Cine actualidad/ “LA FORMA DEL AGUA”
La
chica y el anfibio
Estados Unidos, principios de la
década de los 60. En un laboratorio
secreto del Gobierno, un extraño hombre anfibio está siendo objeto de crueles
experimentos. Una limpiadora muda se
apiadará de la criatura y acabará sintiendo una creciente fascinación por ella…
Creo haber leído que con el guión
de “La forma del agua”, el realizador mexicano Guillermo del Toro (Jalisco,
1964) pretendía homenajear a los clásicos de aquel “inocente” cine fantástico
de los años 50 y 60, personificado en la famosa “La mujer del monstruo” (“Creature
Of The Black Lagoon”, 1954). En concreto,
Del Toro se preguntaba si aquel amor imposible entre Kay Lawrence y el monstruo
de la Laguna Negra lograría consumarse al final, y de qué forma tal cosa se
produciría. A partir de esa idea, el
director de “Cronos” construye una fábula perfectamente ambientada en la Década
Prodigiosa y en la que no faltan innumerables referencias a la política, la
sociedad y la cultura de la época, referencias que van desde la Guerra Fría
hasta el amor libre, pasando por la tolerancia ante el racismo o el anhelo de
paz y libertad.
Es Del Toro un hombre que ha
forjado casi toda su carrera lejos de su México natal, y siempre con el
elemento fantástico sirviéndole de auspicio e inspiración. Incluso cuando ha tocado temas aparentemente
dramáticos o realistas (caso de las dos películas dirigidas en España, “El
espinazo del Diablo” y “El laberinto del Fauno”, ambas con el trasfondo de
nuestra Guerra Civil como excusa), la fantasía, lo mitológico o lo paranormal
acaban haciendo acto de presencia. Pero
también cuando ha adaptado material ajeno (“Blade II”, “Hellboy”), su
aportación creativa ha enriquecido sustancialmente los originales de Marv
Wolfman y Mike Mignola, respectivamente.
Recuerdo que cuando ví “Hellboy 2” pensé que el torrente imaginativo de
Del Toro parecía no tener fin…
Sin embargo, viendo la otra noche
“La forma del agua”, que llega precedida por innumerables críticas positivas,
un montón de premios internacionales y la friolera de 13 nominaciones a los
próximos Oscar, sentí que lo que estaba viendo tenía un poco de “deja vu”, de
reciclaje de conceptos ya conocidos de antes.
Para empezar, el propio diseño de la criatura, que no es sólo un
evidente (evidentísimo) homenaje al citado monstruo de la Laguna Negra, sino
que plagia conscientemente el look de su propio Abe Sapien de la mencionada “Hellboy”,
el anfibio al que, por cierto, interpretaba el mismo intérprete mímico, el
especialista Doug Jones. El carácter del
personaje de la limpiadora muda también se parece sospechosamente al de Liz
Sherman de la misma “Hellboy”, y el laboratorio que es el escenario principal de
la trama no es sino una versión siniestra del Instituto para la Defensa de lo
Paranormal de (¿adivináis?) “Hellboy”.
Rizando el rizo de las referencias, me llamó la atención sobremanera la
inclusión del chiste en el lavabo, ése que alude a la división de los hombres
en dos tipos: los que se lavan las manos
antes o después de miccionar, que ya aparecía en “Torrente, el brazo tonto de
la Ley” (claro que es sabido que Del Toro y Santiago segura son buenos amigos, por
lo que quizá nos hallaríamos ante un “préstamo” y no un “plagio”).
“La forma del agua” me gustó (¿por
qué no iba a gustarme?), pero en absoluto ví en ella esa maravilla que otros
describen, esa gloriosa y poética historia de amor sin barreras. Por supuesto que la fotografía de Dan Laustsen
es sobresaliente y la partitura de Alexandre Desplat (otro artista abonado a la
autorreferencia) muy hermosa, pero, por ejemplo, en una historia de amor que se
supone basada en el romanticismo, me parecieron innecesarias e incluso molestas
ciertas escenas de sexo y masturbación que no creo que vinieran al caso. Tampoco la tan alabada Sally Hawkins me resultó
tan extraordinaria, y, desde mi punto de vista, el villano Michael Shannon y
sobre todo el anciano homosexual Richard Jenkins se lucen mucho más (de Octavia
Spencer no hablo, porque siempre hace… de Octavia Spencer).
Si “La forma del agua” fuese la modesta
ópera prima de un autor desconocido tal vez sería más condescendiente con ella,
pero tratándose simplemente de la película mejor considerada por la crítica
dentro de la filmografía de un cineasta que anteriormente había sido más
visionario e innovador, tengo que concluir que nos hallamos nuevamente ante
otro de esos casos en los que las expectativas están por encima de la calidad
intrínseca del film, y cualquier Oscar no estrictamente técnico que acumule, me
parecerá simplemente inmerecido.
Luis Campoy
Lo mejor:
la fotografía, la música, los actores secundarios
Lo peor:
las evidentes similitudes con “Hellboy”, las escenas de sexo y masturbación
El cruce:
“La mujer y el monstruo” + “Hellboy” + “El puente de los espías”
Calificación: 7,5 (sobre 10)
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