Toreado por Movistar
Dicen las estadísticas que las mayores quejas de los españoles se centran en las compañías de telefonía móvil. Yo, desde mi habitual modestia, quiero sumar la mía personal a ese montón de reclamaciones no siempre satisfechas. Mis actuales problemas con Movistar comenzaron a finales del año pasado, cuando sucumbí a la infantil ilusión del iPhone. Como creo que ya conté en su momento, esos capos del hampa celular me dieron prácticamente como única opción para conseguirlo, la de realizar una portabilidad desde otra compañía, así que tuve que adquirir una tarjeta SIM de color rojo (a buen entendedor...) y a continuación pedir que fuese portada y, subsiguientemente, teñida de azul. De repente, me encontré con un iPhone nuevo y un Nokia "viejo", y, detrás de cada uno de ambos, una línea con cuyos gastos tenía que correr... hiciese uso de ella o no. Con todo el dolor de mi corazón, decidí que lo mejor era dar de baja la línea antigua y quedarme tan sólo con la nueva, pero ¡ay....!, no recordaba que los movistarios me habían hecho firmar una permanencia malhadada en su dulce compañía, por lo cual se me abría un minúsculo abanico de exiguas posibilidades: o pagaba de golpe los ciento y pico euros que me costaba anular la permanencia para poder realizar la baja, o me tocaba apoquinar religiosamente la cuota mensual de 15 pavos hasta Enero de 2012. Hice cuentas y me salía más rentable la primera opción, así que llamé al famoso 6-0-9 con la intención de pedir la baja meteórica, mas una sudamericana operadora de meliflua voz me propuso sustituir mi tarifa de 15 euros por una de 9, con la salvedad de que, si no realizaba llamada alguna, obtendría una "excedencia" por esos 9 euros. Operadora, mujer y sudamericana... La muy embaucadora me convenció, pero, ay, su hechizo se disipó demasiado pronto. En enero me vino una factura de esas que te sientan de golpe en la silla más próxima y te dejan sin ganas de levantarte, pero, claro, al parecer se trataba de liquidaciones, reminiscencias y estupideces subsidiarias de esa índole. Fue en febrero cuando comencé a cabrearme, porque me vino una facturita de 9 euros... sin exención ni bonificación alguna. Traté de llamar a Movistar, pero una sobredosis de "Todos nuestros operadores continúan ocupados" me hizo olvidarme del motivo de mi llamada y casi de quién era... hasta el mes siguiente. En marzo, otra vez me vinieron los 9 euros prometidos, pero la exención brillaba por su ausencia. Conseguí burlar la sempiterna ocupación de los chicos de azul, y otra telefonista igualmente latina me indicó que sí, que me habían podido bajar la cuota de quince a nueve euros, pero que, lamentablemente, no le constaba que hubiese ninguna bonificación en el menú. Mi bondad y entereza sólo hicieron acto de presencia unos minutos después, pero, incapaz de reaccionar, tuve que tragarme mi cólera y conformarme ante el hecho de que, al fin y al cabo, 9 euros mensuales era menos de lo que tenía que abonar para solicitar la baja relampagueante. Claro que la puntilla y el descabello me los dieron anteayer, cuando me llegó el aviso de que la próxima factura correspondiente a esa línea telefónica era de... ¡27 euros!. Pero ¿27...? Nervioso y airado, llamé a Movistar ayer por la mañana, y la inevitable doncella del sur de América me informó de que durante los tres primeros meses del año había dejado de pagar 6 euros mensuales. "¿Cómorrrrrrrrr....?" "Sí, don Luis, le informo. Como su tarifa era de 15 euros pero sólo ha venido pagando 9, los 6 euros restantes se le han acumulado (6x3=18), y ahora, sumados a los 9 habituales, suponen ese montante de 27 euros que le vienen este mes. Esta factura está correcta". Mis mejillas enrojecieron y mi temperatura corporal llegó a niveles que ya los quisiera para sí la central nuclear de Fukushima, pero… ¿qué se le va hacer…?, no me educaron para rebajarme a gritarle a una desconocida ni para ilustrarla con los más rutilantes modismos descalificativos, así que sólo se me ocurrió exigirle que me cursara la baja instantánea a la voz de "¡Ya!", aun a costa de desembolsar los más de ochenta eurillos que aún me quedaban de permanencia. Tras una exasperante travesía de treinta y dos minutos jalonada por incontables "Disculpe, estoy verificando los datos", una gestora personal del departamento de Bajas (esta vez española) me aseguró que mi solicitud había sido atendida... pero que no sería efectiva hasta que les enviase una carta ratificando los deseos que telefónicamente les acababa de exponer. No cedí a mi impulso de utilizar mi aparato excretor de residuos sólidos para acordarme de la muy santa madre que los parió, pero sí que, finamente, me desahogué en la misiva que subsiguientemente redacté. A los que somos callados y sumisos apenas nos queda ese recurso, el del desahogo y el pataleo. Lo peor es que estas todopoderosas compañías telefónicas lo saben y les gusta... y por éso pasa lo que pasa y nos torean como nos torean.
Comentarios
Y siento toda esa perdida de tiempo, todo ese dinerillo que se va, toda esa desesperación por la impotencia...
pero estos grandes se comportan así.
Un beso y animo amigo
Marisa
a mi hermana, cliente también de Movistar, hablamos de un supuesto de "presunta" suplantación de identidad, todo tiene su origen en una portabilidad a Orange, tras conseguir un Iphone...
La tarifa plana de 9 euros y el límite mínimo de 6 son 15 pavos, más todo lo que yo gaste que sinceramente creo que no es para tanto porque soy bastante comedido.
En fin... tranquilo Luis que no eres el único "toreado".
He llegado el blog por que quería información de una película. Muy interesantes las críticas. De todas maneras comento aquí, que también he vivido alguno de estos problemas de cerca.
Un saludo.
V.