Cine actualidad/ "TEMPLARIO"
Eran los Templarios unos monjes guerreros pertenecientes a la orden del Temple que, entre otras hazañas, son recordados por haber participado en las Cruzadas a Tierra Santa. Aquella mixtura de religiosidad y beligerancia ha dado pie a no pocas manifestaciones artísticas y culturales a lo largo de la historia, y este “Ironclad” (“Blindado” o “Acorazado”, sería la traducción literal), que aquí se he estrenado precisamente como “Templario”, no es sino una nueva muestra de que tales personajes siguen interesándonos tantísimos siglos después.
Allá por 1215, el Rey Juan II de
Inglaterra, más conocido como Juan sin Tierra, presionado por una coalición de
señores feudales, se ha visto obligado a firmar a regañadientes la Carta Magna
(algo así como una especie de primitiva Constitución), merced a la cual cedía
no poco poder y privilegios propios hasta entonces de la monarquía a los
Barones territoriales (nada que ver con los homónimos del PSOE) que defendían
la causa de la Libertad. Viéndose poco
menos que derrocado, el Rey Juan cambió dramáticamente de opinión y decidió
saltarse a la torera su compromiso y, mientras sus enemigos solicitaban la
ayuda de los franceses, se dedicó a ir cepillándose poco a poco a todos los
nobles que se le habían enfrentado, culminando con una cruenta batalla frente a
la fortaleza de Rochester, en la que los sitiados contaban con el inestimable
apoyo de un caballero templario…..
Quizás no os suene este
argumento, pero el año pasado Ridley Scott lo utilizó para servir de soporte
histórico a su versión seria (¿demasiado seria?) de “Robin Hood”, en la que
Russell Crowe y Cate Blanchett fueron los protagonistas. Con todo, este “Templario”, más que parecerse
al film de Scott, sigue la senda de péplums hiperviolentos como “Centurión” o
“La Legión del Aguila”… sobre todo del
primero, del que calca la fotografía y esa recreación bastante gore de la barbarie
medieval. De hecho, diría que lo más
llamativo de “Templario”, film que carece de un director prestigioso o siquiera
famoso (Jonathan English es muy conocido…
pero sólo en su casa y a la hora de comer) y de un reparto nutrido de
estrellas, es precisamente el tratamiento visual y semántico de la
violencia. Multitud de espadazos,
flechazos, mutilaciones, decapitaciones y desmembramientos varios se ven
directa o indirectamente reflejados en pantalla, para desolación de las almas
cándidas más habituadas a las viejas películas de Walt Disney. Efectivamente, no todo van a ser blancas
producciones familiares o directamente infantiles, de modo que de vez en cuando
no viene mal un poco de sangre y excesos, siempre dentro de unos límites, claro
está.
Como he dicho antes, ni el
director de “Templario” ni sus actores son mínimamente populares. El protagonista, el monje guerrero del
título, es James Purefoy, algo así como el clon rudo de Hugh Jackman y al que
el año pasado vimos en “Solomon Kane” y anteriormente en “Resident Evil”. La chica, metida con calzador en la trama, es
una imposible Kate Mara, más conocida por ser hermana de Rooney (la nueva
Lisbeth Salander en la americanización de ”Millennium”) que por su propia
carrera. El único aliciente dramático
radica, pues, en los secundarios, con un histriónico Paul Giamatti que luce un
pelucón de lo más ridículo, un soberbio Brian Cox que acaba siendo
descuartizado y un cornudo Derek Jacobi (el eterno “Yo, Claudio”). Por cierto, qué alegría me dio ver a Vladimir
Kulich, el líder vikingo de “El guerrero número 13” volviendo a hacer de… líder vikingo (o casi).
Las carencias presupuestarias de
“Templario” no se manifiestan únicamente en la imposibilidad de contratar a un
equipo artístico de relumbrón. Cada
plano adolece de una evidente falta de medios, que se traduce en escenas de
masas sin masas, en ejércitos anoréxicos y en decorados de cartón piedra. Con decir que pretenden convencernos de que un
puñado de hombres liderados por un templario venido a menos son capaces de
contener a las huestes reales durante semanas, queda todo dicho. O no.
La música también es minimalista… pero está muy bien.
Luis Campoy
Lo mejor:
los secundarios Brian Cox y, no siempre, Paul Giamatti
Lo peor:
la evidente falta de medios
El cruce: “Robin Hood” (Ridley Scott) + “Centurión”
+ “Solomon Kane”
Calificación: 7 (sobre 10)
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