (“The Real Ghostbusters”) que tuvo que
competir codo con codo con una versión animada del programa original de
Filmation titulada “The Original Ghstbusters”, en una lucha fratricida
que entretuvo pero también confundió a millones de niños de todo el mundo.
Analizada con la
perspectiva que otorga el tiempo, “Los Cazafantasmas” constituye una
afortunada anomalía en la trayectoria de su equipo creativo, habituales de un
sentido del humor grueso y vulgar. Si
bien es cierto que algunos de sus chistes adolecen del temible componente
escatológico o abusan del slapstick más previsible, sorprende la cohesión
interna de su propuesta, el tono preciso entre la comedia, el terror y, en
ocasiones, el drama romántico. Sus
personajes están fabulosamente caracterizados, no sólo los principales (esos
encantadores embaucadores capaces, a pesar de todo, de arriesgar sus vidas sin
pensárselo dos veces) sino también los secundarios, como el gerente del hotel,
el repulsivo agente medioambiental, el alcalde o el obispo, todos ellos a cargo
de actores extraordinarios que dicen las frases exactas empleando las palabras
precisas. Y, en líneas generales, su puesta
en escena y sus efectos visuales, innovadores e imaginativos en su momento, han
envejecido adecuadamente y no constituyen una barrera para que las nuevas
generaciones disfruten una de las películas más queridas de los ochenta.
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