Mis películas favoritas/ "EL PADRINO"
Cuando la Mafia se hizo Arte
Cuando era niño, y a pesar de que no quería abusar de mi condición de hijo único, recibía casi todos los caprichos que se me antojaban. Quizás por éso, los que mejor recuerdo son, precisamente, los que no pude tener. Uno fue un doble cassette con los 40 mayores éxitos de Elvis Presley, y el otro, una colección de novelas que tenían en común el haber sido inspiradoras de grandes películas. Plaza & Janés era la editorial que las publicaba, y, de todos los títulos disponibles en el catálogo que había llegado hasta mis manos, el que más atrajo mi atención fue "El Padrino". En aquel folleto de tamaño cuartilla, la portada aparecía empequeñecida y apenas mostraba un lindo gatito enroscado en el regazo de un señor ataviado con un smoking, pero tan tópica ilustración (y, claro está, la fama que ya entonces arrastraba la película) me produjo unas terribles ansias de sumergirme en aquella trama llena de tiros, explosiones y mafiosos. Tenía yo 12 años, y, toda vez que no se me otorgó aquel antojo literario, lo cierto fue que, andando el tiempo, primero tuve ocasión de ver la película (en una "Reposición con honores de estreno" de aquéllas que tanto fomentaban la cinefilia) que de leer la voluminosa obra de Mario Puzo...
El escritor italoamericano Mario Puzo había nacido en el corazón de Manhattan en 1920, y tenía 49 años cuando la editorial Putnam's Sons le publicó su obra maestra, de la que logró vender en poco tiempo más de 21 millones de ejemplares. "El Padrino" ("The Godfather" en el original inglés) se centra en los últimos años de vida de Don Vito Corleone, un mafioso siciliano jefe de una de las "famiglias" más poderosas de Nueva York, y que se inspiraba vagamente en la figura del gangster Frank Costello, si bien también se le apreciaban algunas reminiscencias de Lucky Luciano e incluso de Al Capone. Ambientada en la década de 1940, también contiene diversos pasajes que informan de la niñez de Vito en su Sicilia natal, y de cómo, recién llegado a los Estados Unidos, personificó una especie de versión mafiosa del sueño americano, al erigir todo un imperio criminal prácticamente de la nada. Ya sexagenario, Corleone (cuyo verdadero apellido era Andolini, si bien lo cambió por el nombre de la aldea siciliana que le vio nacer) es ahora un empresario aparentemente respetable, cuyos ingresos provienen en apariencia de la producción y distribución de aceite de oliva. Sin embargo, bajo esa fachada benévola, se esconde un mundo turbio y peligroso de juego, prostitución, sobornos y tráfico de influencias. Con todo, Don Corleone es ciertamente el padrino bautismal de algunos niños norteamericanos de segunda generación, cuyos progenitores fueron también emigrantes sicilianos, además de padre de sus propios hijos: Fredo (débil y apocado), Connie (sumisa y enamoradiza), Santino, alias "Sonny" (impulsivo y violento, el heredero natural del clan) y Michael, el más joven e inteligente, recién licenciado del Ejército y al que debe aguardarle, algún día, un futuro prometedor en un entorno legal y pacífico...
"El Padrino", la película, arranca precisamente el día de la multitudinaria boda de Connie Corleone, a la que asisten cientos de familiares y amigos, políticos corruptos e incluso el famoso cantante y actor Johnny Fontane (obvia referencia a Frank Sinatra), ahijado del Don. A través de los ojos de Kay Adams, la ingenua novia de Michael Corleone, descubrimos apenas alguno de los entresijos de tan peculiar familia, que poco después tendrá que enfrentarse a una peligrosa prueba. El clan rival de los Tataglia quiere introducirse en el floreciente negocio de los narcóticos, y pretende que Corleone le permita utilizar a sus políticos a sueldo. Don Vito, amparándose en una concepción del "negocio" un tanto romántica (un poco de juego y un poco de sexo no hacen daño a nadie, pero las drogas son algo mucho más feo), se niega a tal proposición, y su negativa constituirá un dramático punto de inflexión. Como represalia, uno de los caporegimes (o lugartenientes) de la familia Corleone es asesinado, el propio Vito resulta ferozmente tiroteado y dado por muerto y Tom Hagen, hijo adoptivo y consigliere (consejero legal), es secuestrado y posteriormente liberado con un mensaje muy claro: los Corleone deberán mantenerse al margen de los negocios de los Tataglia. Pero Don Vito ha sobrevivido casi milagrosamente, y éso trastoca todos los planes de sus agresores. El joven Michael, el que tenía que liderar el futuro legal de la familia, se ve obligado a asesinar al capo de los Tataglia y al policía que les daba cobertura, y, subsiguientemente, tiene que huir a Sicilia mientras amaina el temporal que se desata. Sonny Corleone es abatido en una emboscada urdida por los Tataglia y su propio cuñado, y, consecuentemente, también es ejecutado el primogénito de Tataglia. En tierras sicilianas, Michael se enamora de Apollonia, la hija de un tabernero, e incluso llega a contraer matrimonio, pero ni siquiera en tan bucólico entorno puede sentirse a salvo. Prematuramente viudo, regresa a los Estados Unidos y retoma su relación con Kay, al tiempo que asume el mando de la familia, asesorado por su padre Vito, en apariencia recuperado. Michael y Kay se casan y tienen dos hijos, y, jugando con uno de ellos, don Vito sufre un ataque al corazón. El sanguinario gangster muere haciéndole carantoñas a su nieto. Descartado el pusilánime Fredo, que además está exiliado en Las Vegas, donde es el hazmerreir del mafioso local, Michael toma las riendas de la familia Corleone, y su venganza será terrible y no dejará títere con cabeza...
Incluso antes de que se publicase el libro, Mario Puzo ya había vendido los derechos cinematográficos de "El Padrino" (titulada inicialmente "Mafia") a su viejo amigo Robert Evans, uno de los productores ejecutivos de Paramount Pictures. El notable éxito de ventas de la novela animó a Paramount a acometer su traslación a la pantalla, y el primer paso era elegir al director más idóneo. Se consideraron varios nombres más o menos conocidos, pero a quien finalmente escogieron fue a un joven Francis Ford Coppola (30 años en aquel entonces), autor de muy pocos films (el más conocido de ellos, "El valle del Arco Iris", un soso musical con Fred Astaire) y cuyo único mérito era ser de ascendencia italoamericana, como el autor y los protagonistas del relato. Sin embargo, el actor elegido por Coppola para interpretar a Don Vito Corleone no iba a ser un italiano, sino el antaño famosísimo Marlon Brando, que no sólo llevaba muchos años sin tener un verdadero éxito de taquilla sino que era conocido por su indisciplina y mal carácter. Para optar al papel, Brando fue obligado a someterse a la "humillación" de tener que realizar una prueba, y ciertamente la bordó: con un maquillaje que le envejecía y le oscurecía la piel, algodones (kleenex arrugados, según otras versiones) en la boca y una entonación siciliana, dejó boquiabiertos a los productores y fue inmediatamente contratado. Para dar vida a Michael Corleone, se intentó incorporar a talentosos jóvenes de la época, como Robert Redford, Warren Beatty, un todavía anónimo Robert De Niro y, sobre todo, un entusiasta James Caan, pero quien finalmente se llevó el gato al agua fue un tal Al Pacino, que con sólo dos papeles en cine ya había cautivado a todo Hollywood gracias a su personaje de drogadicto en "Pánico en Needle Park". A James Caan se le brindó la oportunidad de convertirse en el visceral Sonny; John Cazale obtuvo el rol de Fredo; Robert Duvall personificó al hijo adoptivo y consigliere Tom Hagen; Diane Keaton (a punto de erigirse en musa de Woody Allen) fue la ingenua Kay Adams; y la propia hermana de Coppola, Talia Shire (años más tarde, esposa en la ficción de Sylvester Stallone en "Rocky"), se quedó con el personaje de Connie Corleone. Otros actores que realizan inolvidables composiciones en "El Padrino" fueron Sterling Hayden (el policía corrupto MacCloskey); Al Martino (Johnny Fontane, que, como ha quedado dicho, era un sosías de Frank Sinatra); Alex Rocco (el intrigante concesionario de Las Vegas, Moe Greene); Al Lettieri (el sibilino Philip Sollozzo, alias "El Turco"); John Marley (el productor cinematográfico que tanto adora a su caballo); Richard Conte (Barzini); y los menos conocidos Abe Vigoda y Richard Castellano (los "caporegimes" Tessio y Clemenza, respectivamente).
"El Padrino" se estrenó el 15 de marzo de 1972, a pesar de las notorias presiones ejercidas por Frank Sinatra, que intentó boicotearla porque se veía claramente aludido en el personaje del cantante y actor italoamericano apadrinado por la Mafia. Sus más de 245 millones de dólares recaudados en todo el mundo entusiasmaron a Paramount Pictures, que no tardó mucho en poner en marcha una secuela, "El Padrino - Parte II", para la que se volvió a reunir al reparto y al equipo técnico, nuevamente comandado por un Coppola que quiso rizar el rizo y no sólo continuó narrando el progreso de la familia Corleone con Michael como Don, sino que, paralelamente, reflejaba la niñez y juventud de su padre Vito, esta vez encarnado por Robert De Niro. Para muchos, la segunda parte es incluso mejor que la primera... pero ésa es otra historia.
Desde el mismo inicio, "El Padrino" presenta sin discusión su condición de obra maestra. El audaz claroscuro en el que el funerario Bonasera solicita a don Vito justicia para los violadores de su hija (y éste le susurra que lo que pide no es justicia sino venganza), no existe una sola secuencia, un solo plano, que no pueda considerarse magistral. La boda de Connie Corleone refleja, con la primorosa fotografía folklórica y demodé a cargo del genial iluminador Gordon Willis, la psicología de todos los personajes principales, en breves pero infalibles pinceladas. Si acaso, y por buscar algún minúsculo defectillo, lo más flojo podría ser la poco creíble relación entre Michael y Kay Adams; a la pobre la pintan tan boba y tan crédula, que no parece lógico que alguien tan inteligente y maquiavélico elija a una esposa así, a no ser que sólo la pretenda como coartada y encubridora inocente. Las escenas memorables y profusamente imitadas de "El Padrino" son tantas que no acabaría de enumerarlas, pero, por poner algunos ejemplos, citaría obligatoriamente el sangriento despertar del productor Woltz junto a la cabeza de su caballo; el ataque de dos sicarios a don Vito mientras éste está comprando naranjas; el asesinato a sangre fría de Sollozzo y MacCloskey por parte de Michael, justo después de haber estado cenando junto a ellos; el brutal tiroteo a Sonny en el peaje de la autopista; el trágico final de la dulce Apollonia; la muerte de don Vito, también entre naranjos; el celebradísimo carrusel de ejecuciones que se suceden mientras está siendo bautizado el hijo de Connie y Carlo Rizzi (en realidad, el bebé bautizado fue la mismísima hija de Coppola, la posteriormente directora Sofia, que años después cerraría el círculo encarnando a la hija de Michael Corleone en “El Padrino – Parte III”); y, por supuesto, ese plano final en el que Kay contempla incrédula cómo los mafiosos rinden pleitesía a su esposo... hasta que uno de ellos le cierra la puerta en las narices, una forma muy poco sutil de indicarle que su lugar no está precisamente donde se toman las decisiones importantes de la familia. ¿Y las frases míticas de su prodigioso guión? Cuando Michael le explica a Kay cómo Johnny Fontane logró zafarse del productor que no quería rescindir su contrato, pronuncia una sentencia épica: "Le hizo una oferta que no pudo rechazar" (le dio a elegir entre su firma o sus sesos al pie del documento): "Creo en América" es la frase que abre el film, pronunciada por el funerario que sin embargo busca la "justicia" siciliana; "Algún día, y ese día puede que no llegue nunca, tendrás que devolverme este favor", es lo que replica don Vito al referido funerario; "Luca Brasi duerme con los peces", explica Clemenza para afirmar que el más fiel guardaespaldas de los Corleone ha sido asesinado y arrojado al océano; "No digas que eres inocente, Carlo, porque éso ofende mi inteligencia" (Michael a su cuñado, al que segundos después hará ejecutar); "Decidle a Michael que no fue nada personal, sólo negocios", musita el traidor Tessio cuando se ve descubierto y pretende lavar su conciencia antes de morir.
Giovanni "Nino" Rota, compositor milanés que había musicalizado a Visconti, Zefirelli y, sobre todo, a Fellini, fue elegido por Coppola para esculpir el universo sonoro de los Corleone. Rota recuperó algunas notas de un viejo tema compuesto para una olvidada película italiana ("Fortunella", 1958) y lo desarrolló hasta convertirlo en uno de los iconos inmortales de la música cinematográfica. El "Tema de amor" de "El Padrino" (asociado básicamente al noviazgo siciliano de Michael y Apollonia) se hizo mundialmente famoso, y su versión cantada, "Speak Softly Love", fue grabada originalmente por el mismísimo Al Martino/Johhny Fontane, al que siguieron, en todos los países y en todos los idiomas, gente ilustre como Andy Williams o el español José Guardiola (a quien se le debe aquella horrenda traducción hispánica de "Estoy sintiendo tu perfume embriagador"). El otro gran tema compuesto por Nino Rota para la película, "El Vals de El Padrino", es utilizado en multitud de ocasiones en el film, destacando precisamente su forma primigenia, el vals, en el baile que une a Don Corleone y su hija Connie durante el banquete nupcial. La Academia de Hollywood, sin embargo, no distinguió el talento de Rota en esa ocasión, ya que se obcecó en que el "Tema de Amor" no era una composición totalmente original para el film (sí le premiarían por "El Padrino - Parte II", dos años después). Los Oscars que finalmente recibió "El Padrino" fueron el de Mejor Película, Mejor Guión Adaptado (obra de Coppola y el propio Mario Puzo) y a Marlon Brando como Mejor Actor Principal. Con las ganas se quedaron Al Pacino, James Caan y Robert Duvall (nominados como Mejor Actor Secundario), el montador William Reynolds, la diseñadora de Vestuario Anna Hill Johnstone, el Sonido y, de nuevo, Coppola en calidad de Mejor Director. El día 27 de Marzo de 1973, durante la ceremonia de entrega de los Oscars, Marlon Brando declinó recoger el galardón y en su lugar envió a la india Sacheen Littlefeather (Pequeña Pluma), en un deseo de airear el mal trato que se deparaba a los pieles rojas en las producciones cinematográficas de la época. Es ésta una más de las anécdotas asociadas a una película que se ha convertido en una de las más prestigiosas, populares, imitadas y amadas de todos los tiempos. No hace mucho, los lectores de la revista "Cinemanía" la eligieron como "El Mejor Film de la Historia", y similar tratamiento ha tenido por parte de los cinéfilos de todo el mundo. Se trata de una de esas películas que aguantan mil y un visionados (yo suelo verla un par de veces al año) y en cada uno de ellos se obtiene la misma impresión: la de estar presenciando no ya una buena o excelente película... sino una total y absoluta obra de arte.
Luis Campoy
Calificación: 10 (sobre 10)
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