Cine actualidad/ "NOCHE DE MIEDO"


Hincando el diente a un recuerdo

Un domingo por la mañana, allá por noviembre de 1985, me sentaba en un banco de un parque de Alicante, ávido por hojear mi revista de cine favorita, el insustituible “Fotogramas”, que acababa de adquirir en el kiosco de mi barrio.  En sus páginas, un artículo llamó especialmente mi atención:  trataba del estreno de una película de vampiros rodada, al parecer, con amplias dosis de humor.  Aquella “Noche de Miedo” original me asustó y me divirtió a partes iguales, y me dejó un recuerdo imborrable, a pesar de que, como ya entonces comprendí, no era precisamente una obra maestra.

En estos tiempos en los que lo común son los remakes y las secuelas, y lo realmente escaso es la originalidad, no era de extrañar que, más tarde o más temprano, le tocara el turno a tan exitoso film de Tom Holland, sustituído ahora por un para mí desconocido Craig Gillespie.  Gillespie y su guionista Marti Noxon (de la serie “Buffy Cazavampiros”), apenas introducen unos mínimos cambios en una historia que básicamente es la misma que la original.  Charley Brewster es un adolescente norteamericano que vive con su madre.  Por el día, asiste al instituto como cualquier otro muchacho de su edad, y por las noches alterna la compañía de su bella novia Amy con el visionado de un programa televisivo titulado “Noche de Miedo”, que presenta el supuesto cazador de vampiros Peter Vincent.  Este último será su mejor aliado cuando, coincidiendo con una serie de misteriosas desapariciones de jóvenes de la zona, Charley descubra que su nuevo vecino Jerry Dandridge es en realidad…  un vampiro.

Para empezar, la nueva “Noche de Miedo” se diferencia de su predecesora en que el famoso cartel de aquélla (un dibujo en el que se veía la casa de Charley, a éste en la ventana y las nubes del cielo nocturno conformando la figura de un vampiro) ha sido sustituído por un deleznable póster que muestra en primer término a Charley portando un hacha y el rostro del vampiro, enorme, mirándonos con los clásicos ojos inyectados en sangre.  La modernidad exhibicionista mató al arte de la imaginación..  A partir de aquí, no es de extrañar que la sutileza brille por su ausencia.  En esta nueva versión, ya no es Charley (y con él, el espectador) quien, poco a poco, y quién sabe si influenciado por el programa televisivo al que es adicto, cree descubrir que su vecino es un chupasangre, sino que su defenestrado amigo Evil Ed se lo larga todo a las primeras de cambio, destrozando el factor sorpresa.  Peter Vincent ya no es un entrañable actor de viejas películas venido a menos, sino un petulante showman de Las Vegas;  y Jerry Dandridge ya no se apellida “Dandridge” (que vocalmente suena parecido a “Dandy”, es decir, “elegante y refinado”), sino que se llama escuetamente “Jerry”, apelativo nada refinado y a todas luces poco elegante.  No son muchos más los cambios introducidos, aunque eso sí, algunas escenas han sido cambiadas de orden cronológico, y otras nuevas han surgido de la “sangrienta” imaginación de Noxon.  El resultado, en líneas generales, no puede decirse que sea despreciable, pero lo cierto y verdad es que la nostalgia es una mala consejera, y el corazoncito cinéfilo de uno le juega habitualmente muchas malas pasadas.  La estética ochentera, rescatada con tanto acierto por J.J. Abrams en “Super 8”, deviene de tierna horterada en sucio verismo.  Los efectos especiales de hoy en día, muy superiores (¿por qué negarlo?) a los pedestres maquillajes de 1985, tienen la frialdad aséptica del ordenador.  Y, aunque Anton Yelchin (el nuevo Charley), Christopher Mintz-Plasse (el nuevo Ed), Imogen Poots (la nueva Amy) y, sobre todo, Toni Collette (la nueva mamá) logran superar las creaciones de, respectivamente, William Ragsdale, Stephen Geoffreys, Amanda Bearse y Dorothy Fielding, el punto flaco que el fan de la “Nochde de Miedo” primigenia no puede perdonar son las presencias de Colin Farrell y David Tennant.  El primero, en una interpretación que no se sabe si es cachonda o alucinada, se deja por el camino toda la elegancia y la sensualidad del infravalorado Chris Sarandon (quien, por cierto, hace un pequeño cameo).  En cuanto al segundo, la memorable creación del inolvidable Roddy McDowall (el hombre que solía esconderse bajo capas y capas de maquillaje en las películas y telefilms de “El planeta de los simios”) parece ahora aún más fabulosa, mitificada por la vulgar presencia de su sustituto, un David Tennant caricaturesco.  No sé si, de no tener tan presente el recuerdo de la “Noche de Miedo” original, mis impresiones sobre su remake serían ahora otras, pero es incuestionable que, muchas veces, las películas que, por una u otra razón, nos dejaron una huella sentimental, no deberían ser reversionadas, sino simplemente remasterizadas:  es decir, si se trata de actualizar un film de hace casi 30 años, ¿por qué no conformarnos con remasterizarlo y reestrenarlo?.  Desde que luego que así, los puristas y los viejos carrozas dormiríamos más tranquilos…

Luis Campoy

Lo mejor:  el trío de jóvenes (Anton Yelchin, Imogen Poots y Christopher Mintz-Plasse) y, sobre todo, la ya casi veterana Toni Collette
Lo peor:  la ausencia de sorpresas en el guión, la sosísima composición de David Tennant
El cruce:  “Noche de Miedo” (1985) + “El Día de la Bestia” + “Déjame entrar”
Calificación:  6 (sobre 10)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Luis, tienes que hacer cuando puedas " mi vida como damnificado III parte o IV" por que te has cambiado de casa, y contar el abuso de tu casero que aún no te ha devuelto la fianza, y el abusón del abanista.... por ejemplo jejej ya hablamos ah soy PABLO

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