Manos negras que visten de blanco
Erase una vez un joven futbolista
brasileño que, hallándose en la cúspide de su popularidad, fue objeto de la
codicia de los más grandes clubes europeos.
Concretamente, fueron los más ricos de la Península Ibérica quienes
pujaron más fuerte por él, si bien quien se llevó el gato al agua (o mejor
dicho, quien se trajo el pollo a su corral) fue cierto equipo que casi siempre
juega vestido de azul y grana… Así, como
si se tratara de un auténtico cuento de hadas, es como el entonces Presidente
del Fútbol Club Barcelona, Sandro Rosell, quiso convencernos de que se habían
desarrollado los acontecimientos. Según
Rosell, el simpático futbolista (Neymar Da Silva Santos Junior, como ya habréis
adivinado) renunció a una oferta de casi cien “kilos” por parte del Real
Madrid, y se conformó con una del Barça que prácticamente suponía estrictamente
la mitad (57 millones), simplemente por el prestigio del club y porque “le
ponía” jugar al lado de Messi, Xavi e iniesta.
Qué bonita historia, ¿verdad?
Pues parece que no a todo el mundo le parece tan bonita, ya que el juez
de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha citado a declarar al actual mandatario
culé Josep Maria Bartomeu para el próximo viernes día 13 de Febrero, y me temo
que no para hablarle de amor en la víspera de San Valentín. En realidad, el magistrado considera al
Barcelona y a su dirigente sospechosos de un supuesto delito contra la Hacienda
Pública, porque estiman que el traspaso del astro brasileño no se cerró en los
57 millones declarados, sino en casi 95, por lo que estarían pendientes de abonar
parte de las retenciones correspondientes al IRPF del ejercicio 2013. Eso sin contar el complejo fraude societario
urdido para hacer creer a los socios culés que su nueva estrella había costado
prácticamente la mitad de lo que realmente costó.
Arrastrado por la tormenta
jurídica (que dio comienzo cuando un socio suspicaz, Jordi Cases, le demandó
por apropiación indebida tras la distracción de 40 millones de euros), Sandro
Rosell dimitió hace ya un año, y en su lugar aposentó a su valido Bartomeu,
cuya mala gestión en casi todos los aspectos le ha llevado a convocar (como
todo el mundo clamaba) elecciones anticipadas, a celebrar este próximo verano. Pero Barto, que también participó activamente
en el polémico fichaje de Neymar, no ha recibido nada bien la imputación ni la
citación judicial. Ayer mismo, en
declaraciones a la televisión catalana 8tv, se salió por la tangente hablando
de “manos negras”, de “acoso estatal”, de “persecución fiscal, de “gravísimas
injusticias” y de una descarada “factura política” por tratarse de un club
notoriamente “catalán y catalanista”. Veamos…
Soy culé hasta la médula, de los
de ayer, hoy y mañana, en las duras y en las maduras, cuando ganamos y cuando
perdemos, cuando jugamos bien y cuando da vergüenza vernos jugar. Pero, para empezar, a mí lo que me gusta es
el estilo de juego, lo que me motiva son sus estrellas, lo que me ilusiona son
los triunfos y los títulos que podrían ornamentar nuestros museos y vitrinas. Ahora bien, ¿me convierte eso en una especie
de zombi, en un fanático cegado por las proclamas enarboladas por nuestros
dirigentes? La respuesta es… ¡no!. O
sea, siempre quiero que gane el Barça (a ser posible jugando bien), me alegro
cuando el Real Madrid pierde y ansío que los mejores jugadores se vistan de
blaugrana y no del color del merengue, pero, si se han cometido
irregularidades, chapuzas o, directamente, delitos, digo yo que alguien deberá
responder por ellos. ¿O no? ¿Qué pasa, que porque algunos políticos
peperos hayan tenido actuaciones poco decorosas, el chanchullismo es la
práctica que mola y hay que seguir? Me da
vergüenza, propia y ajena, que los mandamases de una institución que se define
como algo “mes que un club” perpetren tales chapuzas, cutres e injustificables,
y encima se laven las manos hablando de conspiraciones. ¿Y la peregrina idea de atribuir la
persecución judicial a un ajuste de cuentas por ser “catalanistas” (o sea, “separatistas”)? Si Bartomeu piensa que hay personas molestas
con el Barça porque aprovecha cada mínima ocasión para alinearse del lado del
independentismo, en vez de mantenerse en la mesura y cordura de la neutralidad,
acierta rotundamente: yo mismo estoy
molesto, muy molesto, porque mancharse de política es pervertir la pureza de un
amor estrictamente deportivo. Pero de éso
a pretender convencer al populacho de que son inocentes y todo se debe a una
ojeriza persecutoria derivada del odio español, media un trecho que,
francamente, hay que ser estúpido para recorrer.
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