Cine actualidad/ "LA ISLA MÍNIMA"

El acierto máximo

Como desconocía la filmografía de Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971), he de admitir que me sorprendió muy gratamente lo que ha sido capaz de lograr con “La Isla Mínima”…

Allá por 1980, dos policías madrileños reciben el encargo de trasladarse a las marismas del Guadalquivir para resolver la desaparición de dos hermanas adolescentes de las que nadie ha vuelto a saber nada desde que se ausentaron durante las fiestas del pueblo.  Lo peor es que, víctimas de un pasado claustrofóbico y un presente que no acaba de amanecer, los lugareños prefieren no decir lo que saben, o directamente no saber nada de nada…

Por lo primero que hay que felicitar a Alberto Rodríguez es por haber sabido reconstruir no sólo una época un poco pretérita, sino la técnica y el tono de narración cinematográfica que se estilaba en este país durante aquellos años.  La ambientación, la atmósfera, el ritmo e incluso los silencios de “La Isla Mínima” me hicieron retrotraerme a “Los Santos Inocentes”, “El crimen de Cuenca” o “El Crack Dos”, grandes películas todas ellas que deslumbraban por su poderosa apariencia visual.  Es “atmósfera” una palabra capital en el vocabulario cinematográfico, y me doy cuenta de ello cada vez más, cuando valoro conjunta pero independientemente la forma (el aspecto visual, basamento del arte de la imagen) y el fondo (el sustrato literario, y de la fusión de ambos extraigo mi opinión definitiva.

Por suerte, Rodríguez también cuenta con un sólido guión de ésos que ponen a prueba al espectador más pintado, ya que te obliga a estar atento a cada escena y a cada línea de diálogo, puesto que, si te distraes, te pierdes en su trama y en sus subtramas, superpuestas o subyacentes pero hábilmente engarzadas.  Una historia inserta en otra historia puede gozar de su propia importancia, y ésta puede revelarse absolutamente vital…

Con inesperadas referencias más que evidentes al horrendo crimen de Alcásser, “La Isla Mínima” pinta la pantalla con los cielos, los campos y sobre todo las aguas de un Delta del Guadalquivir que se erige en protagonista de la función.  Audaz desafío artístico que a Rodríguez le está saliendo incluso mejor de lo esperado, a juzgar por la unanimidad de críticas positivas que está recibiendo.

Al frente del reparto se cita, quizás alfabéticamente, a Raúl Arévalo.  Arévalo está bien (una vez felizmente superadas sus mariconadas almodovarianas), pero su compañero de fatigas, Javier Gutiérrez, se lo come vivo, a él y a todos con los que comparte la pantalla.  Gutiérrez (Satur en “Aguila Roja”) se revela como uno de esos monstruos cinematográficos capaces de convencernos de cualquier cosa que se proponga, y su ex-policía de la Político-Social sabría cómo lograr de nosotros aquello que se propusiera.  Jesús Castro reaparece, más afeitadito, tras el bombazo de “El Niño”, e incluso su compañero de fatigas en el film de Daniel Monzón, Jesús Carroza, alias “El Compi”, se deja ver también por aquí, dando vida a un guardia civil.  Completan el reparto el gran Antonio de la Torre y la sufrida Nerea Barros.

No tengo dudas de que “La Isla Mínima”, donde trama, fotografía, clima e interpretaciones van de la mano hacia un desenlace sobresaliente, hubiera sido la película más adecuada para representar a España en los Oscar de Hollywood.  Con todo, hay que desearle lo mejor a “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, que esperemos hará también un buen papel…

Luis Campoy

Lo mejor:  todo, en especial la fotografía y la puesta en escena en general
Lo peor:  el mal endémico del cine español, es decir, algunos diálogos mal vocalizados
El cruce:  “La presa” + “Adiós, pequeña, adiós” + “El crimen de Cuenca”

Calificación.  9 (sobre 10)

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