Cine actualidad/ "EL DICTADOR"


Risas muy gamberras

El inclasificable Sacha Baron Cohen (Londres, 1971) es una de esas personalidades que no dejan indiferente a nadie.  Debutó en la televisión británica en 1998 y poco después ya tenía su show propio, en el que fue creando a los personajes que posteriormente saltarían al cine, con irregulares pero siempre desternillantes resultados.  El primero fue un rapero en "Ali G anda suelto", al que siguieron un alelado reportero kazajo en "Borat" y un peluquero austríaco homosexual en "Brüno".  Entre medias, Baron Cohen ha realizado papeles secundarios en "Sweeney Todd" de Tim Burton, "La invención de Hugo" de Martin Scorsese y en la aún no estrenada "Los Miserables" que ha dirigido Tom Hooper.  "El dictador", que acaba de llegar a España, es el último largometraje, por ahora, en el que tiene protagonismo absoluto.

El general Haffaz Aladeen es el repulsivo dictador de la pequeña república árabe de Wadiya, famosa tanto por su constante vulneración de los derechos humanos como por poseer una suculenta riqueza petrolífera y un peligroso arsenal atómico.  Aladeen hace y deshace a su antojo y ejecuta sin piedad a cualquiera que osa rechistarle, hasta que se ve obligado a asistir a una asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York, y allí es donde comienza la mayor aventura de su vida...

Sacha Baron Cohen es tan celoso de su intimidad que no se saben demasiadas cosas de su vida privada.  De hecho, es famoso por llevar hasta las últimas consecuencias cada una de sus interpretaciones, careciendo aparentemente de ningún tipo de sentido del ridículo.  Cuando promocionaba "Brüno", se vistió de ángel y saboteó la entrega de los premios MTV;  este mismo año, en la entrega de los Oscar, montó otro pintoresco numerito disfrazado de Aladeen y arrojando sobre un presentador televisivo lo que supuestamente eran las cenizas del fallecido dirigente norcoreano Kim Jong-Il.  Como dije antes, lo principal es no pasar desapercibido y no desperdiciar cualquier ocasión para provocar.  Además de ser su mejor agente publicitario, Baron Cohen ejerce en "El dictador" de co-guionista y co-productor (y, además, su hermano Erran se ocupa de componer la banda sonora), cosa que viene siendo habitual en sus largometrajes, que, por cierto, suelen ser bastante cortos, lo que sin duda se acaba agradeciendo.  Lo bueno y breve...  Claro que ¿es realmente buena "El dictador"?  Desde luego, dentro del subgénero de la comedia gamberra, a ratos puede decirse que raya a gran nivel.  Yo raramente me río a carcajadas, pero en esta ocasión lo hice en multitud de momentos.  Para lidiar con determinados temas de impacto moral y salir victorioso, hay que ser ciertamente audaz e inteligente, y equilibrar con mesura la burla, la caricatura y la provocación.  Los primeros quince minutos de "El dictador" no dan tregua a la hilaridad, y lo mejor es que lo hacen ridiculizando a los dignatarios islamistas con mucha agudeza y atrevimiento.  Lamentablemente, Baron Cohen y su director, su habitual compinche Larry Charles, vuelven a caer en su misma autotrampa y, en cuanto trasladan al protagonista a la gran metrópoli neoyorquina, la historia se adocena y se vulgariza y la corrosividad inicial se diluye en una especie de remake de la muy menospreciada "Zohan".  Las tibias interpretaciones de Ben Kingsley (que calca su papel en "Prince of Persia") y la irreconocible Anna Faris (la heroína de la saga "Scary movie") tampoco contribuyen a que aumente el interés.  Con todo, los habilidosos golpes de efecto que te hacen reir incluso cuando te avergonzaría estar riéndote, están tan logrados que la impresión global es que se trata de un entretenimiento rompedor y desco…  descongojante.

Luis Campoy

Lo mejor:  el humor inteligente y provocador
Lo peor:  el aburrido y repetitivo recurso de trasladar la acción a Nueva York
El cruce:  “Borat” + “Zohan, licencia para peinar” + “El Príncipe de Zamunda”
Calificación:  8 (sobre 10)

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