Cine actualidad/ "EL CASTOR"
Un hombre que está sufriendo una profunda depresión que a punto está de privarle de todo lo que tiene (su familia, su trabajo…) encuentra en un contenedor de basura una marioneta que representa a un castor. Desde ese momento, el hombre pasará a un segundo plano y el castor asumirá todas las funciones de comunicación, socialización y representación…
El argumento narrado es la base de “El castor”, la nueva película como directora de la famosa actriz Jodie Foster, y para la que ha contado con su viejo amigo Mel Gibson (con el que coprotagonizó “Maverick”). Gibson es uno de esos personajes de la farándula cuya personalidad ha acabado de erigirse en su peor enemigo.
Como actor y también como director, en los 80 y primeros 90 encadenó un éxito tras otro, desde “Mad Max” hasta “Arma letal”, pasando por “Conexión Tequila” y su aclamadísima “Braveheart”, que asímismo dirigió. Sin embargo, sus opiniones políticas (la extrema derecha se le queda poco extrema), sus férreas convicciones religiosas y morales (odia a muerte a los homosexuales) y su desbordante paternidad (entre 1980 y 1999 tuvo nada menos que siete hijos) le situaron una y otra vez en el disparadero. Por si fuera poco, últimamente ha tenido unos cuantos problemas añadidos, (malos tratos tanto a su primera esposa como a su posterior compañera, continuas borracheras y una incontinencia verbal que puso al poderosísimo lobby judío de Hollywood en contra suya), de modo que sus nuevos proyectos como realizador no acaban de cuajar y sus apariciones como intérprete se van espaciando cada vez más. Es como si todo el mundo le odiara, como si nadie tuviera interés en verle.
Como actor y también como director, en los 80 y primeros 90 encadenó un éxito tras otro, desde “Mad Max” hasta “Arma letal”, pasando por “Conexión Tequila” y su aclamadísima “Braveheart”, que asímismo dirigió. Sin embargo, sus opiniones políticas (la extrema derecha se le queda poco extrema), sus férreas convicciones religiosas y morales (odia a muerte a los homosexuales) y su desbordante paternidad (entre 1980 y 1999 tuvo nada menos que siete hijos) le situaron una y otra vez en el disparadero. Por si fuera poco, últimamente ha tenido unos cuantos problemas añadidos, (malos tratos tanto a su primera esposa como a su posterior compañera, continuas borracheras y una incontinencia verbal que puso al poderosísimo lobby judío de Hollywood en contra suya), de modo que sus nuevos proyectos como realizador no acaban de cuajar y sus apariciones como intérprete se van espaciando cada vez más. Es como si todo el mundo le odiara, como si nadie tuviera interés en verle.
Jodie Foster adapta un guión de Kyle Killen que seguro pintaba mucho mejor sobre el papel. Para interpretar al protagonista, no dudó ni un momento en que su colega Mel Gibson era la mejor opción, a pesar de la opinión generalizada entre toda la comunidad cinematográfica. A cambio, un Gibson en estado de gracia le devuelve una interpretación sobresaliente. Ver a Mad Max o Martin Riggs llorar, gritar y sufrir de un modo tan patético como convincente es sin duda el mayor acierto del film. Lo malo es que la directora parece conformarse con brindarle a su amigo una brillante posibilidad de redención, y descuida todo lo demás. Para empezar, el tono. Uno nunca sabe si está viendo un episodio de “The Twilight Zone” (aquí conocida como “En los límites de la realidad”, cuya narración en off era muy similar a la de “El castor”) o un documental de National Geographic sobre la pérdida de la cordura; un melodrama lacrimógeno o una comedia prototípica de la Disney de los sesenta. La realización es plana, gris, sin brío, la música (¿un pseudo tango para un análisis de la locura?) nada adecuada y los actores (la propia Foster, Anton Yelchin o Jennifer Lawrence) parecen cumplir la consigna de no brillar para que Gibson les pase por encima.
Es una pena que una pareja como la que forman Mel Gibson y Jodie Foster se conforme con dar a luz un despropósito como éste. Sus respectivas carreras y su indudable talento se merecían algo más.
Luis Campoy
Lo mejor: Mel Gibson
Lo peor: todo lo que no es Mel Gibson
El cruce: “Una mente maravillosa” + “American beauty” + “En los límites de la realidad”
Calificación: 4,5 (sobre 10)
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