Píldoras de Cine: ENERO DE 2020 (y II)
Ni PIN parental
ni PON medioambiental: para mantener el
equilibrio mental libre de injerencias políticas y el acervo cinematográfico
bien engrasado, no hay nada como una nueva dosis de nuestras enganchadoras y
adictivas ¡PILDORAS DE CINE!
“JOJO RABBIT”
Al celebrado
director de “Thor: Ragnarok”, el neozelandés Taika Waititi (45
años), le ha dado por emular al mismísimo Chaplin y, al igual que aquél en “El gran
dictador”, no sólo ha firmado una comedia mofándose del nazismo sino que asimismo
se ha ataviado con el flequillo y el medio bigotito para interpretar al propio
Adolf Hitler. La película se basa en el
libro “Caging Skies” (“Enjaulando cielos”) de Christine Leunens y
narra las peripecias de un niño alemán que cree que es nazi y tiene como amigo
imaginario nada menos que al Führer. Soy
consciente de que la narración se realiza desde el punto de vista de un crío de
diez años, pero me dio la impresión de que durante gran parte del metraje no
está del todo claro si el film condena el nazismo o si, de alguna manera, lo
idealiza. Ese “amigo imaginado” resulta
demasiado cercano y campechano, las bromas sobre los judíos son demasiado “graciosas”
y las juventudes hitlerianas están retratadas como si de meros boy-scouts se
tratara. Cuando una narración es
inequívamente cómica está muy bien la sátira, pero cuando conlleva altas dosis
de dramatismo (algo que sucede en este caso), se necesita un punto de vista
menos humanizador para con los villanos más despreciables de la Historia. Luminosa fotografía (demasiado luminosa) de Mihai Mălaimare Jr.,
extraña banda sonora repleta de hits anacrónicos (de The Beatles a David Bowie
pasando por Roy Orbison) y, eso sí, un reparto muy adecuado en el que destacan
el niño protagonista, Roman Griffin Davies, una bellísima Scarlett
Johansson y el siempre excelente Sam Rockwell (¡cómo amo a este
actor!).
Calificación:
7 (sobre 10)
“MALASAÑA
32”
Madrid, España,
1976. Franco acaba de morir, soplan vientos
de cambio y, como metáfora de los tiempos de esperanza y oportunidades que se
viven, una familia de pueblo compra una vivienda en la capital y se traslada
allí para que la vida de todos sus integrantes pueda mejorar. Naturalmente, y tratándose de una película de
miedo, lo que sucederá es que los pobres Olmedo las pasarán canutas y enseguida
desearán haberse quedado en su idílico entorno rural... Quien haya visto el último gran film de
terror de la cinematografía española, “Verónica” (Paco Plaza, 2017) encontrará
múltiples (y sospechosas) coincidencias entre aquélla y esta “Malasaña 32”,
que ha dirigido el catalán Albert Pintó.
Con todo, la producción que nos ocupa no es para nada desdeñable y goza
de una atmósfera muy bien desarrollada, en base sobre todo a un prodigioso
diseño de producción y a una exquisita fotografía. Eso sí, la causa de que la película resulte
tan aterradora tiene mucho que ver con el sonido: todos los ruidos que se escuchan están reproducidos
a un nivel tan bestial que hasta el aleteo de una mosca resultaría
aturdidor. En el reparto, destacar al
ascendente Iván Montes, a la muy prometedora Begoña Vargas, al
gran (en todos los sentidos) Javier Botet y a la veterana pero aquí algo
perdidilla Concha Velasco.
Calificación:
7 (sobre 10)
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