Cine actualidad/ "EL FRANCOTIRADOR"
Apunta,
dispara y… ¿Oscar?
Aunque nadie parece recordarlo, ·”El
francotirador” ya fue una película, española de 1978, en la que se pretendía
imitar a la británica “Chacal”, sólo que cambiando a Edward Fox por Paul Naschy
y a DeGaulle… por Franco (de ahí,
supongo, el divertido título de “El Franco-tirador”).
Centrándonos en el film que hoy
nos ocupa, se trata del nuevo trabajo como director del octogenario Clint
Eastwood (84 años), que llegó a los cines yanquis con el propósito de
resarcirse del fracaso de taquilla que supuso su anterior “Jersey Boys”. Si el objetivo de “El francotirador” era
meramente crematístico, hay que decir que se ha cumplido con creces. Con millones y millones de creces…
“El francotirador” narra la
historia real de Chris Kyle, un militar estadounidense especializado en tareas
de protección y defensa que, realizando su función durante el conflicto bélico de
Irak, logró la insólita cifra de 160 víctimas enemigas. Considerado una leyenda por sus compañeros de
armas, llegó un momento en que se sentía más a salvo en las polvorientas calles
iraquíes que en el seno de su familia dolida y traumatizada… (Por cierto, Kyle fue asesinado por otro
veterano de guerra y el juicio por el crimen se celebró justo mientras la
película enfrentaba la recta final de su camino al Oscar).
Decía antes que “El francotirador”
se había erigido en un taquillazo inesperado, en un triunfo económico sin
paliativos. ¿Pero cuáles son las razones
de su éxito? Ya en los primeros minutos
de metraje se exhiben sin pudor las bazas con las que Eastwood nos va a
martillear durante todo el largometraje:
exaltación de la patria, preeminencia de la Biblia, defensa a ultranza
de la familia y glorificación de las armas de fuego. Si decimos que se trata de la mayor “americanada”
vista en muchos, muchos años, creo que nos vamos a entender perfectamente.
Ahora bien, ¿puede incluso una “americanada”
erigirse en una gran película? Yo afirmo
que sí. A la hora de valorar un film, hay
que distinguir entre el sustrato y la flor, entre el fondo y la forma. Incluso en un panfleto insoportablemente
manipulador no es imposible hallar una buena historia, unos buenos diálogos, unas
buenas interpretaciones… pero me temo
que no es el caso de “El francotirador”.
El guión de Jason Hall, que adapta la autobiografía de Chris Kyle,
adolece de todos los tópicos habidos y por haber y, lejos de disimularlos, pretende
alardear de ellos. La chulería del
protagonista es fácilmente perdonable gracias a su admirable patriotismo; sus malas actitudes familiares son paliadas
por su generosidad para con sus camaradas,
el valor a prueba de balas que exhibe en mil batallas contrasta con sus
dificultades para reintegrarse a la vida civil…
Lo dicho, tópica hasta decir “basta”.
Pero no es sólo eso. La incuestionable eficiencia de las escenas
bélicas (rodadas por el director de segunda unidad) tiene su contrapartida en
una serie de secuencias supuestamente dramáticas en las que parece que Eastwood
estaba sesteando tras las cámaras (vamos, más “Invictus” que “Gran Torino”). Llama la atención (y así ha quedado reflejado
en todas las redes sociales) la absurda utilización de un muñeco que “interpreta”
a la hija recién nacida de Chris Kyle, tan estático y antinatural que el
espectador puede morirse de la risa, arruinando un importante momento dramático. Pero es que tampoco Bradley Cooper, nominado
al Oscar por este papel, demuestra muchos más méritos que los de su
incuestionable apostura, un tanto sacrificada para aproximarse a los volúmenes
del auténtico Kyle. Los Oscars no son ni
tienen por qué ser justos, y en este caso parece evidente que la glorificación
de la patria y su repercusión taquillera han sido convenientemente avaladas por
los señores de la Academia. Ellos sabrán…
Luis Campoy
Lo mejor:
las secuencias bélicas, simplemente magníficas
Lo peor: la utilización panfletaria de todos los
tópicos estadounidenses, las ñoñas escenas familiares
El cruce:
“Black Hawk Derribado” + “Oficial y caballero”
Calificación: 5,5 (sobre 10)
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