Cine actualidad/ “BIG EYES”
Arte
e impostura
Durante los años sesenta, se
hicieron inmensamente populares en los Estados Unidos los dibujos de niños con
ojos enormes. Se vendían en papelerías, en supermercados y en gasolineras. Se desató tal locura en torno a ellos, que
las grandes personalidades de la época quisieron tener su retrato con los
globos oculares hiperdesarrollados. Natalie
Wood, Joan Crawford, Jerry Lewis o Kim Novak fueron algunos de los
agraciados. Woody Allen, en su película
futurista “El Dormilón” bromeaba con que las obras de Keane serían recordadas
como la seña de identidad de la década. Pero
¿quién era realmente el tal Keane que firmaba todas aquellas pinturas…?
“Big Eyes” (“Ojos Grandes”) es el
nuevo film del famoso director Tim Burton, que narra la historia del proceso creativo
que catapultó a la fama al matrimonio Keane, formado por Walter (pintor
fracasado aunque charlatán irresistible) y su esposa Margaret (artista
autodidacta de gran imaginación pero presa de una gran timidez). Bajo la apariencia de felicidad y glamour de
la pareja, se escondía una terrible verdad que no fue desvelada hasta muchos
años después: mientras el astuto Walter
se atribuía el mérito de la realización de las pinturas, la sufrida Margaret
vivía prácticamente confinada en su estudio, pintando y pintando sin parar y
sin reunir el valor suficiente para escapar de tan sórdida situación.
Hoy mismo estaba revisando unos
breves fragmentos de “Ed Wood”, una de las más bellas y mejores obras de Tim
Burton, en la que campaban a sus anchas los rasgos característicos que
otorgaron fama y renombre al realizador:
adscripción total o parcial al género fantástico, personajes
estrambóticos o directamente frikis, tonalidad oscura y golpes de humor
preferentemente negro. Fue con estos
mimbres como Burton construyó su obra y fue asentando su prestigio, hasta que una
serie de fracasos comerciales o artísticos acabaron por opacar su fulgor. Quizás para resarcirse de sus últimos tropiezos
(“Alicia en el país de las maravillas” obtuvo un rendimiento comercial
importante, pero artísticamente dejaba mucho que desear; de “Sombras tenebrosas” lo único que acaba
por recordarse es su magnífico tráiler;
y “Frankenweenie” no era sino una “pequeña” muestra de genialidad
animada), el realizador californiano ha querido reinventarse o huir de sí mismo
y cambiar radicalmente de temática y de estilo.
Me atrevería a decir que la temática intrínseca de “Big Eyes” (el verdadero
artista se ve obligado a luchar denodadamente para demostrar su autoría sobre
su obra) podría llegar a pasarle a Burton con respecto a su última
película. Prácticamente nada en la
temática ni en el tono ni en la puesta en escena podría hacer pensar que el
autor de “Bitelchús” ha sido quien la ha facturado. Todos sus rasgos de estilo han desaparecido y
brillan por su ausencia, el humor es prácticamente inexistente y la fotografía
luminosa y los colores vivos deslumbran al espectador.
El caso es que, una vez asumida y
aceptada la autoría de Tim Burton (aunque para nada lo parezca), “Big Eyes” se
disfruta como una deliciosa rareza, un producto de asombrosa calidad técnica y
estética que refleja a la perfección una época maravillosa y cuenta con
estupendas interpretaciones de su pareja protagonista… hasta que llega el último acto y todo se
desmadra. Si bien es cierto que tanto
Amy Adams como, sobre todo, el magnífico Christoph Waltz, rayan a gran altura,
sorprende el modo en que Burton cambia bruscamente de registro y obliga a Waltz
a cruzar absurdamente la fina línea que separa la genialidad del ridículo. Esos exabruptos de comicidad que irrumpen
durante la escena del juicio constituyen un manchurrón que le resta algo de acierto
a una obra que estaba conmoviéndonos y emocionándonos. Con todo, y aun cuando trata de la menos
burtoniana de las películas de Burton, durante la mayor parte de su metraje
aspira a ser un buen melodrama bellamente retratado y eso siempre se agradece.
Luis Campoy
Lo mejor:
la fotografía, el vestuario, el diseño de producción
Lo peor: la inexistencia de los rasgos de estilo
habituales de Burton; los brotes de
comedia que casi estropean su tramo final
El cruce:
“Cómo robar un millón y…” + “El caso de Thomas Crown” + “Sombras
tenebrosas”
Calificación: 7,5 (sobre 10)
Comentarios
Me gusta mucho como escribis
te dejo un abrazo enorme