Cine actualidad/ "LOS ODIOSOS OCHO"
El
octeto de la violencia
Mucho más que un nombre atrayente
para cinéfilos ocasionales o incluso para el vulgo menos familiarizado,
Tarantino ha acabado por convertirse en sinónimo de hito, de suceso, de
acontecimiento. Según declaró hace unos
años, su intención era no permitir que su talento y su fama languidecieran, de
modo que se propuso dirigir exactamente diez películas y ninguna más. Lógico es pensar que, ante el estreno de “Los
odiosos ocho”, su octava y, por tanto, antepenúltima película, la expectación
era máxima.
Una diligencia recorre un paisaje
nevado. Su destino, una localidad a la
que jamás llegará. En su lugar,
efectuará una parada forzosa en una destartalada posta donde ocho personajes, a
cada cual más inmoral y despreciable, entablarán una serie de largas conversaciones
mientras la ventisca les aísla del resto del mundo…
Después de haber realizado “Django
desencadenado”, al bueno de Quentin Tarantino le picó tan hondo el gusanillo
del Far West que decidió que su siguiente film volviese a transitar los mismos
caminos. A pesar de que la filtración
del primer guión a través de internet por poco le hace abandonar el proyecto,
finalmente no pudo resistirse y el resultado ha acabado siendo estos “Odiosos 8”
que acaban de aterrizar en nuestras pantallas.
Queriéndolo o sin querer, el director oriundo de Knoxville ha acabado
por presentar una especie de actualización en clave de western de su celebrada
ópera prima “Reservoir Dogs”, para lo cual no duda en convocar de nuevo a
algunos de sus actores fetiche a los que ya dirigió en su debut, caso de Tim
Roth y Michael Madsen. Pero “Los odiosos
ocho” es más madura y más ambiciosa, y prueba de ello es que se ha filmado en Panavisión
70 mm y que nada menos que Ennio Morricone se ha ocupado de componer la música.
Como es habitual en él, Tarantino
ha escrito larguísimos y memorables diálogos que cada uno de los personajes
recita como mejor puede, destacando por encima de todos el soberbio Samuel L.
Jackson. Como ya dije anteriormente, con
motivo del estreno de “Steve Jobs”, el arte de escribir buenos diálogos para
cine se ha convertido en algo tan inusual como digno de admiración, siendo
Tarantino uno de los mejores dialoguistas de la actualidad (por no decir el
mejor). La otra gran marca de la casa,
el uso dramático y artístico de la violencia, también brilla por su presencia; para mi gusto, brilla demasiado. Llamadme remilgado, a mí que de vez en cuando
defiendo que un poco de violencia es necesaria, pero es que aquí las
explosiones de sangre y vísceras sobrepasaron un poco los límites de mi pobre
estómago.
Por lo demás, disfruté como un
enano de este nuevo regalo de Quentin Tarantino, que me gustó más de lo que me
esperaba (confieso que los trailers me habían hecho dudar) y que no se me hizo
pesada como algunas otras críticas apuntaban.
Para mí, las casi tres horas de metraje discurrieron como un suspiro, y
sólo puedo reprocharle la ya citada exhibición de hemoglobina que los fans más
acérrimos y empecinados disculpan sin dudarlo, achacándola al peculiar estilo
del realizador. La música de Morricone,
orquestada como si de una de las otras bandas sonoras setenteras del compositor
se tratase, constituye un valor añadido para un film realizado con
majestuosidad (excelente el aprovechamiento de la pantalla panorámica) y en el
que casi todos los actores merecerían un Oscar, destacando el citado Samuel L. Jackson,
la nominada Jennifer Jason Leigh y los sorprendentes Walton Goggins, Bruce Dern
y Tim Roth.
Luis Campoy
Lo mejor:
los diálogos, la música, la dirección de actores
Lo peor:
la violencia, brutal y descarnada por mucho que se la considere un rasgo
de estilo
El cruce:
“Django desencandenado” + “Diez negritos” + “La cosa”
Calificación: 8 (sobre 10)
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