El misterio de Ataúlfo Argenta
Hace unas semanas, mientras
realizaba una recopilación de los mejores temas de zarzuela, buscando retratos
de cantantes, músicos y compositores, me tropecé con una historia de la que no
tenía ni idea, un retazo de esa España oscura que creíamos perdida en el túnel
del tiempo…
A finales de los años cincuenta
del siglo pasado, los directores de orquesta más famosos y prestigiosos del
mundo eran el austríaco Herbert Von Karajan, el norteamericano Leonard Bernstein,
el rumano Sergiu Celibidache… y el
español Ataúlfo Argenta.
Argenta, hijo de un ferroviario,
sorprendió a su familia con unas dotes musicales que deslumbraron a todo el
mundo. Le matricularon en piano, violín
y solfeo, pero todo lo que su ciudad natal (Castro Urdiales, Cantabria) podía
ofrecerle era muy poco comparado con lo que ambicionaba. A los 12 años y poco después de haber dado su
primer recital de piano, la familia Argenta se trasladó a vivir a Madrid, donde
el joven Ata, al entrar apenas en la adolescencia, se echa novia, Juana
Pallarés, la eterna compañera hasta el final de sus días, de cuyo matrimonio
nacieron 4 hijos, uno de los cuales sería el famoso y tristemente fallecido
Fernando, creador de “Clásicos Populares” y “El Conciertazo”.
Pero volvamos a Ataúlfo. Después de innumerables vicisitudes (estuvo a
punto de ser fusilado durante la Guerra Civil acusado de afinidad ideológica con el bando republicano, y además tuvo que vencer un pavoroso brote de tifus que
casi se lo lleva por delante), alterna sus estudios con sus celebradísimas
intervenciones ya como pianista, ya como director de orquesta. En 1947 y contando 34 años, fue nombrado
Director de la Orquesta Nacional de España.
Su simpatía y carisma, y su planta como de estrella de Hollywood le
hacen ser asombrosamente bien considerado.
El crítico musical del prestigioso Le Figaro dijo de él: “¿Me creerán si les digo que Argenta es el hombre más
encantador, más franco y más generoso que he encontrado en una profesión donde
esas virtudes suelen brillar por su ausencia?” Su vida profesional era un triunfo
continuo: igual dirigía la grabación
discográfica de las mejores zarzuelas españolas que ponía en pie a un auditorio
de diez mil personas interpretando a Ravel, Moszkowski o Händel. Su hijo Fernando afirma que sobre su mesa
tenía una oferta para dirigir, por una auténtica millonada, a una de las
orquestas más prestigiosas de Norteamérica, pero entonces…
El lunes 20 de Enero de 1958, Argenta lleva a
su esposa e hija al aeropuerto, desde donde ambas partirán con rumbo a Suiza para
someterse la primera a una intervención quirúrgica. De regreso a Madrid, Ata dirige el ensayo
habitual de su orquesta en el Teatro Real, y de ahí se traslada a su vivienda
situada en la pedanía madrileña de Los Molinos.
A la mañana siguiente, 21 de enero, el hombre que todo lo tenía aparece
muerto en el interior de su vehículo. Al
parecer, había arrancado su coche, encendió la calefacción y, mientras esperaba
que el motor se calentara, falleció por inhalación de monóxido de carbono. Apenas tenía 44 años. Su orquesta y el mundo entero quedaron
consternados pero le ofrecieron innumerables homenajes, y todavía hoy, casi
seis décadas después, su fama sigue impertérrita en los circuitos musicales.
Pero ¿qué hay más allá de la versión oficial
acerca de su inesperada muerte? La
inhalación de monóxido de carbono es una práctica habitual entre los suicidas
más pacíficos, pero ¿por qué diablos iba a suicidarse un hombre joven y feliz a
quien sonreía la fortuna? Las primeras
hipótesis que circularon por Madrid hablaban de un tardío ajuste de cuentas
hacia alguien que poseía un inequívoco pasado republicano. Pero ése sólo fue el principio. La segunda teoría, que fue la que más forma
fue cogiendo, aludía a que en el coche no había uno… sino dos cadáveres (uno de los cuales fue
convenientemente hecho desaparecer para no empañar la memoria de tan insigne
representante de la Marca España). Es decir,
el chismoseo afirmaba que Ata había aprovechado la ausencia de su esposa para
llevar a su casa a su amante, con la que habría acometido determinados actos
amatorios en el coche, razón por la cual los dos enamorados tardaron tanto en
apercibirse de la existencia del gas. Es
aquí cuando puede volver a tener sentido la teoría del suicidio, ya que también
hubo quien teorizó que Argenta se quitó la vida al no poder vivirla en compañía
de la mujer a quien realmente amaba.
En fin, todo esto son especulaciones que
circularon durante aquellos años en los que la libertad de expresión era
básicamente una quimera, donde el ciudadano sólo conocía la versión oficial que
el Régimen quería que conociera. Lo único
cierto y verdad es que una muerte imprevista truncó la ascendente carrera de un
músico llamado hacia la gloria y que se fue justo cuando saboreaba las mieles
más dulces de su éxito.
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